jueves, 7 de julio de 2016

FRANCIA, EN EL ORIGEN DE NUESTRA INDEPENDENCIA / 1816-2016

Francia, en el origen de nuestra independencia

PARA LA NACION
JUEVES 23 DE JUNIO DE 2016
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En el bicentenario de la Independencia argentina es pertinente recordar el gran papel que tuvo Francia para que América avanzara hacia un sistema republicano.
El Iluminismo francés, como contracara del absolutismo español que dominaba la región, inspiró la independencia de nuestro continente. Así, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que surgió de la Revolución Francesa fue la pieza que marcó con claridad a nuestros patriotas de 1810 y 1816: todos los hombres son libres e iguales ante la ley. Este texto fundamental, recordemos, tiene su versión femenina: Olimpia de Gouges publicó en 1791 la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, donde expresó: "Si la mujer puede subir al cadalso, también se le debería reconocer el derecho de poder subir a la Tribuna".
De este lado del Atlántico, Mariano Moreno fue una figura clave en la difusión de las ideas de la revolución. Moreno tradujo al castellano Elcontrato social, de Jean-Jacques Rousseau, y permitió así que se expandieran las ideas de libertad e igualdad. De esta manera, el pensamiento de los hombres y las mujeres de Francia se metió de lleno en nuestra forma de pensar, lo que nos une al país galo en este Bicentenario.
En la cena que el presidente Mauricio Macri ofreció en el Museo del Bicentenario con motivo de la visita de François Hollande, el primer mandatario francés relató lo cómodo que se sentía en Buenos Aires, una ciudad cuyo estilo tanto le evocaba a París. Y habló del monumento de plaza Francia que la comunidad francesa nos legó en 1910 para el centenario de la Independencia. Ese monumento muestra a dos Marianne: una conduce de la mano a la otra, la República Argentina, claramente más joven. Por encima, la Gloria las guía con una antorcha que ilumina el camino de ambas. Marianne es la figura alegórica que representa los valores de libertad, igualdad y fraternidad que se impusieron en la revolución de 1789.
No muy lejos de allí, los restos mortales del General José de San Martín descansan desde 1880 en la capilla Nuestra Señora de la Paz, en la Catedral Metropolitana. Nuestro general es custodiado permanentemente por dos granaderos... y por tres Marianne, figuras femeninas potentes, con sus gorros frigios, que en este caso representan a cada uno de los países que San Martín liberó: la Argentina, Chile y Perú.
Con orgullo, las mujeres, Francia y las Marianne estamos estrechamente ligadas en esta fecha trascendental que nos pone frente a los desafíos de los próximos 200 años. Buscamos un mundo mejor, donde cuidemos los recursos en pos de las próximas generaciones; un mundo equitativo, integrado, inclusivo, basado en los principios fundantes de esas dos revoluciones: la francesa y la argentina. Inspiradas en la alegoría de Marianne, las mujeres francesas y argentinas nos ponemos al frente con vocación emprendedora y liderazgo en el mundo de lo público, las empresas y la sociedad civil. Pensamos que un mundo que se supere es posible, donde cada una desde su campo de acción, por pequeño que sea, puede hacer una diferencia. Estamos dispuestas a aportar luz para lograr todas juntas un futuro mejor.
Presidenta de la Asociación Marianne de mujeres francoargentinas

2 comentarios:

  1. La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana

    En el año de 1791 escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (Déclaration des Droits de la Femme et de la Citoyenne). Es una paráfrasis de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (Déclaration des Droits de l´Homme et du Citoyene) publicada el 26 de agosto de 1789. Propone la emancipación femenina en el sentido de la igualdad de derechos o la equiparación jurídica y legal de las mujeres en relación a los varones.

    En el prólogo de dicho documento se declara: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta; por lo menos no le privarás ese derecho. Dime, ¿qué te da imperio soberano para oprimir a mi sexo?. ¿Tu fuerza?. ¿Tus talentos?” (Díaz-Doucaret, 1993, p.154). Hace un llamado a la justicia y a la igualdad de derechos entre varones y mujeres, y luego parafrasea cada artículo de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano.

