miércoles, 4 de octubre de 2017

AUTORRETRATO DE JACK KEROUAC EN EL MNBA



Autorretato de Jack Kerouac

Juan José Cambre se recibió de arquitecto en la Universidad de Buenos Aires en 1974. Estudió pintura en el taller de Luis Felipe Noé entre 1972 y 1974. En 1976 realizó su primera exposición individual en la galería Lirolay y participó en una muestra en la galería Artemúltiple. Su producción temprana se basaba en fotografías familiares o de diarios y revistas, que trasladaba a sus pinturas transformando a los retratados en apariciones fantasmales. El aspecto expresionista de aquellas pseudo-copias era en realidad el resultado de un proceso de traspaso de las figuras mediante una cuadrícula sobre la tela. La retícula ayudaba a estructurar la composición de una imagen inestable en su configuración, donde emergían siluetas de cuerpos en un magma de color, apenas restos de las figuras originales. Cuando en 1984 pintó su Autorretrato de Jack Kerouac, Cambre ya se había liberado de la cuadrícula y había asumido la pulsión del gesto sin restricciones. El cuadro fue motivado por la invitación a participar de la Bienal de México cuyo tema convocante era, precisamente, el autorretrato. El artista se encontraba leyendo fervorosamente al escritor beatnik y como si su espíritu lo hubiese poseído pintó el cuadro de autorreferencialidad apócrifa. Los vínculos con la literatura son frecuentes en la obra de Cambre, amigo del poeta Arturo Carrera (1). Otros títulos de sus pinturas también traslucen sus intereses literarios (T.S. Eliot y yo, 1982; Franz y Ottla Kafka como si fuéramos nosotros, 1987) o semejan versos de poemas (En vano espero la palabra escrita, 1987). Autorretrato... fue realizada con Loxon, una pintura industrial muy difundida entre los artistas jóvenes de los 80 porque su poder cubritivo y bajo costo en relación con los materiales más nobles les permitía expandir sus formatos, experimentar la expresividad sobre grandes superficies y canalizar la efervescencia de aquellos años de la posdictadura. La pintura de Cambre había adquirido la velocidad propia de ese tiempo vertiginoso. La gestualidad en su producción de aquella época prima en la composición de esta gran cabeza, fruto del frenesí de brochazos que arrastran y “ensucian” los tintes y chorreaduras aún menos controladas que interceptan los muchos matices de este singular cuadro monocromático. Cambre integró las exposiciones de La Nueva Imagen organizadas por Glusberg desde 1982. Las mismas reunían a pintores de diferentes generaciones y muy diversas poéticas en nombre del regreso al goce de la pintura en sincronía con el mundo. Una construcción discursiva deudora menos de su homónima norteamericana que de la concepción de la Transvanguardia italiana promovida por el crítico Achille Bonito Oliva. La obra del MNBA formó parte de La Nueva Imagen argentina curada por Glusberg para la Bienal de San Pablo de 1985 que, junto con otra muestra dedicada a la Nueva Figuración, se sumó al envío oficial de la Argentina, representada entonces por Alejandro Puente. En aquella versión de La Nueva Imagen participaron también Ana Eckell, Fernando Fazzolari, Guillermo Kuitca, Alfredo Prior, Armando Rearte, Juan Pablo Renzi y Pablo Suárez. La curadora general de la Bienal, Sheila Leirner, diseñó un espacio peculiar, llamado la Gran tela, para exhibir las obras de los artistas contemporáneos. Se trataba de un sector de largos paneles donde las pinturas se exhibían todas juntas, muy próximas una a otra, sin identificación de autoría, como formando una sola y vasta obra, apoteosis de la pretendida universalización del neoexpresionismo en los 80. La misma provocó varios debates. Glusberg se opuso a la propuesta y finalmente las obras de los argentinos fueron montadas juntas pero separadas del resto en el extremo de uno de los corredores de la Gran tela; allí podía verse el Autorretrato de Jack KerouacEn cada sueño habita una pena de Alfredo Prior (inv. 9334) y La terraza de Pablo Suárez (inv. 9372).Viviana Usubiaga
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