martes, 15 de marzo de 2016

CARMEN HERRERA. BACH

2 comentarios:

  1. (...) Se apuntó a las clases del Arts Students League. "No hubiera sido tan buena arquitecta, pero me fascina la arquitectura", dice. Parte de esta fascinación puede advertirse en sus cuadros. "El arte de Herrera tiene que ver con comunicar la pura forma", explica en conversación telefónica Carmen Juliá, comisaria de la colección de la Tate Britain y autora del catálogo que acompaña la exposición que viaja por Europa. La pintora cubana pasó de la abstracción surrealista a algo más concreto y geométrico, y desarrolló su estilo en París. "Fui con mi esposo poco después de que hubiera terminado la II Guerra Mundial y se me partía el alma al ver a los franceses intentando ser elegantes a pesar de la abrumadora pobreza", recuerda. "Buscaba mi vocabulario pictórico y era muy tímida. Me fui dando cuenta de que cuanto menos ponía en un cuadro más me gustaba". Entre 1949 y 1952 expuso en el Salon Réalités Nouvelles junto a Jean Arp, Francis Picabia y Fratisek Kupka, entre otros. Cuando finalmente regresó a Nueva York -"por falta de dinero"-, Herrera se llevó consigo todos sus cuadros y empezó una larga travesía por el desierto. Pronto sintió que el ambiente en EE UU era mucho menos receptivo a su trabajo. Se quedó de alguna manera descolgada. "No tiene sentido que haya estado marginada", señala Juliá. "Su trabajo era muy contemporáneo con lo que ocurría en París. Dentro de Nueva York estaba relacionada con lo que hacía Ellsworth Kelly, pero ella trabajó en formatos más pequeños". El hecho de ser mujer tampoco ayudó a romper su aislamiento. La pintora aún recuerda la visita de una reconocida galerista, Rose Fried, a su estudio y cómo tras alabar su trabajo le advirtió de que no trabajaría con ella por su sexo.
    Herrera piensa que la pintura es el arte de la soledad. Le gusta trabajar en silencio y a solas. "Siempre tengo un problema que resolver. Se trata de dimensiones, de aritmética. Todo tiene sus medidas y su relación", explica. Armada con una escuadra y una regla cada día se enfrenta a sus lienzos. Durante años se preguntó qué haría con todos ellos. Sólo encontraba aliento en su esposo, que siempre le animó a continuar. "Llegó un punto en el que tenía miedo hasta de regalar las obras", confiesa. Pero la solución a sus preocupaciones y angustias no la encontraba en la medicina sino en el arte. "Mis amigas del Village iban al psiquiatra y yo en cambio, al Metropolitan".
    En este blog el 2 de mayo de 2011

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  2. (...)Desarrolló su estilo artístico durante los años de posguerra en París, donde la pareja vivió de 1948 a 1953. En París y Nueva York socializaron con artistas entre los que se contaban Jean Genet, Barnett Newman, Wifredo Lam y Willem de Kooning. Herrera se unió a la influyente galería parisina Salón de Nuevas Realidades, donde exhibió junto a expo
    Nacida en La Habana en 1915, su padre fue el editor fundador del diario El Mundo y su madre una periodista. De niña tomó clases de arte, asistió a una escuela de élite en París, estudió arquitectura y se entrenó en la Liga de Estudiantes de Arte en Nueva York. En 1939 se casó con Jesse Loewenthal, un profesor de inglés de la escuela secundaria Stuyvesant en Manhattan.
    nentes del arte abstracto como Max Bill y Piet Mondrian.

    Pero aunque sus obras se presentaban aquí y allá, incluyendo en el Museo Alternativo en 1984 y El Museo del Barrio en Nueva York en 1998, nunca vendió nada.

    Bechara dijo que Herrera y otros artistas que vivían en el vecindario en los años 60 y 70 "sabían que ella tenía algo importante y todos nos preguntábamos cómo no estaba siendo reconocida".

    Su gran oportunidad llegó cuando fue incluida en un show en el 2004 en la galería Latin Collector en Manhattan, gracias a Bechara.

    El dueño de la galería, Frederico Seve, se quejó con Bechara durante una cena de que uno de tres pintores geométricos latinoamericanos se había retirado de una próxima exhibición. Bechara le presentó a Herrera. Seve quedó cautivado, la incluyó en la muestra y llamó a varios coleccionistas.

    "El New York Times y otras publicaciones hicieron reseñas maravillosas y esta vez vendió", dijo Bechara. Ella Fontanals-Cisneros, una coleccionista con una fundación de arte en Miami que lleva su nombre, compró cinco pinturas. La coleccionista y filántropa Estrellita Brodsky adquirió igual número de cuadros y la presidenta emérita del MoMA Agnes Gund compró varios y le donó uno al museo.

    La Galería Lisson, que representa a Herrera, se interesó en su trabajo luego que su propietario lo vio en una exhibición en Londres.
    www.diariodecuba.com 1 de junio de 2015 por los 100 años de Carmen Herrera

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