    El primer paso que tenía que darse para hacer valer los derechos de las mujeres era cuestionar la naturalidad de la supremacía del varón sobre la mujer y la supuesta naturalidad y exclusividad del atributo de la inteligencia en los varones.

    También cuestiona por qué se obtuvieron derechos nada más para los varones y por qué no se obtuvieron derechos para las mujeres durante la primera fase de la Revolución Francesa, si la razón indica que deben tenerlos ambos si tanto varón como mujer son iguales.

    Revoluciones incompletas

    Las revoluciones que los historiadores han llamado burguesas y/o trasatlánticas (Revolución de las trece colonias inglesas en Norteamérica, Revolución Francesa de 1789, Independencia de Haití, Independencia de Hispanoamérica, la Revolución Francesa de 1848, etc.) otorgaron una serie de derechos políticos, sociales y económicos a los varones blancos, criollos y algunos mestizos con propiedades. Rara vez concedieron esos derechos a minorías como mujeres y gente sin propiedad.

    Esas revoluciones acabaron con los regímenes absolutistas o frenaron las intenciones de algunas administraciones que deseaban ser absolutistas en los países que podemos categorizar como centrales (Estados Unidos, Francia y Reino Unido). Desde la Declaración de Derechos de Virginia, la Declaración de Independencia de las trece colonias inglesas de Norteamérica y sobre todo la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se sostiene que todos los todos los hombres son creados iguales y que los siguientes derechos son inalienables: la vida, la libertad, poseer propiedades, debido proceso, libertad de prensa y religión, soberanía popular, prohibición de privilegios de nacimiento (igualdad ante la ley), división de poderes, juicio por jurados y búsqueda de la felicidad.

    Dicha concepción y consecución de derechos fue una ruptura con lo que se ha llamado “Antiguo Régimen”. Pero dentro de la Historia como de la ciencia, en los procesos se deben observar las rupturas así como las continuidades. La gran continuidad dentro del proceso de la obtención de los derechos humanos que poseen, se ejercen y se hacen guardar es que a finales del siglo XVIII y en los siglos XIX y XX y para algunas sociedades dentro de las dos primeras décadas del siglo XXI, es que había conjuntos dentro de las sociedades anglosajonas, francesas e hispanoamericanas a quienes se les negaban los derechos antes mencionados. (...)



    www.pudh.unam.mx

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  2. Olimpia de Gouges
    (Marie Gouze; Montauban, 1748 - París, 1793) Escritora y heroína francesa que reivindicó la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en el marco de la Revolución Francesa, considerada precursora del moderno feminismo.


    Olimpia de Gouges

    Hija de una vendedora de objetos de tocador (su padre fue, según unos, Luis XV, y según otros historiadores, el poeta Lefranc de Pompignan), contrajo matrimonio a los quince años con un tal Aubry, el cual murió al poco tiempo, dejándole unos 70.000 francos de renta. Pasó entonces a París, en donde tomó el nombre de Olimpia de Gouges y se dedicó a la literatura.

    Al estallar la Revolución Francesa adoptó al principio sus ideas, pero después combatió el sistema del Terror y a sus hombres con una energía que la conduciría al cadalso. Se dice que había tratado de encargarse de la defensa de Luis XVI, y que al ser el rey ejecutado envió una carta insultante a Robespierre, el cual entregó a Olimpia al tribunal revolucionario, que la condenó a morir en la guillotina.

    Escribió un gran número de obras para el teatro, tales como Zamore y Myrza, Lucinda y Cardenio, El matrimonio de Chérubin, El hombre generoso, El filósofo corregido y Molière en casa de Ninon, de las cuales sólo la primera, de ideología abolicionista, logró ser admitida en la Comedia Francesa, y se representó en 1789 con el título La esclavitud de los negros o el feliz naufragio.

    Durante los días de su actividad política dio al teatro tres obras más: Mirabeau en los Campos Elíseos (1791), El convento o los votos forzados (1792) y Les Vivandiers (1793). Escribió, además, El príncipe filósofo, obra en la que, en forma de cuento oriental, expone sus ideas acerca de los derechos de las mujeres, y muchos opúsculos sobre cuestiones sociales, como El espíritu, Las tres urnas y Un testamento político. De entre todos ellos destaca la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana (1791), título que calcó de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789).

    www.biografiasyvidas.com

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