viernes, 17 de julio de 2015

Barton Fink Trailer (Castellano)

1 comentario:

  1. Desde la fotografía, la reproducción figurativa ha ido aumentando hasta llegar a conseguir que la palabra y la imagen fueran de la mano. Ahora ya poseen la misma velocidad. Una velocidad, una forma de expresión que, sin lugar a dudas, modifica las sensaciones. Lo que se quiere decir es que el lenguaje es condicionante y constitutivo de conocimiento y conciencia y, por eso mismo, no es del todo raro que el cine surja en la sociedad capitalista, que necesita influir a las masas a la vez, sin ir individuo por individuo, como lo podía hacer una pintura.
    El arte ha cambiado su origen en el ritual por otro origen: la política. Eso, de algún modo, lo hace menos autónomo. De este modo, la obra de arte tiene nuevas funciones. Igual que el prehistórico que pintaba las paredes de su cueva no era conciente de que estaba haciendo arte, ya que su función era otra, quien crea que hoy hace arte, tal vez, le verán en la posteridad como poseedor de otra función principal. Además, hay que recalcar cómo las nuevas formas de transmisión han cambiado la propia transmisión. Benjamin nos cuenta de qué manera la literatura, durante siglos, se basaba en un número limitado de personas que escribían hacia un público mayoritario. Ahora esto se ha transformado con la expansión de la prensa. Una parte cada vez mayor de lectores pasaran a ser los que escriben.
    El concepto de autonomía
    La obra de arte no era autónoma antes de la época de la reproducibilidad técnica. Dependía del ritual. Por eso mismo, desde una mirada simplista y demagógica del asunto, muchas veces se han querido interpretar los postulados de Benjamin como si la misma reproducibilidad técnica hubiera liberado a la estética, a la obra de arte. Benjamin señala la posibilidad de que esto pase, pero lo que está haciendo es, ya en los años treinta, denunciar la cultura de masas.
    ManuscritosWBenjaminAdorno rechazaba el empeño de Benjamin en llevar a cabo la posibilidad de interpretación mediante una mezcla de positivismo y magia. Ésa es, sin embargo, la conciencia de autonomía de la praxis artística. Una autonomía que en la obra de arte estaba, anteriormente, sujeta al ritual, al culto, y el aura era “aquello en la lejanía”. El culto es algo alejado al Hombre y, por ello, conserva ese halo místico, oscuro, que hoy la copia no puede poseer. El ritual estaba detrás de esa unidad artística que hace que la obra sea única, misteriosa. No es autónoma del ritual, pues, pero tampoco, nos diría Benjamin, hay que subestimar la capacidad de la cultura religiosa, de su poder de creación y de la fuerza de la alegoría. Además, el ritual lo que hace es elevar la obra a auténtica, cosa que la copia no puede hacer. Autonomía y autenticidad, otra vez, cogidas de la mano.
    Por lo tanto, el ritual es su origen y el testamento histórico que lleva en su totalidad. Pero, como ya hemos apuntado, la copia sí que libera a la obra de su propio ritual, pero para encadenarla a otra función: la política.
    Es fundamental fijarse en el diagnóstico de Benjamin. El arte ha sido separado de su fundación cultural. En la litografía ya no vemos el momento creativo, ni esa totalidad oscura que nos estremece y deleita a la vez, ni la trascendencia que tiene la autenticidad de la obra única. Lo que parecía que iba a liberar la obra, la reproducción, y hacerla autónoma, la encadena, la destierra de su autenticidad y le quita la posibilidad de ser interpretada. www.albertllado..com

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