DIAGONAL SUR / ARTE ARGENTINO HOY EN EL BORGES
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Diagonal Sur
Arte argentino hoy en el Borges
por Pilar Altilio
Curada por Philippe Cyroulnik, admirador convencido de algunos artistas argentinos, esta importante muestra exhibe sólo un 20% de la colección Tedesco.
Es importante Diagonal Sur por varias razones, sobresale indudablemente el volumen de obra expuesta, compuesto por un centenar de autores argentinos. Otra cuestión interesante es la mirada de un curador extranjero sobre esta colección, si bien Cyroulnik nos frecuenta desde hace algunos años y tiene ideas formadas sobre muchos de los artistas que alcanzan tres generaciones, él mismo contó en la rueda de prensa que a los más jóvenes comenzó a conocerlos ahora. Y la última, tal vez la más curiosa, es que se trata de integrar imaginarios que van de la producción de autores, a la del coleccionista y luego al curador que ha escogido, culminando en ese diálogo que establecen las piezas entre sí armando unos recorridos que el espectador lee como en un gran museo, por la cantidad de salas en las que se despliega esta muestra.
Philippe Cyroulnik se declara admirador convencido de algunos artistas argentinos, de los cuales el único que no integra esta selección es Roberto Elía, pues no está dentro de la colección Tedesco. Pero sigue con atención la evolución de muchos de nuestros artistas, algunos de los que ha incluido aquí pues ha tenido oportunidad de trabajar con un gran equipo de colaboradores que le han hecho historia de los más nuevos. Es que la colección Esteban Tedesco tiene una cantidad exorbitante de piezas, al punto que el propio Centro Cultural Borges le presta un depósito para resguardarlas, ya que sería imposible convivir en cualquier casa normal con tanta cantidad de piezas. Viene coleccionando en forma sostenida desde la aparición del Grupo de la X en los años ochenta, con artistas como Ana Gallardo, Pablo Siquier, Juan Paparella y Ernesto Ballesteros entre otros.
Esa generación que no se integraba grupalmente por sus coincidencias estéticas sino por sus intereses comunes y la nueva forma de hacer juntos que fue un sello pos dictadura en Argentina, incluye un trazado de diversidades que se hace bien visible en la exhibición, pero que dan para realizar esa diagonal que propone el curador. Diagonal porque es un concepto dinámico de trazo y permite que haya puntos o nodos sobresalientes que para Cyroulnik no necesariamente hacen a una práctica sola sino a varias tradiciones nacionales como el dibujo, la pintura, el objeto, la escultura, la abstracción, la fotografía y la performance.
Por un lado aparecen los cuestionamientos a las tradiciones del paisaje como temática del arte argentino, revisitando no sólo la reproducción del mismo con fotografías que superponen y amplían el concepto de organización mediante una línea de horizonte como en las fotos de Pablo Zicarello o la serie Corralito de Nuna Mangiante donde el paisaje es la suma de las implicaciones urbanas de una reacción popular hacia los bancos a comienzos del 2000 que le restan al paisaje unos planos oscuros. O del relato histórico usando algunos de los autores icónicos del arte argentino, como la revisión de Sin pan y sin trabajo o el trabajo de Leonel Luna que señala el trabajo de Berni sobre los asentamientos urbanos en Fernanda va a la ciudad.
Las experiencias en Karina Peisajovich en su fase primaria de la serie Teoría del Color, las instalaciones de objetos industrializados de gran refinamiento de Daniel Joglar que conforman organizaciones casi musicales. La relación con el pop tanto en las escenas de Marcos López como en las esculturas minuciosas y sexies de Martín Di Girolamo. Algunos neo retratos donde tanto se avanza sobre el eje del propio cuerpo como en Flavia Da Rin como en las apariciones de Rosana Schoijett junto a China Zorrilla, José María Aznar o Luciana Zalazar de la serie Kiosco. O el eje curioso y la vez irónico de un tucumano como Gabriel Chaile que se coloca a sí mismo como representación del pequeño personaje en Velero o Farolero.
