RICHARD LONG /BARRO Y MADERA DEL TUPUNGATO/EL CORDÓN DE PLATA ANDINO/ LA PAMPA Y EL RÍO PARANÁ
Long, ícono del land art, expone por primera vez en el país
Long se llama a sí mismo “artista de su tiempo” y “saltimbanqui”, representante de la generación de ‘autoestopistas’ del 60 y 70 que recorrió los cinco continentes haciendo arte pobre, minimalista o de la tierra, con el material que hallaba en su camino.
Piedras, barro y madera del Tupungato, el Cordón de Plata andino, la pampa y el río Paraná darán forma a la primera muestra en Argentina del británico Richard Long, creador y emblema del land art, en lo que prefigura una oportunidad única para conocer su obra, desde el sábado próximo en el Faena Arts Center.
El viejo edificio portuario de Aimé Paimé 1169 albergará hasta el 28 de julio “Walking Mendoza”, un site specific que Long diseñó teniendo en cuenta la inmensidad del otrora molino porteño, 630 metros de superficie y 10 de alto, tras caminar durante 14 días por las tierras rocosas de Cuyo, la planicie pampeana y suelo litoraleño sin descanso ni metáforas, de eso tratan 45 años de reconocida creación artística que lo llevó a pie por el mundo.
Embarcado en los últimos ajustes de la exhibición que promete evocar ese contacto íntimo con la naturaleza que acuña toda su obra, Long se llama a sí mismo “artista de su tiempo” y “saltimbanqui”, representante de la generación de ‘autoestopistas’ del 60 y 70 que recorrió los cinco continentes haciendo arte pobre, minimalista o de la tierra, con el material que hallaba en su camino.
Eso mismo sigue haciendo por estos días en la sala Molinos, donde preparaba “Andes-Paraná”, un wall work hecho con barro y arcilla de esas regiones; “Pampas Dreaming”, una escultura con maderas del Litoral; un monumental texto que llamó “Poesía” y una selección del land art que produjo a su paso por Cuyo, cautivado por el Aconcagua, la cima más alta de Sudamérica.
Desde la famosa “A line made by walking” (una línea hecha de caminar), foto que registra la recta que marcó en 1967 yendo y viniendo sobre sus pasos en un campo de Wiltshire; hasta “Heaven and earth” (cielo y tierra), retrospectiva que en 2009 abría la Tate Gallery con exagramas del I-Ching pintados sobre un muro con lodo; su intervención en el paisaje es cuidadosa, efímera, no busca dominarlo como otros padres fundadores del land art.
“Todo mi trabajo es sobre una marca dejada por alguien que estaba pasando por un lugar”, asevera, y ahí están el Kilimanjaro con “la escultura más alta del mundo”, dice con disimulada ironía; la deconstrucción de mil millas que hizo atravesando Irlanda de costa a costa, dejando piedras como hitos en su camino; o los sonidos captados en 22 días de caminata por España, de norte a sur.
“Lo que hago es celebrar la naturaleza, aunque soy un animal artístico, no un animal político. La filosofía verde me interesa pero cuando comencé no había movimientos ambientalistas –reseña–; mi interés tiene que ver con las caminatas, andar en bicicleta, la historia del arte y la aproximación al paisaje de Van Gogh”, algo así como un registro emotivo del territorio o un autorretrato fuera de cuadro a través de esas vistas y panorámicas.
“Mi trabajo es sobre aquello de lo que el mundo está hecho, sólo necesito agua y tierra para realizarlo y prefiero los materiales naturales”, sintetiza el artista.
El viejo edificio portuario de Aimé Paimé 1169 albergará hasta el 28 de julio “Walking Mendoza”, un site specific que Long diseñó teniendo en cuenta la inmensidad del otrora molino porteño, 630 metros de superficie y 10 de alto, tras caminar durante 14 días por las tierras rocosas de Cuyo, la planicie pampeana y suelo litoraleño sin descanso ni metáforas, de eso tratan 45 años de reconocida creación artística que lo llevó a pie por el mundo.
