Lo que los mosaicos romanos revelan sobre el arte antiguo Mosaico de Bailarines Báquicos, Hatay, Turquía. Tiempo estimado de lectura: 6 minutos • Última actualización: 02.20.19 Los mosaicos romanos se componen de imágenes geométricas y de figuras creadas por arreglos de pequeñas piezas de piedra y vidrio. Las formas más tempranas de mosaicos grecorromanos fueron concebidas en Grecia a fines del siglo V aC Aunque los griegos refinaron el arte de los mosaicos figurativos incrustando guijarros en el mortero, los romanos ampliaron esta técnica establecida, usando teselas, cubos de piedra, cerámica, o vidrio: para formar diseños intrincados y coloridos. Hoy en día, estas obras ofrecen una imagen vívida de la antigua vida romana; un vistazo a las actividades cotidianas de una antigua civilización que incluyó concursos de gladiadores, deportes y agricultura, al mismo tiempo que sirve como documentación de artículos cotidianos como comida, ropa, herramientas y arm
Joséphin Péladan Escritor y ocultista francés nacido en Lyon el 28 de marzo de 1858 y fallecido el 27 de junio de 1918 en Neuilly-sur-Seine. Se había atribuido a sí mismo el título nobiliari
ResponderEliminarSurgido de una familia de agricultores y comerciantes, Joséphin Péladan era el hijo de Louis-Adrien Péladan, un periodista activo de La France Littéraire, fundador de La Semaine Religieuse «El Semanario Religioso», y de Joséphine Vaquier. Su hermano mayor, Adrien, quien llegará a convertirse en gran médico y erudito, le introduce, desde muy temprana edad, en el campo del saber cultivándolo con todo tipo de conocimientos, así mismo, comienza desde niño a realizar viajes a Avignon o Nîmes, lo cual le confiere un espíritu sagaz e independiente que en no pocas circunstancias le acarreó ciertos problemas y discrepancias, entre ellas, el haber sido rechazado por el liceo por haber abochornado a un profesor calificándolo de ateo, luego de haber asistido a un pequeño seminario en Nîmes.[cita requerida]
Se emplea en una reconocida casa de crédito de París. Viaja a Roma y a Florencia donde se apasiona por el arte del Quattrocento y especialmente por Leonardo da Vinci. De regreso a París, publica una noticia titulada Le Chemin de Damas y conoce al artista Arsène Houssaye. Se reencuentra con Léon Bloy y Paul Bourget y entusiasma a Jules Barbey d'Aurevilly para que redacte el prefacio para su novela Le Vice Suprême (1884) «El Vicio Supremo», un libro extraño, amasijo de romanticismo y ocultismo, donde se pone en escena la lucha de fuerzas secretas que se ensañan en destruir la humanidad y que resolutamente toma una postura contraria al naturalismo de Émile Zola. En cuanto a dicho autor Péladan dirá: "Ce porc-zola, ce porceau qui est en même temps un âne" «Ese puerco-zola, ese cerdillo que es asno al mismo tiempo.»[cita requerida]
Este manifiesto le abre las puertas de los cenáculos literarios al joven autor de veintiséis años de edad. Su originalidad agrada pero su exaltación hace sonreír a la crítica. Jean Lorrain lo apodaba "Le pélican blanc" «El pelícano blanco» y algunos otros calificativos más o menos ridículos. Rodolphe Salis va mucho más allá con estos calificativos que llegan a ser verdaderos improperios, lo que le vale verse perseguido en muchas ocasiones por el afectado. Se enfada con Léon Bloy. Pasa dos días en prisión por negligencia en la regularización de sus documentos militares y comienza a publicar un gran número de obras.
Cuando se apasiona por el famoso compositor Richard Wagner, desembarca en Bayreuth vestido con una traje blanco, una túnica azul claro, una chorrera de encaje y botas de piel de gacela, además un paraguas retenido a un costado por un talabarte. Si bien la viuda de Wagner no lo recibe con tales fachas, esto no le impide publicar más adelante las óperas de Wagner en francés con sus respectivas anotaciones «de manera terapéutica para desintoxicar a Francia de su materialismo».[cita requerida]
En 1888, Péladan llega ser el co-fundador junto a Stanislas de Guaita de la Orden Cabaliística de la Rosa-Cruz (Orden Rosacruz) es.wikipedia.org
Coincidiendo con la difusión de las teorías evolucionistas y el desarrollo del positivismo científico, la sociedad del siglo XIX se convirtió, paradójicamente, en el germen perfecto para el desarrollo de creencias heterodoxas. El espiritismo, las sociedades secretas, el ocultismo o la parapsicología fueron algunas de las insólitas prácticas que cautivaron a miles de personas coincidiendo con el fin de siglo.
ResponderEliminarUna de esas personas cautivadas por las doctrinas herméticas fue el francés Josephin-Aimé Péladan, un excéntrico personaje que tuvo su momento de gloria en el París de finales del siglo XIX. Péladan había nacido en Lyon en 1858, en el seno de una familia protestante convertida al catolicismo. Su padre era un periodista conservador interesado en cuestiones místicas, lo que influyó notablemente en su visión religiosa.
Con sólo 12 años, Péladan se trasladó con su familia a Nîmes, donde despertó su interés por el arte y la literatura. En 1882 se estableció en París y comenzó a trabajar en publicaciones sobre arte. Poco después, en 1884, alcanzó la fama con su novela El vicio supremo, primer tomo de una larga lista de volúmenes que conformarían su “etopeya” La decadencia latina, y que mezclaba novelas con ensayos de corte ocultista, como 'El católico ocultista' o 'Cómo convertirse en mago'. Así, Péladan compaginó en aquellos años sus actividades literarias y artísticas con su faceta de “mago”. Coincidiendo con la publicación de otra de sus novelas, Istar, se proclamó Sâr, un término de origen caldeo que venía a significar, precisamente, “maestro, príncipe o mago”.
En 1887, y junto a otro singular personaje llamado Stanislas de Guaïta, Péladan decidió crear la Orden Cabalística de la Rosa Cruz. Por desgracia, la relación no duró mucho, pues las desavenencias entre Guaïta y Péladan terminaron derivando en una escisión. En 1891, el Sâr anunció la creación de la Orden Rosa + Cruz católica del Temple y el Grial. El propio nombre de la nueva hermandad indicaba la intención de Péladan de que ésta fuera exclusivamente católica –aunque ocultista– y especialmente orientada a actividades artísticas, dando lugar a la celebración de los célebres Salones de la Rosa + Cruz, en los que durante años expusieron célebres artistas de toda Europa, en especial aquellos vinculados al movimiento simbolista.
Entre estos pintores simbolistas destacaron el belga Jean Delville y el alemán Carlos Schwabe. Delville estuvo muy influido por “Sâr” Péladan, pero además era un decidido creyente en la cábala, la magia, el hermetismo y la Teosofía, llegando a formar parte de la Sociedad Teosófica de Bélgica. Este interés por todas estas doctrinas le llevó incluso a escribir un tratado, Diálogo entre nosotros. Argumentación cabalística, ocultista, idealista. Como no podía ser de otro modo, todas estas creencias influyeron notablemente en su creación artística, en pinturas como 'Los tesoros de Satán' (1895), 'El ídolo de la perversidad' (1891) o 'El amor de las almas (1900)', por poner algunos ejemplos.
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