En lugar de una acción propiamente dicha, ideó ese Teatro del Vacío, cuyo complejo programa se contaba con detalle en el número único del periódico "Dimanche",el "periódico de un solo día", publicado por el artista el 27 de noviembre de 1960. Nunca ha vuelto a recuperar la prensa el nivel que tuvo aquel día. El formato coincidía con la edición dominical de France-Soir conocido como "Journal de Dimanche", aunque no tenía más que cuatro páginas. En la primera de ellas, entre otros titulares, se leía: "¡Un hombre en el espacio"!Y ese primer cosmonauta de todos los tiempos era el propio Yves Klein. Una fotografía de notable tamaño lo mostraba arrojándose al vacío desde un ático. "¡El pintor del espacio se arroja al vacío!", explicaba al pie de la foto. La foto estaba trucada, pero no se trataba meramente de un montaje fotográfico del soberbio Harry Shunk. No registraba la verdad, pero podía haber sido verdad. Puesto que Klein había realizado saltos prodigiosos desde alturas de hasta siete metros; podría decirse que la fotografía documentaba una de las grandezas dignas de este experimentado judoka, que sabía lanzarse y caer. "Seamos honestos: para pintar el espacio me he colocado en posición de hacerlo, en el espacio mismo". Se reconocía deudor de Antonin Artaud. Los números del Teatro del Vacío" anticipaban unos cuantos rasgos del teatro más radical posterior. En un texto de 1960 que Klein publicaría en el número 3 de la revista Zero, titulado "Lo verdadero se hace realidad", decía: "La pintura ha dejado de ser una función para los ojos.Mis trabajos no son para mí más que la ceniza de mi arte" (Zero. 1973; 85). En los trabajos del Teatro del Vacío se dramatizaba la quema ininterrumpida de los superfluo. "¿Hay algo más radical que la idea de vender aire?", dijo Frank Stella ?" refiriéndose con admiración a Klein. Me quedo pensando en su corta vida y en su arte y esta afirmación de Stella, y vendía lo que le faltaba. Enfermo de tuberculosis, le debe haber costado respirar.Ese aire que proclamaba, sospecho que fue su carencia e hizo de ello su arte. Ni siquiera vendía aire, ni tampoco era una idea sino que vendía efectivamente zonas de sensibilidad.Otorgaba recibos donde constaba lo inmaterial de la obra. El artista inventó un ritual para la experiencia de la zona de sensibilidad. El propietario quemaba su papel de garantía. Klein al tiempo que ardía su recibo, arrojaba la mitad del oro recibido al aire, en un lugar situado a cielo abierto en el que no se pudiera volver a recoger. Podía ser en el mar, en un arroyo o en un río, aunque todos los rituales que tuvieron lugar se realizaron a la orilla del Sena en París, en los primeros meses de 1962. El humo del papel quemándose se elevaba y el oro arrojado flotaba por un instante en el aire. Llamó Klein a estas ceremonias "Traslados rituales de inmaterialidad". Fue el año de su muerte, había nacido en Niza en 1928. La ceremonia coincidían con el toque del ángelus de las campanas de las iglesias de París; hizo más sobrecogedora esta ceremonia. Referencia:Javier Arnaldo, Yves Klein, Editorial Nerea, 2000 edinerea@euskalnet.net
Cuando Empédocles de Agrigento hubo logrado los honores de sus conciudadanos -y los achaques de la vejez-, decidió morir. Pero como amaba a algunos y era correspondido por ellos, no quiso anularse en su presencia, sino que prefirió entrar en la Nada. Los invitó a una excursión. Pero no a todos: se olvidó de algunos para que la iniciativa pareciera casual. Subieron al Etna. El esfuerzo de la ascensión les imponía el silencio. Nadie dijo palabras sabias. Ya arriba, respiraron profundamente para recuperar el pulso normal, gozando del panorama, alegres de haber llegado a la meta. Sin que lo advirtieran, el maestro los dejó. Al empezar a hablar de nuevo, no notaron nada todavía; pero, a poco, echaron de menos, aquí y allá, una palabra, y le buscaron por los alrededores. Él caminaba ya por la cumbre sin apresurarse. Sólo una vez se detuvo: oyó a lo lejos, al otro lado de