SENTIDO ANTITÉTICO DE LAS PALABRAS PRIMITIVAS-SIGMUND FREUD-(1910)
Sobre el sentido antitético de las palabras primitivas
«Über den Gegensinn der Urworte» (1910)
Sigmund Freud
En mi obra La interpretación de los sueños formulé, como un resultado todavía no entendido del empeño analítico, una tesis que ahora repito para encabezar esta reseña:
«En extremo llamativa es la conducta del sueño hacía la categoría de la oposición y la contradicción. Lisa y llanamente la omite, el "no" parece no existir para el sueño. Tiene notable predilección por componer los opuestos en una unidad o figurarlos en idéntico elemento. Y aun se toma la libertad de figurar un elemento cualquiera mediante su opuesto en el orden del deseo, por lo cual de un elemento que admita contrario no se sabe a primera vista si en los pensamientos oníricos está incluido de manera positiva o negativa».
Los intérpretes de sueños de la Antigüedad parecen haber hecho el más extenso uso de la premisa de que una cosa en el sueño puede significar su contraria. En ocasiones han discernido también esta posibilidad los modernos investigadores de sueños, siempre que atribuyeran a estos un sentido y los consideraran interpretables, y creo que nadie me contradirá si supongo que todos aquellos que me han seguido por el camino de una interpretación científica de los sueños han hallado corroborada la tesis que acabo de mencionar.
Sólo la accidental lectura de un trabajo del lingüista Karl Abel, publicado en 1884 como folleto separado y al año siguiente incluido entre los Sprachwissenschaftliche Abhandlungen {Ensayos de lingüística} de ese autor, me permitió entender esa rara inclinación del trabajo del sueño a prescindir de la negación {Verneinung} y a expresar cosas opuestas por medio del mismo recurso figurativo. El interés que ofrece este tema justificará que cite literalmente los pasajes decisivos del ensayo de Abel (si bien omitiendo la mayoría de los ejemplos). Ellos nos proporcionan, en efecto, el asombroso esclarecimiento de que la indicada práctica del trabajo del sueño coincide con una peculiaridad de las lenguas más antiguas conocidas.
Tras destacar Abel la antigüedad de la lengua egipcia, que por fuerza hubo de desarrollarse mucho antes que las primeras inscripciones jeroglíficas, prosigue (1884, pág. 4):
«Ahora bien, en la lengua egipcia, esta reliquia única de un mundo primitivo, hallamos un considerable número de palabras con dos significados, cada uno de los cuales designa exactamente lo contrario del otro. Procúrese concebir el patente absurdo de que la palabra stark {fuerte} en la lengua alemana significara tanto stark como schwach {débil}; que el sustantivo Licht {luz} se usara en Berlín para designar tanto Licht como Dunkelheit {oscuridad}; que un ciudadano de Munich llamara Bier {cerveza} a la cerveza, mientras que otro empleara la misma palabra para referirse al agua: si tal se imagina, se tendrá una idea de la práctica a que habitualmente se entregaban los antiguos egipcios en su lengua. ¿A quién se le podría reprochar que sacudiera, incrédulo, la cabeza? ... ». (Siguen ejemplos.)
«En vista de este caso y de otros muchos parecidos de significado antitético (véase el "Apéndice") no puede caber ninguna duda de que por lo menos en una lengua existió una multitud de palabras que designaban una cosa y lo contrario de esa cosa al mismo tiempo. Por asombroso que parezca, estamos frente a un hecho y tenemos que dar razón de él».
El autor rechaza la explicación de ese estado de cosas mediante unas homofonías accidentales y se guarda de reconducirlo a un supuesto atraso del desarrollo intelectual egipcio:
«Ahora bien, Egipto en modo alguno era un país del absurdo. Al contrario, fue uno de los primeros almácigos de desarrollo de la razón humana. (...) Conoció una moral pura y digna, y había formulado buena parte de los diez mandamientos cuando aquellos pueblos a que pertenece la actual civilización seguían sacrificando víctimas humanas a unos ídolos sedientos de sangre. Y un pueblo que en edades tan oscuras encendió la antorcha de la justicia y de la cultura no puede haber sido directamente estúpido en sus dichos y en su pensamiento cotidiano. (...) Quien fabricó vidrio e izó enormes bloques por medio de máquinas tiene que haber poseído por lo menos suficiente discernimiento para no tener a una cosa por ella misma y al mismo tiempo por su contraria. Pero, ¿cómo conciliamos con ello el hecho de que los egipcios se permitieran un lenguaje tan raro y contradictorio (...), que proporcionaran a los más dispares pensamientos un mismo vehículo sonoro y solieran conectar en una suerte de unión indisoluble lo que recíprocamente se opone con la máxima intensidad?».