La instalación del mismo Chaile, bella pieza llena de sugestivas reinterpretaciones de la belleza, los enunciados de Diego Bianchi en esas cajas donde el objeto recuperado se integra en una dinámica donde no importa su estado sino el nuevo orden que recobra.
El peso de los medios en las reinterpretaciones de Roberto Jacoby sobre planas de diarios con noticias de los sesenta sobreimpresos con nuevos textos o el maravilloso mundo de los textos de violencia urbana recogidos de la prensa que conforman imágenes en espejo de marcado naif de Jorge Macchi en Doppelganger.
La lista es tan extensa, imposible nombrarlos a todos, hay que disfrutarla haciendo alto en aquellas piezas donde la conexión sea un espacio de silencio para conversar con esta muestra que provoca múltiples experiencias.
TEXTO DEL CURADOR
Esta exposición, que comprende la casi totalidad de los espacios de muestra del Centro Cultural Borges, propone un vasto panorama del Arte Argentino con las obras de artistas de tres generaciones. Nos cruzaremos con creadores que practican tanto el dibujo cómo la pintura, la fotografía, la performance, la instalación y la escultura. Por su amplitud, constituirá una de las exposiciones más importantes sobre el arte argentino contemporáneo.
Al encuentro de las disciplinas, en una tradición venida de las vanguardias abstractas o inspirándose del ambiente histórico o urbano, es a una travesía de lo real y de lo imaginario a la cual nos convocan más de un centenario de artistas que conforman casi tres generaciones. Algunos cuestionan las tradiciones del paisaje o del relato, del gesto o de la línea. Otros toman como propio las experiencias del arte mínimal y conceptual o del arte concreto sin, por eso, renunciar a las potencialidades narrativas o significantes de los objetos y de las imágenes. Otros han encontrado su fuente en un lado Pop de la modernidad o en los territorios del Expresionismo. Muchos cuestionan los cuerpos y la identidad de las cosas y de los seres. Ponen en duda nuestra realidad y nuestros códigos sociales, acorralan los impensados de nuestros imaginarios. Jugando con los parámetros de la modernidad y practicando la insolencia, ellos despliegan obras donde pueden convivir ironía y grotesco, humor y melancolía, diseño y barroco.
Todas las tradiciones están aquí visitadas de nuevo y nada está escatimado en cuanto a nuestra percepción de las cosas y del mundo. Ese recorrido excepcional junta artistas de referencia de la escena porteña y argentina con artistas nuevos o a descubrir. No pretende ser exhaustiva sino testigo de la extraordinaria vitalidad y variedad de un escenario sobre el cual los actores empiezan a tener una fuerte presencia en la actualidad artística internacional.
Al encuentro de las disciplinas, en una tradición venida de las vanguardias abstractas o inspirándose del ambiente histórico o urbano, es a una travesía de lo real y de lo imaginario a la cual nos convocan más de un centenario de artistas que conforman casi tres generaciones. Algunos cuestionan las tradiciones del paisaje o del relato, del gesto o de la línea. Otros toman como propio las experiencias del arte mínimal y conceptual o del arte concreto sin, por eso, renunciar a las potencialidades narrativas o significantes de los objetos y de las imágenes. Otros han encontrado su fuente en un lado Pop de la modernidad o en los territorios del Expresionismo. Muchos cuestionan los cuerpos y la identidad de las cosas y de los seres. Ponen en duda nuestra realidad y nuestros códigos sociales, acorralan los impensados de nuestros imaginarios. Jugando con los parámetros de la modernidad y practicando la insolencia, ellos despliegan obras donde pueden convivir ironía y grotesco, humor y melancolía, diseño y barroco.
Todas las tradiciones están aquí visitadas de nuevo y nada está escatimado en cuanto a nuestra percepción de las cosas y del mundo. Ese recorrido excepcional junta artistas de referencia de la escena porteña y argentina con artistas nuevos o a descubrir. No pretende ser exhaustiva sino testigo de la extraordinaria vitalidad y variedad de un escenario sobre el cual los actores empiezan a tener una fuerte presencia en la actualidad artística internacional.
