jueves, 23 de junio de 2016

Cine documental Picasso y sus mujeres.



www.efba.org- Fundamento del Comentario.

3 comentarios:

  1. La mujer, está en la vida de Picasso como signo,"escandido como tal, de que se cambia de razón, y por ello el artista se dirige a esa razón. Se cambia de razón es decir, de discurso".Lacan Cubismo analítico, cubismo sintético. Etapa Rosa. Etapa Azul.
    La mujer como síntoma
    Aún mas, podríamos pensar que el encuentro con una mujer se halla, a veces, en las bases de constitución del síntoma?. Por ejemplo, en el caso del hombre de las ratas, las ideas obsesivas relativas a la muerte del padre, se articulan con su encuentro con el Otro sexo.

    En el sem 23, clase del 18-10-75, Lacan define el síntoma bajo la forma del "pero no eso" y articula esta modalidad con la no existencia de la mujer como toda. Las mujeres son no todas significa que ellas no se prestan a la generalización falocéntrica. Mas aún, le hacen una frenada al goce fálico del varón.

    "Pero no eso" alude a lo singular, que lejos de demostrar la regla, la objeta. "Pero no eso", entonces, es la voz que se levanta frente a toda prescripción de uniformidad.

    En cambio, el fantasma reposa en el "es eso", en el sentido en que su lógica se liga con la obturación del no todo. Sucede que el fantasma intenta velar como respuesta al deseo del Otro, en todos los casos, aunque su vacilación indique la imposibilidad de tal pretención. Entonces, no sólo vela lo real sino que también es entrada a lo real.

    El carácter masculino del fantasma masoquista, paradigma de todo fantasma, se entronca con que elide el no todo, velando así la diferenciación sexuada.

    Podemos pensar que si una mujer es síntoma de un hombre lo es como lo imposible de reducir a la generalización fantasmática falocéntrica, apuntando en esa resistencia a lo singular. Esta función de tapón no es nunca totalmente cumplida, por el contrario en una relación de un hombre con una mujer siempre ocurre alguna cosa que cojea, algún fracaso, una falla, "eso no va". Es por lo que se califica a la mujer de síntoma.

    El síntoma continua indicando lo insoportable, lo imprevisible, lo impensable, lo que vuelve al mismo lugar. La mujer viene como suplencia de la relación sexual imposible de escribir, permanece como síntoma.

    Si una mujer es un síntoma, no sabríamos como curarlo. Curarse de una mujer, podría ser el producto imaginario del fantasma del obsesivo. "La mujer no existe, la mujer es el sueño de un hombre. Hay mujeres", dice Lacan. Hay mujeres, también dice J Sabina, hay mujeres veneno, mujeres imán, mujeres de fuego y helado metal, mujeres consuelo, mujeres fatal.


    ResponderEliminar
  2. Picasso, Dora Maar en este blog el 22 de octubre de 2014-

    ResponderEliminar
  3. Dueña de unos deslumbrantes ojos claros cuyo color definía la luz del día, Dora Maar era una mujer de presencia imponente y porte elegante. Nacida en París en 1907 como Henriette Markovitch, era hija de un arquitecto croata y una madre francesa dedicada a la familia. La posición económica era elevada debido a los años durante los que el padre construyó numerosos edificios en Argentina. En ese tiempo, Dora aprendió español, una ventaja para su aproximación a Picasso.

    Maar tuvo una gran preparación intelectual y artística, primero en la pintura y luego en la fotografía, por la que, desde muy joven, formó parte de los círculos más vanguardistas del París de los años 20 y 30. Combalía advierte en su libro que Dora Maar no es una de las muchas modelos que se acercan a Picasso para acabar siendo devoradas sexualmente por el artista. La investigadora mantiene que junto a la pasión enloquecida que ambos vivieron, hubo un entendimiento intelectual que Picasso no alcanzó con ninguna de sus muchas otras amantes.

    A finales de los años 20, Maar formaba parte del círculo de los surrealistas. Era amiga y colega de Brassaï y de Cartier Bresson. Sus fotografías de personajes de perdedores y excluidos de la sociedad eran aplaudidas y valoradas entre los expertos.

    Amante del mundo de la alta costura, se movía como pez en el agua en los ambientes de la alta burguesía y entre las mesas de los cafés que frecuentaban los artistas de toda índole. Ideológicamente simpatizaba con los partidos políticos de izquierda, aunque, a diferencia de Picasso, no llegó a militar en ninguno de ellos.

    Su manera de entender la fotografía y su popularidad entre los surrealistas le sirvieron a Dora para entrar en la vida de Picasso. Muy segura de sí misma en aquellos años, Dora Maar llamó la atención del artista con una curiosa anécdota que Combalía cuenta en el libro y que también da pistas sobre el carácter masoquista de Dora. Ocurrió en el café Les Deux Magots. Ella se puso a jugar con una navajita que habitualmente llevaba en el bolso. Haciendo saltar la hoja entre los dedos, no detuvo el juego pese a que la sangre chorreaba por su mano. Picasso quedó hipnotizado y le pidió sus guantes moteados de sangre.

    Con los guantes, Dora le entregó su vida.

    Dedicada en cuerpo y alma a Picasso, Dora documenta con su cámara la compleja realización del mural más famoso del mundo: el Guernica. Su objetivo detalla la metamorfosis de los personajes que ocupan la tela, un trabajo por el que nunca llegó a cobrar nada, ni siquiera los derechos de reproducción que tan bien le hubieran venido en sus difíciles años posteriores.

    Ambos comparten amistades, veranos, viajes, trabajo y vida. Y especialmente sexo, algo en lo que Picasso parecía ser tan insuperable como en su pintura.

    Pero mientras que para ella no había más mundo, él seguía viendo a otras mujeres. A sus anteriores amantes y a las nuevas. Y la bellísima y deslumbrante Dora pasó a ser la mujer desencajada, rota y llorosa que acabó ingresada en un psiquiátrico.

    En 1943 Picasso se enamoró de Françoise Gilot y para Dora se acabó el mundo. La musa divina se convirtió en una loca a la que muchos fueron abandonando. Su amigo Paul Eluard fue una de las pocas excepciones entre los que mantuvieron su amistad hasta el final.

    Con el paso de los años, Dora Maar volvió a la pintura pero muy esporádicamente a la fotografía. No se le volvió a conocer ninguna relación amorosa. Para sorpresa de muchos, abrazó el catolicismo con una intensidad que ya nunca abandonaría. Después de Picasso, solo Dios.

    cultura.elpais.com
    Dora Maar, concurrió a escuelas argentinas durante los primeros años del nivel primario. Hablaba español. Se analizaba con Lacan.Fue una fotógrafa e importante artista.

    ResponderEliminar