Antes de cualquier intento de explicación es preciso considerar todavía un caso extremo de ese incomprensible procedimiento de la lengua egipcia. «De todas las excentricidades del léxico egipcio quizá la más extraordinaria fue la de poseer, además de las palabras que reunían en sí los significados contrapuestos, otras palabras compuestas en que dos vocablos de significado contrapuesto eran reunidos en uno que tenía el significado de uno de sus miembros constitutivos solamente. Así, en esta lengua extraordinaria no sólo hay palabras que significan tanto "fuerte" como "débil" o tanto "ordenar" como "obedecer"; también había compuestos como "viejo-joven", "lejos-cerca", "unir-separar", "fuera-dentro" ( ... ), que, a pesar de incluir en su composición lo más diverso entre sí, sólo querían decir: la primera, "joven"; la segunda, "cerca"; la tercera, "ligar"; la cuarta, "dentro". (...) En estas palabras compuestas tenemos entonces unas contradicciones conceptuales reunidas con toda deliberación, y no para crear un tercer concepto, como a veces sucedió en la lengua china, sino sólo para expresar mediante la composición el significado de uno de sus miembros contradictorios, que solo habría significado lo mismo...».
No obstante, el enigma se resuelve con mayor facilidad de lo que se creería. Nuestros conceptos nacen por vía de comparación. «Sí estuviera siempre claro, no distinguiríamos entre claridad y oscuridad y, por tanto, no podríamos tener de la primera ni el concepto ni la palabra... ».
«Es evidente que todo sobre este planeta es relativo y tiene una existencia independiente sólo en la medida en que se distingue en sus nexos con otras cosas... ».
«Puesto que entonces todo concepto es el gemelo de su opuesto, ¿cómo se lo podría haber pensado la primera vez, cómo pudo comunicárselo a otros que intentaban pensarlo si no midiéndolo con su opuesto? ... ».
«Puesto que no se podía concebir el concepto de lo fuerte si no era en oposición a lo débil, la palabra que significaba "fuerte" contenía un simultáneo recuerdo de "débil" en tanto aquello a través de lo cual llegó por primera vez a existir. Esta palabra no designaba en verdad ni "fuerte" ni "débil", sino el vínculo y la diferencia entre ambas, que las creaba en igual medida ... ».
«El ser humano, precisamente, no pudo obtener sus conceptos más antiguos y simples sino por oposición a sus opuestos, y sólo poco a poco separó los dos lados de la antítesis y aprendió a pensar uno de ellos sin medirlo concientemente con el otro».
Como el lenguaje no sirve sólo para expresar los pensamientos que uno tiene, sino, esencialmente, para comunicarlos a otros, cabe preguntar por el modo en que el «egipcio primordial» daba a entender a su prójimo «el lado del concepto dual al que se refería en cada caso». En la escritura, ello se producía con ayuda de las imágenes llamadas «determinativas», que, colocadas detrás de los caracteres, indicaban su sentido sin estar destinadas a la elocución ellas mismas. «Cuando la palabra egipcia ken debía significar "fuerte", tras su sonido escrito alfabéticamente se colocaba la imagen de un hombrecillo erguido y armado; cuando la misma palabra debía significar "débil", a los caracteres que figuraban el sonido seguía la imagen de un hombrecillo acuclillado en actitud de abandono. De manera similar iban acompañadas de imágenes explicativas la mayoría de las otras palabras ambiguas». En opinión de Abel, lo que servía en la lengua hablada para indicar el signo positivo o negativo de la palabra pronunciada era el gesto.
Según Abel, el fenómeno del doble sentido antitético se observa en las «raíces más antiguas». En el ulterior desarrollo de la lengua, esa bivocidad desapareció, y al menos en la del antiguo Egipto se pueden perseguir todas las transiciones que llevan a la univocidad del léxico moderno.
