MARTIN BOYCE GANADOR DEL PREMIO TURNER 2011

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Martin Boyce, sobriedad en el Premio Turner

El artista escocés, gran renovador del lenguaje escultórico, se alza con uno de los galardones más codiciados del mundo del arte

Javier HONTORIA | Publicado el 05/12/2011

El artista escocés Martin Boyce ha sido galardonado con el Turner Prize de 2011, el premio más importante que se otorga en las Islas Británicas a artistas menores de 50 años. El de Glasgow, de 44 años, preferido en las casas de apuestas, ha sido elegido por delante de George Shaw, que partía como claro favorito entre los internautas (doblaba en votos al resto), Hillary Lloyd y Karla Black. Boyce se embolsará 25.000 libras esterlinas. El artista, que fue nominado por su trabajo en la galería The Modern Institute de Glasgow y en Eva Presenhuber de Zurich (también trabaja con la neoyorquina Tanya Bonakdar), representó a Escocia en la Bienal de Venecia de 2009.

Boyce es uno de los grandes renovadores del lenguaje escultórico contemporáneo.Explora en su trabajo el inmenso legado dejado por la riquísima tradición moderna, que mezcla con alusiones a la experiencia cotidiana. Sus esculturas, de muy variado formato, hablan de motivos que encontramos en nuestro día a día, como la arquitectura o el mobiliario urbano. Hay un componente de material frío e industrial por el que se filtra la calidez e inmediatez de nuestro aquí y ahora. No faltan las referencias al diseño moderno y al lenguaje, con signos leves que entran en relación íntima con rotundas composiciones tridimensionales.

El Turner Prize, se ha caracterizado siempre por la extravagancia y por su idilio con la polémica. Fue fundamental en los noventa, cuando, junto al impulso de los Young British Artists, consolidó un modo de difundir el arte contemporáneo que ofrecía más datos sobre la capacidad de montar brillantes operaciones de marketing que sobre la calidad de la escena británica. Uno de los momentos más célebres fue el premio logrado en 2001 por Martin Creed con sus “Luces que se encienden y se apagan”, una pieza que pronto suscitó opiniones de toda índole pero que rara vez repararon en su extraordinaria calidad.

Karla Black, Hillary Lloyd y George Shaw han quedado relegados al papel de finalistas (percibirán 5.000 libras cada uno). Martin Boyce ha ganado con un trabajo sobrio, en las antípodas del de Karla Black (que, curiosamente, le ha sucedido en el Pabellón de Escocia de la Bienal de Venecia), un espacio en penumbra, con alusiones a interiores domésticos que no esconden su herencia moderna con una mesa o un conjunto de lámparas que subrayan su propia naturaleza geométrica y abstracta. Al recuerdo de un Calder se enfrentan motivos cercanos a marquesinas o vallas metálicas. Boyce explora los elementos constitutivos de toda escultura, así el peso, la levedad, la materia, el movimiento, y los enfrenta con motivos que arrojan luz sobre una posible presencia humana y que aportan un fuerte contenido psicológico.

Buen ganador, Martin Boyce, ajeno a los ruidos y los focos y centrado en una investigación profunda y coherente sobre los postulados escultóricos modernos y contemporáneos, el modo en que se nos revelan en el imaginario cotidiano y la forma de integrarse en las dinámicas de lo público y lo privado. 


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