domingo, 10 de agosto de 2014

Oliverio Girondo, argentino (1891-1967) - Llorar a lágrima viva

3 comentarios:

  1. Una vida de poeta
    La biografía del poeta argentino Oliverio Girondo se vierte en su poesía con la misma intensidad con que su obra literaria respira las constantes vitales de la época que le ha tocado vivir. Nacido en la Argentina del cambio, en el Buenos Aires fecundo y cosmopolita que Darío proclamara desde los salones del Ateneo, la figura de Oliverio Girondo se alza entre las diferentes generaciones poéticas argentinas con un espíritu renovador que tiene difícil parangón incluso dentro del ámbito literario de América Latina.

    Nace Oliverio en Buenos Aires, un 17 de agosto de 1891, en el seno de una familia acomodada de ilustres antepasados: «Desciende por su padre -escribe su amigo Ramón Gómez de la Serna en sus Retratos contemporáneos- de vascos de Mondragón -cuya casa blasonada cayó en los bombardeos de la última guerra civil- y por su madre, apellidada Uriburu y Arenales, de los conocidos próceres también vascos». Su infancia transcurre en la capital argentina, aunque muy temprano la grácil economía familiar encamina los pasos del poeta en ciernes hacia la vieja Europa, que paradójicamente seguía albergando el nacimiento de lo nuevo. Cursa estudios en varios colegios en Europa: en el colegio Epsom de Londres y en la Escuela «Albert le Grand» de Arcueil, cerca de París, de la cual, volviendo Imagenal relato de RAMÓN, es expulsado al arrojar «un tintero a la cabeza del profesor de Geografía porque habló en su lección de los antropófagos que existían en Buenos Aires, capital del Brasil».

    Termina sus estudios juveniles de regreso a Buenos Aires y principia su actividad literaria. Comienza la carrera de Derecho y acuerda con sus padres no abandonar la carrera si consienten financiarle visitas periódicas a Europa en período vacacional. De esta manera, se hacen más frecuentes los viajes a Europa y en ellos entabla relaciones literarias y amistosas con poetas y artistas del continente europeo, que le introducen en los diversos círculos de las nuevas corrientes estéticas. En esa época sus lecturas más estimadas son los poetas simbolistas franceses, los ensayos de ideario decadente de Remy de Gourmont, el Darío de Los raros y la filosofía de Nietzsche. Por esos años, Girondo anda colaborando como corresponsal en diversas revistas porteñas como Plus Ultra y la Imagen conocida Caras y caretas. El poeta Jules Supervielle, medio uruguayo-medio francés, le presenta en París a los jóvenes que por esos años ya organizaban las célebres veladas surrealistas

    En Madrid, Gómez de la Serna le recibe en la tertulia de Pombo, de donde arranca una espontánea y duradera amistad que fragua años más tarde con la estadía del madrileño en Buenos Imagen Aires. Recorre el Nilo y visita las pirámides de Egipto, y en Italia conoce al pintor argentino Emilio Pettoruti. Fruto directo de este periplo viajero (Madrid, Sevilla, París, Buenos Aires, Río de Janeiro) es su primer libro de poemas Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, publicado en una pequeña población francesa en 1922. A propósito de esta época el propio Oliverio informa:

    Entre idas y vueltas de Europa -¡he vivido 567 días en el mar!- fundé con mis amigos de «La Púa» un pasquín inédito que se llamó Comedia. Varios artículos publicados en él y otros en Plus Ultra indican que convalecía «de» Barrés. (¡Qué olor a pomo y a gomina!). En un momento de verdadero extravío mental, arriesgué, con la complicidad de René Zapata Quesada, un intento teatral: La Madrastra, melodrama infecto y maeterlinckiano. Después, para redimirme, rompí papel durante varios años. Rompí papel en Edimburgo y en Sevilla, en Brujas y en Dakar, hasta que en 1922 publiqué algunos de los que se salvaron junto con diez hojas de mi «carnet» de croquis bajo el título de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.
    www.cervantesvirtual.com

    ResponderEliminar
  2. "No se puede escribir con la imaginación sola o con el intelecto solo; es menester que el sexo y la infancia y el corazón y los grandes miedos y las ideas y la sed y de nuevo el miedo trabajen al unísono mientras yo me inclino sobre la hoja, mientras yo me despeño en el papel e intento nombrar y nombrarme."
    Alejandra Pizarnik, Alejandra, Diarios, Buenos Aires, Lumen, 2010

    ResponderEliminar
  3. Cuando nuestro dolor fíngese ajeno
    [Poema: Texto completo.]
    Macedonio Fernández

    Voz de un dolor se alzó del camino y visitó la noche,
    Trance gimiente por una boca hablaba.

    Eran las sombras dondequiera. Mis manos
    Apartándolas para mis pasos
    Heridos de la impaciencia y el tropiezo
    Buscando aquel pedido de persona dolida.

    Grito que ensombreció la sombra
    Volvió a enfriar el pulsar de mi vida.

    Y tropezando con el alma y el paso
    No de mi pena, de ajena pena,
    Creí afligirme, cuando hallé sangrando
    Mi corazón, por mí clamando,
    ¿Qué desterrado de mi pecho habría?
    Porque solo el recuerdo su latido daba
    Y solo en el recuerdo mi dolor estaba
    Y así desde el camino me llamaba
    Y apenas cerca me sintió, acogiose
    A mi pecho triunfante como enojado dueño,
    Y al instante se dio a clavarme aquel latido;
    El latir de su lloro del dolor del recuerdo.

    Y hoy desterrarlo de nuevo ya no quiero.
    Que ese dolor es el dolor que quiero.

    Es ella,
    Y soy tan solo ese dolor, soy ella,
    Soy su ausencia, soy lo que está solo de ella;
    Mi corazón mejor que yo lo ordena.
    ciudadseva.com

    ResponderEliminar