la cima, cómo la conversación se reanudaba. Ya no entendía las palabras aisladas: había empezado la muerte. Cuando estuvo ante el cráter volvió la cabeza, no queriendo saber lo que iba a seguir, pues ya no le atañía a él; lentamente, el anciano se inclinó, se quitó con cuidado una sandalia y, sonriendo, la arrojó unos pasos atrás, de modo que no la encontraran demasiado pronto, sino en el momento justo, es decir, antes de que se pudriera. Entonces avanzó hacia el cráter. Cuando sus amigos regresaron sin él, tras haberle buscado, a lo largo de semanas y meses, poco a poco, fue creándose su desaparición, tal como él había deseado. Algunos le esperaban todavía, otros buscaban ya explicaciones. Lentamente, como se alejan en el cielo las nubes, inmutables, cada vez más pequeñas, sin embargo, sin dejar de moverse cuando no se las mira y ya lejanas al mirarlas de nuevo, acaso confundidas con otras, así fue él alejándose suavemente de la costumbre. Y fue naciendo el rumor de que no había muerto, puesto que, se decía, no era mortal. Le envolvía el misterio. Se llegó a creer que existía algo fuera de lo terrenal, que el curso de las cosas humanas puede alterarse para un hombre. Tales eran las habladurías que surgían. Mas se encontró por entonces su sandalia, su sandalia de cuero, palpable, usada, terrena. Había sido legada a aquellos que cuando no ven, en seguida empiezan a creer. El fin de su vida volvió a ser natural. Había muerto como todos los hombres.
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Describen otros lo ocurrido de forma diferente. Según ellos, Empédocles quiso realmente asegurarse honores divinos; con una misteriosa desaparición, arrojándose de modo astuto y sin testigos en el Etna, intentó crear la leyenda de que él no era de especie humana, de que no estaba sometido a las leyes de la destrucción; pero, entonces, su sandalia le gastó la broma de caer en manos de sus semejantes. (Algunos afirman, incluso, que el mismo cráter, enojado ante semejante propósito, escupió sencillamente la sandalia de aquel degenerado bastardo.) Pero nosotros preferimos creer que si realmente no se quitó la sandalia, lo que debió ocurrir es que se olvidaría de nuestra estupidez, sin pensar que nosotros en seguida nos apresuramos a oscurecer aún más lo oscuro y antes que buscar una razón suficiente, creemos en lo absurdo. Y la montaña, entonces -aunque no indignada por aquel olvido ni creyendo que Empédocles hubiera querido engañarnos para alcanzar honores divinos (pues la montaña ni tiene creencias ni se ocupa de nosotros), pero sí escupiendo fuego como siempre-, nos arrojó la sandalia, y de esta forma sus discípulos -que ya estarían muy ocupados husmeando algún gran misterio, desarrollando alguna profunda metafísica- se encontraron, de repente, consternados, con la sandalia del maestro entre las manos; una sandalia de cuero, palpable, usada, terrena. escribirte.com.ar
Empédocles de Agrigento (en griego Εμπεδοκλής) (Agrigento, h.495/490 – h.435/430 a. C.), fue un filósofo y político democrático griego. Cuando perdió las elecciones fue desterrado y se dedicó al saber. Postuló la teoría de las cuatro raíces, a las que Aristóteles más tarde llamó elementos, juntando el agua de Tales de Mileto, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes las cuales se mezclan en los distintos entes sobre la tierra. Estas raíces están sometidas a dos fuerzas, que pretenden explicar el movimiento (generación y corrupción) en el mundo: el Amor, que las une, y el Odio, que las separa. Estamos, por tanto, en la actualidad, en un equilibrio. Esta teoría explica el cambio y a la vez la permanencia de los seres del mundo. El hombre es también un compuesto de los cuatro elementos. La salud consiste en cierto equilibrio entre ellos. El conocimiento es posible porque lo semejante conoce lo semejante: por el fuego conocemos el fuego, por el odio, el odio, por el amor, el amor. Posteriormente Demócrito postularía que estos elementos están hechos de átomos.