Embarcado en los últimos ajustes de la exhibición que promete evocar ese contacto íntimo con la naturaleza que acuña toda su obra, Long se llama a sí mismo “artista de su tiempo” y “saltimbanqui”, representante de la generación de ‘autoestopistas’ del 60 y 70 que recorrió los cinco continentes haciendo arte pobre, minimalista o de la tierra, con el material que hallaba en su camino.
Eso mismo sigue haciendo por estos días en la sala Molinos, donde preparaba “Andes-Paraná”, un wall work hecho con barro y arcilla de esas regiones; “Pampas Dreaming”, una escultura con maderas del Litoral; un monumental texto que llamó “Poesía” y una selección del land art que produjo a su paso por Cuyo, cautivado por el Aconcagua, la cima más alta de Sudamérica.
Desde la famosa “A line made by walking” (una línea hecha de caminar), foto que registra la recta que marcó en 1967 yendo y viniendo sobre sus pasos en un campo de Wiltshire; hasta “Heaven and earth” (cielo y tierra), retrospectiva que en 2009 abría la Tate Gallery con exagramas del I-Ching pintados sobre un muro con lodo; su intervención en el paisaje es cuidadosa, efímera, no busca dominarlo como otros padres fundadores del land art.
“Todo mi trabajo es sobre una marca dejada por alguien que estaba pasando por un lugar”, asevera, y ahí están el Kilimanjaro con “la escultura más alta del mundo”, dice con disimulada ironía; la deconstrucción de mil millas que hizo atravesando Irlanda de costa a costa, dejando piedras como hitos en su camino; o los sonidos captados en 22 días de caminata por España, de norte a sur.
“Lo que hago es celebrar la naturaleza, aunque soy un animal artístico, no un animal político. La filosofía verde me interesa pero cuando comencé no había movimientos ambientalistas –reseña–; mi interés tiene que ver con las caminatas, andar en bicicleta, la historia del arte y la aproximación al paisaje de Van Gogh”, algo así como un registro emotivo del territorio o un autorretrato fuera de cuadro a través de esas vistas y panorámicas.
“Mi trabajo es sobre aquello de lo que el mundo está hecho, sólo necesito agua y tierra para realizarlo y prefiero los materiales naturales”, sintetiza el artista.
www.elpatagónico.com
"La obra es todo, el horizonte, las nubes, el lugar que ocupan las montañas, mi intervención", explica Long a la prensa reunida en el lugar. Se refiere a la escultura de rocas que realizó durante su visita al Tupungato, más de una semana a pie por esas montañas.
ResponderEliminar¿Si luego la destruye? pregunta un periodista, "a veces -responde el artista oriundo de Bristol que también visitó las planicies pampeanas para este site specific- depende del trabajo, mi intención es realizar obra efímera, pasajera".
"Las caminatas las realizo solo, son personales, pero no soy un solitario", aclara en otro tramo de la rueda de prensa sobre las intervenciones que realiza como "una celebración de ese momento, en ese lugar, con ese clima y esas condiciones".
El espiral de maderas, los tótems de piedras y muchas de las figuras que delinea a su paso por el mundo -andes bolivianos, Mongolia, Alaska- remiten a diseños como los de las líneas de Nazca y monumentos prehistóricos pero no hay algo ceremonial o ritual en ellas, "me relaciono con todas las culturas antiguas que dejan un trazo sobre la tierra, pero con ninguna en particular, un sendero es lo mismo en Aconcagua o Kilimanjaro", asevera, tajante.
Nacido en 1945, Long se define como "representante de la generación de la posguerra europea" que vio "florecer su arte de la mano de la paz", y que en su caso sigue practicando "con una logística mínima, apoyado en la libertad de caminar y amparado sólo en sí mismo y el paisaje, "ante todo debo encontrar agua", resume pragmático.
La instalación -que se completa el un monumental texto "Poesía"- puede visitarse de sábados a lunes de 12 a 19, los lunes con entrada libre y gratuita; en tanto que los colegios interesados en realizar visitas guiadas y participar de los talleres creativos de vacaciones de invierno pueden buscar más información en el sitio www.faena.com/artscenter.
www.telam.com.ar