Alfredo Guttero (argentino), 1882/ 1932




Alegoría del Río de la Plata o Desnudo Femenino con drapeado azul(1828) /Susana y los Viejos

"Oda"de Guttero y"Susana y el Viejo" de Berni 1) Mujeres indolentes-2) La Anunciación
Retrato de Alberto Candioti

Comentarios

  1. La etapa europea hasta 1927, define el arte de Guttero. No se entiende ese tramo de la historia del arte argentino sin la presencia de Guttero, que al regresar de Europa convoca en el Salón de los Pintores y Escultores Modernos a figuras como Pirovano, Butler, Spilimbergo, Xul Solar y Sibellino, Guttero defiende la modernidad frente a la posición conservadora de quienes esgrimen argumentos academicistas.
    En sus obras se reconocen los espejos en los que se mira, desde Tamara Lempicka a Munch, pasando por Kokoshka, Klimt, Léger y la pintura italiana de esa época que despierta su pasión por la obra monumental y esa técnica mestiza entre la pintura, el fresco y el mural.
    Alicia de Arteaga, RETROSPECTIVA, Escritos sobre papel 1990-2010

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  2. La polémica Guttero vs. Berni

    Sep-20-06 - por Rosendo Fraga

    Antonio Berni: Susana y el viejo, 1931
    La excepcional retrospectiva del pintor modernista argentino Alfredo Guttero que se exhibe en el Malba, es una evidencia más de la calidad de las muestras de este Museo y de la necesaria revalorización de obras como las del mencionado artista, que todavía falta "poner en valor" en cuanto a su conocimiento y difusión.

    Este pintor argentino que nació en nuestro país en 1882 y viajó a Europa en 1904 para perfeccionarse con una beca otorgada por el presidente Roca, quien puso más interés que sus predecesores en promover artistas -como fue también el caso de Lola Mora en escultura- vivió un cuarto de siglo en dicho continente integrándose al mundo artístico europeo, pero sin perder sus conexiones locales, retornando al país donde pasó los últimos cuatro años de su vida.

    Los colores y formas, en los comienzos recuerdan algo al impresionismo francés y después se asemejan al modernismo brasileño en mi opinión.

    Uno de los capítulos más interesantes de la muestra es el diálogo, influencia o interacción entre la obra de Guttero y los pintores argentinos contemporáneos.

    La perspectiva política aparece en la comparación entre dos cuadros, uno que integra la retrospectiva del pintor evocado y otro de Berni.

    Para Berni, el compromiso político y social era central -aunque en esa misma época también ilustró una vida de San Martín editada para niños por la entonces Editorial Atlántida que hoy es muy difícil de conseguir- en cambio, para Guttero, la belleza era un fin en si mismo.

    El contrapunto entre ambos o la contradicción, en esta muestra, se da entre el cuadro "Susana y el Viejo" de Berni de 1931 presentado en la exposición de Amigos del Arte y "Oda" pintado por Guttero al año siguiente para ser expuesto en el Salón de Bellas Artes.

    Este último era 23 años más joven que Guttero, pero antes que la edad, los diferenciaba su visión respecto al fin o utilidad del arte.


    Alfredo Guttero: Oda, 1932
    "En el caso de Antonio Berni la confrontación de su Susana y el viejo con el yeso Oda de Guttero permite reconstruir la polémica entre dos protagonistas centrales de la época y las fisuras existentes en el territorio de la modernidad" dice en el Catálogo Marcelo E. Pacheco el curador de esta magnifica exposición, quien agrega que crítica política (Berni) y alegoría poética (Guttero), se enfrentan en ambas obras, de acuerdo al estudio al respecto de Patricia M. Artudo.

    El eje de ambos cuadros son dos desnudos femeninos con figura central. El de Berni es una mujer joven de amplia cabellera rubia recostada totalmente desnuda sobre una cama, con un cortinado detrás, a cuyo costado la mira o la espía un señor mayor, de cierta calvicie, gruesos bigotes y anteojos, que la mira hierático, aunque se supone que libidinosamente. En mi opinión, el señor mayor que pinta en esta posición, es el retrato del General José Félix Uriburu, el presidente de facto que gobernaba en 1931, el año en que fue pintado el cuadro. Las convicciones ideológicas de Berni estaban en las antípodas del presidente del primer golpe exitoso de la historia argentina(...).www.nuevamayria.com

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  3. De acuerdo a la teoría expuesta en el catalogo, el cuadro "Oda" de Guttero, también con una mujer desnuda recostada sobre una cama en similar posición a la de Berni, que incluye también un cortinado al fondo, no tiene al viejo mirando lascivamente en el fondo, sino a otra bella y amigable figura femenina. La escena, me hace acordar un poco al estilo de las figuras femeninas muy naif de Norah Borges, sin por ello querer comparar la entidad de los artistas.

    Planteado así, Guttero responde con belleza pocos meses después a la pintura de crítica social de Berni, estableciendo el contrapunto.

    Pero en la misma muestra una de las primeras pinturas de Guttero, de 1920, se llama "Susana y los Viejos" casi exactamente igual que la mencionada pintura de Guttero de 1931 "Susana y el Viejo".