Sostiene una curiosa teoría sobre la evolución orgánica por su teoría de las raíces. Suponía que en un principio habría numerosas partes de hombres y animales distribuidas por azar: piernas, ojos, etc. Se formarían combinaciones aleatorias por atracción o Amor, dando lugar a criaturas aberrantes e inviables que no habrían sobrevivido:
"La fotografía sirve por un lado como prueba de divinidad, al estilo de la zapatilla de Empédocles" y por otro, como testimonio de lo que constituía el fin terco y sublime del arte de Klein: la fusión con el espacio, la experiencia de levitación "asistida" por el arte." Javier Arnaldo
Yves Klein y Dino Buzzati durante la transferencia ritual de una Zona de sensibilité picturale Immaterielle - París, Pont-au-doble 26 de enero de 1962. Portada del único diario al que se hace referencia en el comentario.
Plan de Bienal de Estambul Artistas 15-Minute "Interrupción" 01 DE SEPTIEMBRE 2015 Bienal de Estambul de Carolyn Christov-Bakargiev abre esta semana, y un grupo de artistas tienen la intención de infundir la abertura con un reconocimiento de la reciente agitación política que aflige a la minoría kurda de Turquía. Una carta enviada esta mañana a todos los participantes bienales "proponer [s] que todos suspendemos presentación de nuestros trabajos durante 15 minutos durante la inauguración de la Bienal" en reconocimiento a la ruptura violenta en las conversaciones de paz entre el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y el gobierno de Turquía en las últimas semanas. Firmado por participante bienal basado en Mardin Pelin Tan y su Colectivo ArtikIsler, junto con el editor de artista y e-flux Anton Vidokle, la misiva pretende infundir un sentido de urgencia en lo que ya es un programa bienal políticamente sensible. "Con Anton, pens...
http://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_Vic%C3%BAs http://www.historiacultural.com/2009/04/la-cultura-vicus-intermedio-temprano.html La cultura Vicús, tiene tres etapas: Etapa Chavín/ Etapa de desarrollo original/ Etapa de influencia Mochica- Textil Chimú textil Chimú news.bbc.co.uk Vestimenta ceremonial de un niño de la nobleza: corona, unku)camisa) con diseño de cruz andina. Cetro con plumas y zapatos con adornos de plata. news.bbc.co.uk
Lo que los mosaicos romanos revelan sobre el arte antiguo Mosaico de Bailarines Báquicos, Hatay, Turquía. Tiempo estimado de lectura: 6 minutos • Última actualización: 02.20.19 Los mosaicos romanos se componen de imágenes geométricas y de figuras creadas por arreglos de pequeñas piezas de piedra y vidrio. Las formas más tempranas de mosaicos grecorromanos fueron concebidas en Grecia a fines del siglo V aC Aunque los griegos refinaron el arte de los mosaicos figurativos incrustando guijarros en el mortero, los romanos ampliaron esta técnica establecida, usando teselas, cubos de piedra, cerámica, o vidrio: para formar diseños intrincados y coloridos. Hoy en día, estas obras ofrecen una imagen vívida de la antigua vida romana; un vistazo a las actividades cotidianas de una antigua civilización que incluyó concursos de gladiadores, deportes y agricultura, al mismo tiempo que sirve como documentación de artículos cotidianos com...
En lugar de una acción propiamente dicha, ideó ese Teatro del Vacío, cuyo complejo programa se contaba con detalle en el número único del periódico "Dimanche",el "periódico de un solo día", publicado por el artista el 27 de noviembre de 1960. Nunca ha vuelto a recuperar la prensa el nivel que tuvo aquel día. El formato coincidía con la edición dominical de France-Soir conocido como "Journal de Dimanche", aunque no tenía más que cuatro páginas. En la primera de ellas, entre otros titulares, se leía: "¡Un hombre en el espacio"!Y ese primer cosmonauta de todos los tiempos era el propio Yves Klein. Una fotografía de notable tamaño lo mostraba arrojándose al vacío desde un ático.
ResponderEliminar"¡El pintor del espacio se arroja al vacío!", explicaba al pie de la foto.
La foto estaba trucada, pero no se trataba meramente de un montaje fotográfico del soberbio Harry Shunk. No registraba la verdad, pero podía haber sido verdad.
Puesto que Klein había realizado saltos prodigiosos desde alturas de hasta siete metros; podría decirse que la fotografía documentaba una de las grandezas dignas de este experimentado judoka, que sabía lanzarse y caer.
