viernes, 9 de mayo de 2014

Entrevista Nestor Sanmiguel

2 comentarios:


  1. RAYMOND ROUSSEL, VIAJERO DE LA IMAGINACIÓN
    El primer surrealista

    JAVIER MEMBA




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    MADRID.- Cuando se piensa en los antecedentes literarios del surrealismo suele aludirse a Sade. Sin embargo, aquella escuela liderada por André Breton –un asunto literario antes que artístico, recuérdese- fue pródiga en la reivindicación de escritores: Matthew G. Lewis, Apollinaire, Pétrus Borel... Son muchos, en fin, los autores que los surrealistas reivindicaron como maestros. El francés Raymond Roussel cuenta entre los más singulares. Muy poco conocido por el lector español, como casi todos ellos, Siruela acaba de publicar un par de títulos que tocan a Roussel muy de cerca.

    El primero de ellos es 'Impresiones de África' –aparecida originalmente en 1910-, una de sus novelas más celebradas; el segundo, la biografía que le dedica Mark Ford con el título de 'Raymond Roussel y la república de los sueños'.

    Basta con descubrir la técnica utilizada por Roussel para comprender el interés por él de los surrealistas. En esta edición, dicho procedimiento se explica en el breve ensayo póstumo 'Como escribí algunos libros míos' (1935), incluido en esta edición a modo de prólogo. A saber, el método consiste en partir de dos palabras de fonética semejante: 'billard' (billar) y 'pillard' (bandido).

    Basándose en ellas y por el mismo procedimiento, Roussel crea dos frases-clave: "Les lettres du blanc sur les bandes du vieux billard" (Las letras escritas con tiza en las bandas del viejo billar) y "Les lettres du blanc sur les bandes du vieux billard" (Las cartas del hombre blanco acerca de las bandas del viejo bandido). La primera de estas oraciones sirve de introducción; la segunda, de conclusión a la narración 'Entre los negros', germen de 'Impresiones de África'.

    Sin nexo narrativo

    Aquí se nos cuenta la puesta en marcha de los distintos números de la gala que habrán de organizar unos franceses, quienes se dirigían a América del Sur, tras naufragar en las costas de Ponukelé, un imaginario país africano. El emperador de este territorio mítico, Talú VII -el 'pillard' de la frase clave- obligará a los europeos a entretenerle antes de ponerles en libertad. Entre los náufragos se encuentran un historiador, una vieja dama, un fabricante de fuegos de artificio, un arquitecto, un inventor, dos cantantes y varios artistas circenses.

    Ni que decir tiene que aquí no hay nexo narrativo alguno. De hecho, la digresión es uno de los principales mecanismos del autor. Basta con un breve apunte de su asunto para comprender que se trata de una obra donde la imaginación y el lenguaje desempeñan un papel determinante. Es más, nos encontramos ante un experimento lingüístico que inspiró a Michel Foucault un ensayo en 1963.


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  2. Inclinado sobre todos los desgarrones del lenguaje como sobre el disco de un portaplumas de recuerdo Roussel reconoce entre dos expresiones casi idénticas una tal ruptura de significación que, para reunirlas, tendrá, tendrá que hacerlas pasar por el filtro de las sonoridades elementales, tendrá que hacerlas rebotar varias veces y componer y componer con esos fragmentos fonéticos escenas cuya substancia más de una vez será extraída de su propia boca-miga de pan, bofe de ternero, o dientes Serle: ojo, oído, boca.
    El procedimiento es primero lo que manipula las cosas imbricadas en las palabras, en absoluto para separarlas y restituir al lenguaje su puro poder de designación, sino para purificar las cosas, aseptisarlas, apartar todas las que están cargadas de un poder nocivo, constituyen todo un espesor de discurso, espacio rousseliano del entre dos frases.
    La falla de una diferencia fonológica (entre p y b) por ejemplo no da, para él ningún lugar a una simple distinción de sentido; sino a un abismo casi infranqueable que necesita todo un discurso para reducirlo. Brisset, por ejemplo, sigue su mismo procedimiento.
    Salta de una palabra a otra: salaud (puerco), salle eau(sucia agua), sale aux prix (sala de precios, salle aux prissioniers (sala de presos, solaperie( porquería; y el menos de esos saltos minúsculos que apenas cambian el sonido hace surgir cada vez todo el abigarramiento de una escena nueva; una batalla, un pantano, prisioneros degollados, un mercado de antropófagos.
    Estas son citas de Foucault en relación a Roussel, Brisset y Wolfson para explicar cómo dan vuelta su propia lengua, en:
    "Seis proposiciones sobre el séptimo arte" en Litoral 18/19-"La implantación del significante en el cuerpo", Abril de 1995

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