«Las palabras originariamente de doble sentido se descomponen, en el lenguaje posterior, en dos de un solo sentido, en un proceso por el cual cada uno de los sentidos contrapuestos toma para sí solo una "reducción" (modificación) verbal de la misma raíz». Así, ya en la lengua jeroglífica, ken («fuerte-débil») se dividió en ken («fuerte») y kan («débil»). «En otras palabras: en el curso del tiempo los conceptos, que sólo podían hallarse como antitéticos, ocuparon al espíritu humano en medida suficiente para posibilitar a cada una de sus dos partes una existencia autónoma y así procurarles su subrogado verbal separado».
La demostración de la existencia de estos significados primordiales contradictorios, fácil para la lengua egipcia, puede extenderse según Abel a las semitas e indoeuropeas. «Está por verse la medida en que ello pudo acontecer en otras familias lingüísticas, pues aunque el sentido contrario tuvo que haber estado presente originariamente para el pensador de cada raza, no necesariamente se volvió discernible o se conservó dondequiera en los significados».
Abel destaca, además, que el filósofo Bain expuso como una necesidad lógica este doble sentido de las palabras, sin conocimiento de los hechos considerados y sobre bases puramente lógicas.El pasaje correspondiente comienza con estas proposiciones:
«The essential relativity ol all knowledge, thought or consciousness cannot but show itsell in language. If everything that we can know is viewed as a transition from something else, every experience must have two sides; and either every name must have a double meaning, or else for every meaning there must be two names».
“La esencial relatividad de todo conocimiento, pensamiento o conciencia de algo no puede menos que manifestarse en el lenguaje. Si todo lo que podemos conocer es visto como una transición a partir de alguna otra cosa, toda experiencia debe tener dos aspectos; y todo nombre debe tener un doble significado, o bien para todo significado debe haber dos nombres”.
*
Del «Apéndice con ejemplos de sentido contrario en las lenguas egipcia, indogermánicas y árabe» destaco algunos casos que pueden resultarnos significativos aun a los profanos. En latín, altus significa «alto» y «profundo», sacer, «sagrado» y «maldito»; por tanto, aquí subsiste el pleno sentido contrario sin modificación fonemática. Esta última, tendiente a la separación de los opuestos, se prueba mediante ejemplos como clamare, «gritar», y clam, «quedo, callado»; siccus, «seco», y succus, «jugo». En alemán, Boden significa todavía hoy tanto lo más alto como lo más bajo de la casa {«desván» y «piso»}. Al alemán bós («malo») corresponde un bass («bueno»); en el sajón antiguo tenemos bat («bueno») frente al inglés bad («malo»); en inglés, to lock («cerrar, tapar») frente al alemán Lücke («laguna»}, Loch {«agujero»}. En alemán kleben {«unir»} y en inglés to deave («escindir»); en alemán stumm {«callado»} y Stimme {«voz»}, etc. Así, hasta la derivación lucus (gruta) a non lucendo (no brilla), que ha provocado tantas burlas, puede tener su buen sentido.
En su ensayo sobre el origen del lenguaje, Abel (en 1885, pág. 305) registra aún otras huellas de antiguas fatigas del pensamiento. El inglés dice todavía hoy, para expresar «sin», without, o sea «consin», y lo mismo hace el prusiano oriental. Además, with, que hoy corresponde al alemán mit {«con»}, quería decir en su origen tanto «con» como «sin», como todavía se discierne en withdraw («retirar») y en withhold («sustraer»). Discernimos el mismo cambio en el alemán wider {«contra»} y wieder {«junto con»}.
Para la comparación con el trabajo del sueño tiene importancia todavía otra peculiaridad, sumamente rara, de la lengua del antiguo Egipto. «En egipcio, las palabras pueden -en apariencia, diríamos al comienzo- invertir su secuencia fónica tanto como su sentido. Supongamos que la palabra alemana gut fuera egipcia; entonces podría significar, además de "bueno", "malo", y sonar tug además de gut. De tales inversiones de la secuencia fónica, demasiado numerosas para que se pueda explicarlas como fruto del azar, es posible aportar también numerosos ejemplos tomados de las lenguas arias y semitas. Para limitarnos al comienzo a las lenguas germánicas, anotamos: Topf-pot {"pote-pote"}; boat-tub {"bote-bar-quichuelo"}; wait-tüuwen {"aguardar-tardar"}; hurry-Rube {"prisa-quietud"}; care-reck {"cuidado-cuidado, preocupación"}; Balken-Klobe, club {"viga-leño, garrote"}. Si pasamos a las otras lenguas indogermánicas, el número de casos significativos aumenta en consonancia; por ejemplo: capere {"agarrar" en latín} -packen {“agarrar” en alemán}; ren {"riñón" en latín} -Niere {"riñón" en alemán}; leaf {"hoja" en inglés} -folium {"hoja" en latín}; duma {"pensamiento" en ruso) -Ovitó; C'espíritu, coraje" en griego} -medh, mudha {"mente" en sánscrito} -Mut {"coraje" en alemán}; rauchen {"fumar" en alemán} -kurít “fumar” en ruso}; kreischen {"chillar" en alemán} -sbríek {"chillar" en inglés}, etc.».
