La mayoría de las representaciones de avestruces muestran al macho en actitud de cortejo: el cuello erguido, las patas flexionadas y las alas bajas y semiabiertas. La línea serpenteante que sale del pico representaría el sonido que emite el macho en celo y la cruz que muchas veces aparece en el interior del cuerpo, la partición del universo en los puntos cardinales. Gran parte de las imágenes desarrolladas por esta cultura llegan hoy a nosotros integradas al diseño de objetos de la vida cotidiana, tales como piezas de cerámica, elementos textiles, indumentaria, etcétera. La principal temática de las imágenes está relacionada con la naturaleza, especialmente el mundo animal. En ellas se combina la estilización de las formas naturales con elementos geométricos. Generalmente estas formas encierran diferentes significaciones vinculadas a la religión y las creencias. Lamentablemente, en nuestro país se han perdido o destruido los códices que permitirían su desciframiento, ya que los conqu...
El fluir de la vida plasmado por el artista halló motivos en la vida porteña.
ResponderEliminarPor: Graciela Ullán
El creador de la Magnum Photo Agency, Henry Cartier-Bresson, lo elogió cada vez que se le presentó la ocasión. Maestro entre sus pares, muchas de las imágenes inmortalizadas por André Kertész provocan eco en fotoperiodistas posteriores.
André Kertész nació en Budapest (Hungría), el 2 de julio de 1894. En 1925 se instaló en París, y hacia 1936, en Nueva York. Para cuando, en 1964, se realizó su muestra individual en el MoMA neoyorquino, su nombre era conocido en el escenario internacional de las artes visuales. Más tarde, la Bienal Internacional de Fotografía en Venecia y el Centro George Pompidou en París lo tendrían como protagonista.
En los XVII Encuentros Abiertos del Festival dela Luz2012 en Buenos Aires, que tuvieron lugar el último septiembre, unas doscientas fotografías dieron cuenta de su periplo por diferentes geografías del mundo. En ese recorrido, hubo un momento en que André Kertész emprendió rumbo al sur del continente americano, precisamente a Buenos Aires. En la muestra, pudieron apreciarse fotografías inéditas que tomó en sus tres viajes ala Argentina, atraído por el encuentro con sus lazos afectivos.
Las imágenes que se conocen de André Kertész sorprenden por su constante experimentación. Desde las tomas primigenias a los campesinos y los paisajes húngaros, hasta el posterior entrecruzamiento con las vanguardias que surgían enla Europade la primera mitad del siglo XX, y la mirada peculiar sobre Nueva York, siempre se adivina una búsqueda a través de sombras y tintes, planos que se rebaten y duplican, guiños humorísticos, juegos iconográficos novedosos.
La verdad es que, cuando observamos sus fotos, nos olvidamos de que provienen de un medio de reproducción técnica, y se nos presentan más bien como trazos de un pintor de cuadros. «Escribo con luz», solía decir él mismo. Y con luces y sombras registró, más allá de la percepción realista a la que nos tenía acostumbrados, la fotografía de la época.
Retomando el paso del fotógrafo por Buenos Aires, hay que indagar en sus motivaciones para advertir que no fue un advenimiento casual ni fugaz. En dicha ciudad vivía su hermano menor, Jenö (Eugenio), con quien no solo compartió su infancia y adolescencia enla Hungríanatal, sino que por él se sintió alentado a seguir adelante con su pasión por la fotografía. Su historia fraternal guarda una íntima relación con el hecho de plasmar su vocación plástica desde temprana edad. Si hubiese sido por otros allegados de la familia, lo preferían haciendo carrera en su trabajo inicial en el comercio, como corredor de bolsa, no por otra razón sino el temor a la inestabilidad laboral.
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