    La escena de este cuadro de Guttero, tiene como figura central a una bella joven desnuda parada, tras la cual hay un cortinado -igual que la pintura de Berni de once años más tarde- en el cual a lo lejos dos hombres mayores (los viejos), la miran o espían libidinosamente -esto surge más de la interpretación que de la expresión- con una figura femenina que se diluye al pie del desnudo central. En la pintura hay cierta alegría y tanto rasgos como colores parecen por un lado recibir la impronta del impresionismo francés de fines del siglo XIX, como también ciertos rasgos de la pintura del suizo-germano Kirchner en su versión alemana. Es una pintura de Guttero en la plenitud de la influencia europea, sin los yesos que comenzó a usar después.


    Alfredo Guttero: Susana y el viejo, 1920
    La similitud de los motivos de ambas pinturas es más que obvia. Entre dos pintores que se conocían y que seguían sus obras, no es posible que Berni haya utilizado exactamente el mismo motivo y el mismo nombre femenino (Susana) y seguido de los mismos términos (y los viejos para Guttero y el viejo para Berni), con la sola diferencia de una s.

    Mi hipótesis es que el cuadro de Berni de 1931 es una clara respuesta al de Guttero de 1920. Creo que el singular para el viejo que usó el primero (la única diferencia en el titulo) fue al sólo efecto de ubicar como figura masculina de edad al General Uriburu, en ese momento el centro de su rechazo político.

    Pero el contrapunto planteado en el catálogo, se hace en mi opinión mucho más nítido e interesante, al comparar las dos "Susanas" de Guttero y Berni. Que "Oda’ del primero sea una respuesta a "Susana y el Viejo" del segundo, pienso que es una conjetura que puede ser útil para mostrar el contrapunto en la visión artística, pero que la Susana de Berni es una respuesta directa al de Guttero once años después, creo que es una hipótesis demostrable.

    Cabe la posibilidad que Berni haya tomado el motivo de Guttero, para introducir en forma crítica la figura de Uriburu, pero ambos vivían en ese momento en la Argentina, se conocían y se trataban.

    Aún con un mismo motivo, "Susana y los Viejos" de Guttero, muestra ante todo la belleza y "Susana y el Viejo" de Berni la critica. Es así como cambiando el cuadro del primero en la comparación con el del segundo, podemos llegar al mismo planteo que realiza el catálogo, pero en base a una comparación más exacta y precisa.www.nuevamayoria.com

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  4. (...)III La pintura de Guttero toma sin recaudos ni pudores para producir una gramática de formas nuevas y curiosas. Es un ejemplo típico de buen modernismo latinoamericano. A simple vista hay ecos de cubismo, de expresionismo, de renacimiento y de manierismo. Pero en él, nada se parece exactamente a nada. A lo que, en su fanatismo por los frescos italianos, le agrega el uso del yeso cocido –como costras–. Decía al respecto: “Yo siento un gran entusiasmo por la escultura. He buscado siempre en ella la pintura. Esto que parece paradójico es a mi parecer lo verdadero y lo realmente hermoso de las grandes obras de pintura. La pintura, a mi entender, o mejor dicho a mi manera de sentir, debe ser un bajorrelieve colorido”.

    Con esa idea y esa sensación en mente, pinta Las Bañantes. Un ballet mecánico que evoca las escenas de playa de Picasso, y otro tanto a Léger y a Rego Monteiro, aunque el movimiento congelado, la sensación de volumen de los cuerpos y el agua dura como merengue pueden llegar a retroceder en el tiempo hasta el helenismo: y entonces las olas se vuelven serpientes que aprisionan como a Laocoontes las piernas de las mujeres.

    Los retratos, en especial los de los hombres (Guttero, con algunas excepciones, parece interesarse especialmente por la psicología masculina), son la melancolía hecha pintura. Hombres fitzgeraldianos, lánguidos y de sexualidad ambigua. Veamos el retrato de Lucien Cavarry: el músico está recostado sobre un sillón, sus brazos cadavéricos cuelgan inertes como las agujas de un reloj detenido a las nueve y media de la noche. El color de su piel, de un violeta rosado, las ojeras profundas, lo insinúan enfermo. Lleva puesto un traje de un blanco extraño, entre contaminado y perverso, que hace que las ropas en Guttero se vuelvan más sexies que sus desnudos. Después está el retrato de Alberto Candioti, diplomático argentino en Italia, donde Guttero pinta al hombre en una postura jactanciosa, casi de conde metafísico. Lleva una vanidosa capa negra con el volumen y la gravedad de las montañas y un monóculo que parece enturbiar más que aclarar su visión. Puede que sea la mirada actual, pero es difícil no pensar que este cuadro esconde cierta mofa ante la pretensión del retratado.

    Donde la ironía es más evidente, pero de todas formas confusa, es en la Anunciación de 1927. Es una imagen que hace ruido por todas partes: el ángel parece una flapper de los años veinte con pechos de Lolita, los colores de esmalte de uñas de las ropas distan mucho de las convenciones, los pliegues de las alas recuerdan la concha de la Venus de Botticelli pero, sobre todo, está el gato. Guttero podría haber acompañado la escena con unos lirios, una rama de olivo, o una vela encendida, pero no, eligió pintar a un gato, un poco diabólico y estresado a punto de meter la cola. Y eso no parece un comentario casual.

    IV Resulta que el sobrino de Guttero era ingeniero civil y trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas. Fue él quien lo llevó a visitar algunas construcciones. Guttero realizó entonces un par de paisajes industriales que destilan confianza en el desarrollo del país. Pero se permite sus licencias, o la mano y la imaginación le ganan, y sobre el puente no puede dejar de pintar unos caballitos azules a lo Franz Marc.

    (...) María Gainza www.pagina12.com.ar

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