"Seamos honestos: para pintar el espacio me he colocado en posición de hacerlo, en el espacio mismo". Se reconocía deudor de Antonin Artaud. Los números del Teatro del Vacío" anticipaban unos cuantos rasgos del teatro más radical posterior.
En un texto de 1960 que Klein publicaría en el número 3 de la revista Zero, titulado "Lo verdadero se hace realidad", decía: "La pintura ha dejado de ser una función para los ojos.Mis trabajos no son para mí más que la ceniza de mi arte" (Zero. 1973; 85). En los trabajos del Teatro del Vacío se dramatizaba la quema ininterrumpida de los superfluo.
"¿Hay algo más radical que la idea de vender aire?", dijo Frank Stella ?" refiriéndose con admiración a Klein. Me quedo pensando en su corta vida y en su arte y esta afirmación de Stella, y vendía lo que le faltaba. Enfermo de tuberculosis, le debe haber costado respirar.Ese aire que proclamaba, sospecho que fue su carencia e hizo de ello su arte. Ni siquiera vendía aire, ni tampoco era una idea sino que vendía efectivamente zonas de sensibilidad.Otorgaba recibos donde constaba lo inmaterial de la obra. El artista inventó un ritual para la experiencia de la zona de sensibilidad. El propietario quemaba su papel de garantía. Klein al tiempo que ardía su recibo, arrojaba la mitad del oro recibido al aire, en un lugar situado a cielo abierto en el que no se pudiera volver a recoger. Podía ser en el mar, en un arroyo o en un río, aunque todos los rituales que tuvieron lugar se realizaron a la orilla del Sena en París, en los primeros meses de 1962. El humo del papel quemándose se elevaba y el oro arrojado flotaba por un instante en el aire. Llamó Klein a estas ceremonias "Traslados rituales de inmaterialidad". Fue el año de su muerte, había nacido en Niza en 1928. La ceremonia coincidían con el toque del ángelus de las campanas de las iglesias de París; hizo más sobrecogedora esta ceremonia.
Referencia:Javier Arnaldo, Yves Klein, Editorial Nerea, 2000 edinerea@euskalnet.net
La sandalia de Empédocles
ResponderEliminarBertolt Brecht
1
Cuando Empédocles de Agrigento
hubo logrado los honores de sus conciudadanos
-y los achaques de la vejez-,
decidió morir. Pero como
amaba a algunos y era correspondido por ellos,
no quiso anularse en su presencia, sino que prefirió
entrar en la Nada.
Los invitó a una excursión. Pero no a todos:
se olvidó de algunos
para que la iniciativa
pareciera casual.
Subieron al Etna.
El esfuerzo de la ascensión
les imponía el silencio. Nadie dijo
palabras sabias. Ya arriba,
respiraron profundamente para recuperar el pulso normal,
gozando del panorama, alegres de haber llegado a la meta.
Sin que lo advirtieran, el maestro los dejó.
Al empezar a hablar de nuevo, no notaron
nada todavía; pero, a poco,
echaron de menos, aquí y allá, una palabra, y le buscaron
por los alrededores.
Él caminaba ya por la cumbre
sin apresurarse. Sólo una vez
se detuvo: oyó
a lo lejos, al otro lado de la cima,
cómo la conversación se reanudaba. Ya no entendía
las palabras aisladas: había empezado la muerte.
Cuando estuvo ante el cráter
volvió la cabeza, no queriendo saber lo que iba a seguir,
pues ya no le atañía a él; lentamente, el anciano se inclinó,
se quitó con cuidado una sandalia y, sonriendo,
la arrojó unos pasos atrás, de modo
que no la encontraran demasiado pronto, sino en el
momento justo,
es decir, antes de que se pudriera. Entonces
avanzó hacia el cráter. Cuando sus amigos
regresaron sin él, tras haberle buscado,
a lo largo de semanas y meses, poco a poco, fue creándose
su desaparición, tal como él había deseado. Algunos
le esperaban todavía, otros
buscaban ya explicaciones. Lentamente, como se alejan
en el cielo las nubes, inmutables, cada vez más pequeñas,
sin embargo,
sin dejar de moverse cuando no se las mira y ya lejanas
al mirarlas de nuevo, acaso confundidas con otras,
así fue él alejándose suavemente de la costumbre.