Abel procura explicar mediante una duplicación o reduplicación de la raíz el fenómeno de la inversión de la secuencia fónica. A nosotros nos resultaría difícil seguir al lingüista en esto. Recordamos cuán de buena gana juegan los niños con la inversión fonética de la palabra y cuán a menudo el trabajo del sueño se sirve, para diversos fines, de la inversión de su material figurativo. (Aquí ya no son letras, sino imágenes cuya secuencia se trastorna.) Por eso, nos inclinaríamos a reconducir la inversión de la secuencia fónica a un factor que hincase en un nivel más profundo.
En la concordancia entre esa peculiaridad del trabajo del sueño destacada al comienzo por nosotros y la práctica descubierta por el lingüista en las lenguas más antiguas tendríamos derecho a ver una confirmación de nuestra concepción acerca del carácter regresivo, arcaico, de la expresión de los pensamientos en el sueño. Y a nosotros, los psiquiatras, se nos impone como una conjetura insoslayable que comprenderíamos mejor el lenguaje del sueño, y lo traduciríamos con mayor facilidad, si supiéramos más acerca del desarrollo del lenguaje.
***
Texto extraido de “Obras completas”, Sigmund Freud, T. XI, págs, 143-153, editorial Amorrortu, Buenos Aires, Argentina, 1979.
Traducción: José L. Etcheverry.
Selección y destacados: S.R.
Traducción: José L. Etcheverry.
Selección y destacados: S.R.
El lenguaje es un cosa de nadie y florece sin dueño.
ResponderEliminarPaul Celan
Florece en el chiste, en el lapsus. El juego con la inversión fonética de las palabras, se funda solo, es sin dueño.Ya no es predominio del lenguaje egipcio, sino es un universal.
En nuestro medio, por ejemplo existe una expresión que dice: "buena pilcha es ése" o es "buena pilcha", para designar a alguien que es todo lo contrario, estafador, delincuente o cualquier cosa menos buena. Es decir lo contrario. Así como el capital circula sin dueño y modifica todo a su paso, también el lenguaje es un patrimonio de nadie.
Así, como la vida es una construcción química que empezó, por azar, de repente a construir una molécula de ADN, estructurándose como un nudo.
El lenguaje es algo que sólo puede avanzar retorciéndose, y enrollándose, contorsionándose de una manera en que aparece trenzado, y de eso dan fe los matemáticos.
Fuente: Lacan, "La Tercera" en "Intervenciones y Textos" 2, Buenos Aires, Manantial 2010 7¨reimpresión.
El ejemplo que cité anteriormente, obviamente pertenece el lenguaje coloquial de una zona determinada.
ResponderEliminarEl mismo Freud, para referirse al término frustración; en realidad nunca habla de frustración. Habla de Versagung, que se inscribe mucho más adecuada, en la noción de "denuncia", o se habla de retractarse de un compromiso. Esta palabra "ver-sagung", significa a la vez, promesa y ruptura de promesa. Esto sucede a menudo en las palabras precedidas de VER, prefijo tan esencial en alemán y que tiene un lugar inminente en la elección de las palabras en la teoría analítica. Quiero ubicar el contexto donde Lacan, cita esta noción de Freud. Tenemos experiencias frustrantes y creemos que dejan huella. La frustración de una necesidad, nada tiene que ver con la frustración de un deseo. El deseo es en el inconsciente, reprimido, indestructible, enigma que precisamente todo el desarrollo de su obra está destinado a responder.
Fuente: Lacan, Seminario 4 "La Relación de Objeto", página 182 "El falo y la madre insaciable"