La mayoría de las representaciones de avestruces muestran al macho en actitud de cortejo: el cuello erguido, las patas flexionadas y las alas bajas y semiabiertas. La línea serpenteante que sale del pico representaría el sonido que emite el macho en celo y la cruz que muchas veces aparece en el interior del cuerpo, la partición del universo en los puntos cardinales. Gran parte de las imágenes desarrolladas por esta cultura llegan hoy a nosotros integradas al diseño de objetos de la vida cotidiana, tales como piezas de cerámica, elementos textiles, indumentaria, etcétera. La principal temática de las imágenes está relacionada con la naturaleza, especialmente el mundo animal. En ellas se combina la estilización de las formas naturales con elementos geométricos. Generalmente estas formas encierran diferentes significaciones vinculadas a la religión y las creencias. Lamentablemente, en nuestro país se han perdido o destruido los códices que permitirían su desciframiento, ya que los conqu...
Jokhang: la Meca del budismo tibetano(...)
ResponderEliminarPero el lugar de Lhasa que rezuma más espiritualidad es, sin duda, el templo de Jokhang, situado frente a la populosa plaza de Barkhor, a espaldas del dédalo de callejuelas donde actualmente se encuentra el barrio tibetano de una ciudad “colonizada” por ciudadanos chinos de la mayoritaria etnia han. Construido a mediados del siglo VII, el corazón espiritual del Tíbet fue saqueado durante la revolución cultural. Los dos cervatillos dorados que custodian la Rueda de la Ley coronando el techo del edificio religioso transportan al viajero a tiempos pasados de una cultura, la tibetana, que ha sobrevivido, pese a los embates del gigante chino, en un ambiente tan hostil como bello: a la sombra de las montañas más altas del planeta.
Haciendo girar sus molinillos de oración con un rosario de cuentas en la otra mano, recitando sin cesar el universal mantra budista (“aum mani padme hum”)
Los peregrinos recorren el kora, el circuito de peregrinación que rodea los principales centros espirituales del Tíbet, con arrebatada fe en sus dioses. Haciendo girar sus molinillos de oración con un rosario de cuentas en la otra mano, recitando sin cesar el universal mantra budista (“aum mani padme hum”), postrándose en el suelo cada pocos pasos los más devotos, llegan de todos los puntos del Tíbet para cumplir con su peregrinación, como los musulmanes en la Meca o los católicos en la tumba del apóstol Santiago. Pero, paradójicamente, este remanso de religiosidad es, también, el epicentro comercial de Lhasa. Todo el recorrido (que debe realizarse siempre de izquierda a derecha) está repleto, a uno y otro lado, de tiendas y chiringuitos de souvenirs regentados en su mayoría por ciudadanos chinos que han ido desplazando a los tibetanos autóctonos. Pero si el viajero es capaz de abstraerse de las voces de los comerciantes y las súplicas de los niños, y consigue asomarse a su interior, la experiencia es realmente enriquecedora.www.viajesalpasado.com