Philippe Cyroulnik – 13 de enero de 2016 www.arte-online.net
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El arte contemporáneo brilla en todo su esplendor en Diagonal sur. Arte argentino hoy, la gigantesca muestra con cuatrocientas obras de artistas argentinos actuales que acaba de inaugurarse en el Centro Cultural Borges. Con producción general de Lía Cristal y curaduría del francés Philippe Cyroulnik, los trabajos pertenecen a la colección del médico cirujano Esteban Tedesco, antiguo conocido en el mundo del arte local y uno de los principales coleccionistas del país: esta exposición representa sólo un tercio de su colección.
ResponderEliminarPero el curador, Cyroulnik, también es un viejo colega de los artistas argentinos: desde que comenzó a viajar a nuestro país a fines de los 80 (Jorge Glusberg por entonces pesaba, cuando Cyroulnik vino por primera vez como jurado del Premio Gunther, luego volvió en reiteradas oportunidades), comenzó a llevar obras de artistas argentinos a Europa para exponerlas en ciudades y espacios importantes. Recordemos que a fines de los 80 y comienzos de los 90, el arte nacional todavía no había pegado el salto al mercado internacional (y el arte latinoamericano recién estaba comenzando a hacerlo). Por eso estas acciones de Cyroulnik fueron tan importantes, tan pioneras, para los artistas locales. Y por eso él es una figura significativa y querida dentro del desarrollo de la escena nacional.
Con más de ciento veinte artistas pertenecientes a tres generaciones, la muestra ocupa todas las salas del Borges.
“Se trata de una exposición amplia”, explica Cyroulnik, “testigo de la extraordinaria vitalidad y variedad de los artistas locales, quienes empiezan a tener una fuerte presencia en el contexto internacional”.
Respecto del título de la exposición, aclara el curador: “La titulé “Diagonal” porque tiene que ver con la realidad física del país: no es un camino recto, más bien es un cambio de dirección posible, una búsqueda de relaciones”. Por eso, quizás, propone recorrer la muestra sin buscar una cronología ni una historia lineal sino intentando encontrar o elaborar analogías y confrontaciones entre pares de obras vecinas. “En cada sala, ensayo construir asociaciones diversas con las obras”, comenta el curador. Y eso es lo que uno, como espectador, también debe intentar encontrar.
Hay tantas obras en esta muestra, y muchas de tanta importancia, tan variadas y complejas, que es difícil reunirlas bajo un único tema curatorial. Cyroulnik menciona, al contrario, varios temas tratados a lo largo de la exposición, a través de las cuatrocientas obras: el cuerpo (en las obras de Marina De Caro, las fotos de Sebastián Ingrassia, de Marcos López, las pinturas de Leonel Luna, la instalación de Gabriel Chaile); la naturaleza (en la gigantesca mariposa de Andrés Paredes, la reciente serie de fotos-collage de Schoijett); la relación entre los elementos cotidianos y los juegos mentales (puede verse en la obra de Jorge Macchi); una gran presencia de la abstracción (en las pinturas de Pablo Siquier, Fabián Burgos, Sofía Bothlingk, Ramiro Oller); la historia local, la violencia y la dictadura (en las ametralladoras hechas en metal de Juan Matías Alvarez, los carteles de Luciana Lamothe, las fotografías crueles de Marcelo Grosman; la escultura de Diego Bianchi); los sueños (la serie de pinturas de Fernanda Laguna, la pequeña instalación de Eduardo Basualdo). Y hay obras hechas ex profeso para los espacios del Borges, obras site-specific: como la instalación de Carolina Antoniadis sobre una de las paredes, una pintura mural que incluye pinturas antiguas suyas enmarcadas. O la gran pintura abstracta de Fabián Burgos en la entrada de una de las primeras salas grandes, creada a propósito para ese lugar. Mariano Ferrante también realizó un mural in-situ, a pura punta de lápices de colores y grandes y delicados círculos. La pintora Gachi Hasper hizo una colorida e imponente obra para esta exposición.
