jueves, 3 de marzo de 2016

PABLO PICASSO 1881-1973

Retrato de Dora Maar, 1937-Musée Picasso, París
Téte de Femme, Bronze-París, musée Picasso

3 comentarios:


  1. Entre 1907 y 1914, Pablo Picasso y Georges Braque desarrollaron el cubismo en París, inspirándose en la forma, cada vez más geométrica, que tenía Cézanne de representar los paisajes y las naturalezas muertas, y en las formas dinámicas de la escultura africana e ibérica.

    El cubismo llegó a ser el estilo artístico que más influencia ejerció entodo el siglo XX; se basa en poner de relieve la bidimensionalidad del plano pictórico, rechazando los valores tradicionales de perspectiva, escorzo, modelado y claroscuro. La pintura cubista atravesó diferentes fases, entre las manos de Picasso y Braque inicialmente, y más tarde las de Fernand Léger, Robert Delaunay, Sonia Delaunay y Juan Gris, para ser modificado posteriormente por un grupo de artistas italianos entre los que se encontraban Gino Severini, Umberto Boccioni, Carlo Carragrave; y Giacomo Balla.

    El cubismo en América Latina tiene, entre otros representantes, al cubano Wifredo Lam y al mexicano Diego Rivera en su obra de caballete. Su intención de expresar en el arte el avance dinámico del siglo XX se conoce como futurismo. En los años 1930 se da a conocer el uruguayo Joaquín García Torres, precursor del arte constructivo.
    profesorenlinea.cl

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  2. El sueño de Pablo Picasso
    El sueño (también conocido con su nombre en francés, Le rêve) en es un cuadro del pintor español Pablo Picasso pintado en 1932. Está hecho mediante la técnica del óleo sobre lienzo y es de estilo cubista.

    El cuadro, cuyas medidas son 130 x 97 cm, representa a una mujer que yace dormida, con los brazos doblados, la cabeza ladeada y los senos al descubierto. La modelo del cuadro es Marie-Thérèse Walter. A la hora de pintar el cuadro, Picasso optó por simplificar, reduciendo las formas a volúmenes esféricos. Se conserva en la colección privada del millonario estadounidense Steve Wynn. Este tenía vendido un Picasso en $139 millones pero lo agujereó y debió cancelar la operación

    La venta iba a suponer el precio más alto que se hubiera pagado jamás por una pintura. Pero el dueño de “El Sueño”, un magnate de Las Vegas, le pegó un codazo mientras se lo mostraba a unos amigos. El accidente no fue sólo torpeza, el hombre padece una enfermedad ocular que le afecta la visión periférica.

    El magnate de Las Vegas Steve Wynn tuvo que dar marcha atrás en la venta del cuadro de Picasso “El Sueño”, porque rompió el lienzo de un codazo cuando lo estaba mostrando a unos amigos.

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  3. Cuando Pablo Picasso y Dora Maar se conocieron, ella tenía 29 años y él 55. Fue en París en el mítico café Deux Magots en 1936, poco antes del comienzo de la guerra civil española. Ella arrastraba una tormentosa relación con el filósofo Georges Bataille y con el actor Louis Chavance. Él, ya un dios indiscutido en todo el mundo del arte, seguía casado con la rusa Olga Khokhlova, madre de su hijo Paulo, y compartía casa con la sueca Marie-Thérèse Walter, madre de Maya. La pasión amorosa entre ambos estalló con tal furia que parecía que nada de lo que ocurría a su alrededor importaba. Como a sus anteriores (y posteriores) mujeres, Picasso la retrató decenas de veces. Era su modelo y su musa. Hasta que, en 1943, todo acabó. Él la sustituyó por Françoise Gilot mientras que Dora inició un descenso a los infiernos en una dolorosa caída durante la que recaló en hospitales psiquiátricos, con aplicación de electroschocks incluida, hasta terminar refugiada en la religión en su apartamento parisino, alejada y apartada de un mundo en el que durante unos años había sido una de sus reinas imprescindibles. Murió en 1997 completamente sola, a los 89 años

    Aunque su personaje ha servido de inspiración literaria en varias ocasiones y algunos historiadores del arte se han aproximado a su vida, pocas certezas se tienen de ella al margen del tiempo durante el que estuvo vinculada al artista malagueño. La leyenda en torno a su persona ha ido creciendo con el tiempo hasta adueñarse de la realidad. Los enigmas son muchos y atañen a sus orígenes, a su valía como fotógrafa y pintora, a su peso dentro del Surrealismo, a su actitud política durante la guerra civil española y la Segunda Guerra mundial, a su locura. Victoria Combalía (Barcelona, 1952), historiadora y crítica, ha dedicado veinte años a desentrañar los muchos misterios que rodean la vida de la musa más desesperada de Picasso. El resultado de este trabajo es la biografía titulada sencillamente Dora Maar (Circe) en la que a lo largo de 358 páginas vuelca los descubrimientos obtenidos en más de 2000 documentos inéditos y las numerosas entrevistas telefónicas que Combalía mantuvo con Maar en 1994.

    Dueña de unos deslumbrantes ojos claros cuyo color definía la luz del día, Dora Maar era una mujer de presencia imponente y porte elegante. Nacida en París en 1907 como Henriette Markovitch, era hija de un arquitecto croata y una madre francesa dedicada a la familia. La posición económica era elevada debido a los años durante los que el padre construyó numerosos edificios en Argentina. En ese tiempo, Dora aprendió español, una ventaja para su aproximación a Picasso.



    A finales de los años 20, Maar formaba parte del círculo de los surrealistas. Era amiga y colega de Brassaï y de Cartier Bresson. Sus fotografías de personajes de perdedores y excluidos de la sociedad eran aplaudidas y valoradas entre los expertos.

    Amante del mundo de la alta costura, se movía como pez en el agua en los ambientes de la alta burguesía y entre las mesas de los cafés que frecuentaban los artistas de toda índole. Ideológicamente simpatizaba con los partidos políticos de izquierda, aunque, a diferencia de Picasso, no llegó a militar en ninguno de ellos.

    Su manera de entender la fotografía y su popularidad entre los surrealistas le sirvieron a Dora para entrar en la vida de Picasso. Muy segura de sí misma en aquellos años, Dora Maar llamó la atención del artista con una curiosa anécdota que Combalía cuenta en el libro y que también da pistas sobre el carácter masoquista de Dora. Ocurrió en el café Les Deux Magots. Ella se puso a jugar con una navajita que habitualmente llevaba en el bolso. Haciendo saltar la hoja entre los dedos, no detuvo el juego pese a que la sangre chorreaba por su mano. Picasso quedó hipnotizado y le pidió sus guantes moteados de sangre.

    Con los guantes, Dora le entregó su vida.
    (...)



    Después de Picasso, solo Dios.cultura.elpais.com

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