Y fue naciendo el rumor
de que no había muerto, puesto que, se decía, no era mortal.
Le envolvía el misterio. Se llegó a creer
que existía algo fuera de lo terrenal, que el curso de las cosas
humanas
puede alterarse para un hombre. Tales eran las habladurías
que surgían.
Mas se encontró por entonces su sandalia, su sandalia de
cuero,
palpable, usada, terrena. Había sido legada a aquellos
que cuando no ven, en seguida empiezan a creer.
El fin de su vida
volvió a ser natural. Había muerto como todos los hombres.
2
Describen otros lo ocurrido
de forma diferente. Según ellos, Empédocles
quiso realmente asegurarse honores divinos;
con una misteriosa desaparición, arrojándose
de modo astuto y sin testigos en el Etna, intentó crear la
leyenda
de que él no era de especie humana, de que no estaba
sometido
a las leyes de la destrucción; pero, entonces,
su sandalia le gastó la broma de caer en manos de sus
semejantes.
(Algunos afirman, incluso, que el mismo cráter, enojado
ante semejante propósito, escupió sencillamente la sandalia
de aquel degenerado bastardo.) Pero nosotros preferimos
creer
que si realmente no se quitó la sandalia, lo que debió ocurrir
es
que se olvidaría de nuestra estupidez, sin pensar que
nosotros
en seguida nos apresuramos a oscurecer aún más lo oscuro
y antes que buscar una razón suficiente, creemos en lo
absurdo. Y la montaña, entonces
-aunque no indignada por aquel olvido ni creyendo
que Empédocles hubiera querido engañarnos para alcanzar
honores divinos
(pues la montaña ni tiene creencias ni se ocupa de nosotros),
pero sí escupiendo fuego como siempre-, nos arrojó
la sandalia, y de esta forma sus discípulos
-que ya estarían muy ocupados husmeando algún gran
misterio,
desarrollando alguna profunda metafísica-
se encontraron, de repente, consternados, con la sandalia del
maestro entre las manos;
una sandalia de cuero, palpable, usada, terrena.
escribirte.com.ar
Empédocles de Agrigento (en griego Εμπεδοκλής) (Agrigento, h.495/490 – h.435/430 a. C.), fue un filósofo y político democrático griego. Cuando perdió las elecciones fue desterrado y se dedicó al saber. Postuló la teoría de las cuatro raíces, a las que Aristóteles más tarde llamó elementos, juntando el agua de Tales de Mileto, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes las cuales se mezclan en los distintos entes sobre la tierra. Estas raíces están sometidas a dos fuerzas, que pretenden explicar el movimiento (generación y corrupción) en el mundo: el Amor, que las une, y el Odio, que las separa. Estamos, por tanto, en la actualidad, en un equilibrio. Esta teoría explica el cambio y a la vez la permanencia de los seres del mundo. El hombre es también un compuesto de los cuatro elementos. La salud consiste en cierto equilibrio entre ellos. El conocimiento es posible porque lo semejante conoce lo semejante: por el fuego conocemos el fuego, por el odio, el odio, por el amor, el amor. Posteriormente Demócrito postularía que estos elementos están hechos de átomos.
ResponderEliminarSostiene una curiosa teoría sobre la evolución orgánica por su teoría de las raíces. Suponía que en un principio habría numerosas partes de hombres y animales distribuidas por azar: piernas, ojos, etc. Se formarían combinaciones aleatorias por atracción o Amor, dando lugar a criaturas aberrantes e inviables que no habrían sobrevivido:
Revista Atticus
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ResponderEliminar"La fotografía sirve por un lado como prueba de divinidad, al estilo de la zapatilla de Empédocles" y por otro, como testimonio de lo que constituía el fin terco y sublime del arte de Klein: la fusión con el espacio, la experiencia de levitación "asistida" por el arte." Javier Arnaldo
ResponderEliminarYves Klein y Dino Buzzati durante la transferencia ritual de una Zona de sensibilité picturale Immaterielle - París, Pont-au-doble 26 de enero de 1962.
ResponderEliminarPortada del único diario al que se hace referencia en el comentario.