(...) en www.clarin.com
Por Mercedes Pérez Bergiafa
Jorge Macchi en este blog el 18 de abril de 2013-
ResponderEliminarTomás Espina el 25 de noviembre de 2012
(...)En una de las salas del Borges aparece la serie de textos con fragmentos de canciones icónicas de Virus, escritas o revisadas por Roberto Jacoby, quien en los 80 colaboraba con Federico Moura: son posters intervenidos con serigrafía, del mismo Jacoby. Sus títulos: “Afiche del Primer Encuentro de Buenos Aires, Cultura 1968”. Texto: “Tomo lo que encuentro” (letra de Jacoby en “Locura”, 1985), serigrafía de 2008; “Diario La Prensa. Protesta y arrestos en el Premio Braque”, en las fotos aparecen Jacoby y E. Favario, durante su arresto. El texto dice: “Dicha feliz” (letra de Jacoby en “Locura”, Virus, 1985), del mismo año; y “La noche de los premios y las piñas, revista Gente, acerca de las protestas en el premio Braque, 1968”, en el texto: “Suave” (letra de Jacoby, inédita, 1999), mismo año.
ResponderEliminarLa foto de Rosana Schoijett junto a Luciana Salazar pertenece a su recordada serie “Kiosco”, de 2005. En ella la artista se saca autorretratos junto a celebrities: políticos, actores, cantantes. Crea junto a la farándula un catálogo de contraste y cotillón, y cierta reflexión en torno a la megalomanía.
Hay dos salas o áreas pequeñas, especiales, que se encuentran apartadas dentro de la gran muestra: una es la sección dedicada a la dictadura, como especificó Cyroulnik. Allí pueden verse las inmensas pinturas con pólvora representando escenas violentas, de Tomás Espina (2013); los extraños rifles de metal con inscripciones como “La única realidad es tu propia fantasía”, de Juan Matías Alvarez (de 2014); la serie que registra carteles de seguridad privada sobre metal, advirtiendo precaución en la zona, de Luciana Lamothe; o la inmensa pieza de “carne” (está hecha en resina) del joven Alexis Mikiewickz.
Cerca de esta zona se imponen las tres gigantes pinturas de Colleta: telas como si fueran túnicas sagradas que contuvieron cuerpos. La técnica utilizada por Colletta (manipula la base, la tela, enterrándola, interviniéndola con tierra, tinta, agua) deja huellas graves y vívidas.
La otra sala pequeña que se diferencia del resto está pintada de negro, y podría, quizá, relacionarse con el mundo de los sueños y las pesadillas: allí se encuentra la obra de Eduardo Basualdo, “Zona de incubación” (2009), una instalación pequeña montada sobre una mesa, formada por unos muñecos luminosos de los que nacen ramas.
Saliendo de esta sala, uno se choca con tres niños rubios mirándonos: son las delicadas fotografías del entrerriano Sebastián Ingrassia.
En otro de los espacios reina la pintura: obras abstractas de tamaño importante de Elisa Estrada, Ramiro Oller, Magdalena Jitrik, Sofía Bohtlingk y Verónica Di Toro generan un panorama formal rico.
Pero la lista de obras y relaciones sigue, y parece interminable: tan amplia y posible como la que establezca cada uno de los espectadores. El juego con estas obras, señores, está abierto.
FICHA
Diagonal Sur - Arte Argentino Hoy
Lugar: Centro Cultural Borges, San Martín, esquina Viamonte.
Fecha: hasta la primera semana de marzo
Horarios: Lunes a sábado de 10 a 21. Domingos de 12 a 21.
Entrada: $ 60.
www.revistaenie.clarin.com Por Mercedes Perez Bergliaffa- 10-2-2016