Quevedo 1580- 1645 AGUJA PARA NAVEGAR CULTOS La aguja de navegar cultos con la receta para hacer soledades en un día de 1631. Satírica embestida contra los poetas que usan el lenguaje Gongoriano o culterano. Quien quisiera ser culto en un solo día La jeri aprenderá gonza siguiente: fulgores arrogar jóven presidente candor construye métrica armónica; por mucho, si no purpuracía neutralidad conculco;erige mente, pulso,estento,librar adolescente, señas, traslada, pira frustra arpía; cede, impide cisura petulante palestra, libia, meta, argento alterna, si bien disuelve émulo canoro. Use mucho de líquido y de errante, su poco de nocturno y de caverna, anden listos livor, adunco y poro, Que ya toda Castills, con solo esta cartilla se abrasa de poetas babilosos, escribiendo sonetos con fusiones; y en la Mancha, pastores y gañasos, atestadas de ajos las barrigas, hacen ya cultedades como migas. Quiero quedar bien con Quevedo. Puede darse cuenta ¡
Me quedé pensando al escucharlo, en palabras de Lacan que dice:" El hombre siempre es feliz".
ResponderEliminarMe gustó la expresión; el hombre se desequilibra, cuando algo se rompe adentro, por la imagen social. Olvida eso y se convierte en una máquina. Y, el hombre siempre podría ser feliz. Cuándo?
en “Televisión”, Lacan dirá: “Los seres hablantes son felices, felices por naturaleza, es incluso de ella todo lo que les queda”. Jacques-Alain Miller comenta esta cita diciendo que, así como la pulsión siempre busca la satisfacción, el deseo conlleva insatisfacción: por ello, a nivel de la pulsión el sujeto es siempre feliz, y esta felicidad no se articula con una meta a alcanzar sino con un presente no reconocido. Esta felicidad no es esclava del deseo, ya que está referida al goce. Inclusive, podríamos decir que el deseo mismo, en su articulación con la falta –“desear lo imposible”–, impide que el sujeto pueda conciliarse con esa felicidad pulsional. Una frase del artículo de Lacan “Kant con Sade” ilustra la contraposición entre ambos términos: “La felicidad se rehúsa a quien no renuncie a la vía del deseo”.
En la última parte de su enseñanza, Lacan privilegió la perspectiva del “saber hacer” con el síntoma, arreglárselas con el goce, no embrollarse más de la cuenta. En una conferencia de 1975 (publicada en Scilicet Nº 6-7), dice que al análisis no hay que empujarlo muy lejos: “Cuando un analizante piensa que él está feliz de vivir, es suficiente”. Miller considera que en ese “feliz de vivir” se trata de una felicidad no basada en la búsqueda del tener ni en el esperar; curada, entonces, de las desdichas del deseo que la malogra. Lacan refirió haber visto cómo la esperanza, “las mañanas que cantan”, conducía a varias personas al suicidio. Ya Nietzsche presentó a la esperanza como la mayor de las infelicidades. Considero que el conflicto entre el deseo –que espera siempre otra cosa– y el goce marca todo el pensamiento occidental, del cual la “vivencia de satisfacción” freudiana es deudora.Silvia Ons en 2003 en www.pagina12.com.ar