ACRÓPOLIS DE ATENAS,LA RECONSTRUCCIÓN COMPLETA DE 2001

Por la Universidad de Santiago de Compostela

Comentarios

  1. El problema era el siguiente: durante el verano de 1904, Freud, después de muchas dudas, visita de improviso Atenas con su hermano Alexandre que, señalemos de paso, tenía, al igual que Romain Rolland, 10 años menos que él. Una vez en la Acrópolis, en vez de la admiración que se esperaba, se sintió atrapado por un extraño sentimiento de duda. Se sorprendió de que una cosa aprendida en la escuela pudiera existir realmente. Se sintió dividido en dos personas, una que constata sensorialmente que está en la Acrópolis, otra que no puede creerlo, como si negara la existencia real de la Acrópolis.

    Ese sentimiento de extrañeza, de irrealidad, fue el que Freud trató de dilucidar en ese texto, modelo de autoanálisis. Demostró que el viaje a Atenas, como anteriormente el de Roma, fue objeto de un deseo mezclado de culpa. Deseo, ya que, desde su infancia, sus sueños de viajar manifestaban la voluntad de escapar de la atmósfera familiar, de la estrechez y de las pobres condiciones de vida que conoció durante su juventud. Culpa, porque ir a Atenas era para Sigmund Freud ir más lejos que su padre, demasiado pobre para viajar, demasiado inculto para interesarse en ese lugar. Subir a la Acrópolis era superar al padre definitivamente, lo que precisamente le estaba prohibido de niño. Pero dejémosle la palabra a Freud:

    Y si nos preguntamos por qué desde Trieste nos arruinamos el placer de ir a Atenas, llegamos a la solución del pequeño problema. Se debe reconocer que un sentimiento de culpa sigue adherido a la satisfacción de haber hecho tan bien las cosas: en ello siempre hay algo de injusto y prohibido. Esto se explica por la crítica del niño hacia su padre, por el desprecio que reemplazó la antigua sobretimación infantil de su persona. Todo ocurre como si lo principal en el éxito fuera ir más lejos que el padre, y como si siempre estuviera prohibido que el padre fuera superado.

    El auto-análisis, al abrir la puerta a los espíritus, a los fantasmas, a los espectros, es decir, a los personajes que marcaron sus deseos, sus angustias y sus vergüenzas de niño, revelaría a Freud su problemática edipiana. Le iluminaría, como ya hemos dicho, sobre su ambivalencia hacia su padre (Jacob Freud murió el 23 de octubre de 1896); lo hundiría en el trabajo del duelo y facilitaría la lucha contra la angustia depresiva.www.psicomundo.com
    Fue en 1904 que Freud viajó a Atenas,cometí un error al citar el año 1936,en el comentario anterior.

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  2. Lamento no comprender el texto del comentario. Procuraré traducirlo. Gracias por participar.

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