Edgar Degas: A collection of 658 paintings (HD)

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    Un grupo de jinetes, ataviados para la ocasión, se prepara para una carrera en plena naturaleza ante el imponente paisaje de unas montañas iluminadas por el sol crepuscular. Esta obra se sitúa en la tradición de escenas de carreras de caballos al aire libre en Inglaterra y finales de siglo XVIII y hecha suya por artistas como Delacroix y Bonington. Asimismo, se basa en una escena similar pintada al aire libre por el propio Degas en 1884. Ahora bien, una diferencia de esta última, en este pastel Degas se aleja de la transcripción literal y da rienda suelta a su habilidad como colorista, algo en Lo que pudo haber influido el ejemplo de Paul Gauguin -de quien adquirió en 1893 el cuadro titulado La luna y la tierra y su propia experiencia como monotipista en color.

    Al igual que su colega Renoir, Edgar Degas no se oponía totalmente a firmar las obras que pintaba pero, también como él, en raras ocasiones las fechadas. Esta decisión exime a los comentaristas y críticos de la tarea de proponer secuencias de las obras que componen «ordenar» su proceso creador. Cierto es que una buena proporción de la bibliografía que la generación pasada dedicó a Degas se detuvo a analizar su método de trabajo y, al leer muchos de esos artículos sofisticados, se tiene la impresión de estar leyendo un libro de libro de cocina o un manual De bricolaje Este desequilibrio se justifica en cierta medida por el hecho de que el propio artista la preocupación muy poco las relaciones técnicas: inventó un modus operandi para su creación artística que se encuentran entre los más complejos y originales de toda la historia del arte occidental. Sin embargo,

    Esta obra maestra al pastel es sin duda uno de ellos. Ya se ha comentado su firma y fechas evidentes, que indican un desacostumbrado nivel de terminación. No cabe duda de que estamos ante un hecho intencional pues, los mediados de la década de 1890, Degas estaba formando activamente su propia colección y se encontraba, por lo tanto, siempre necesitado de dinero para adquirir obras de otros artistas, desde El Greco hasta Gauguin. En cuanto el pintor concluyó este pastel, lo compró en su marchante Durand-Ruel que inmediatamente se vendió en la gran coleccionista norteamericana de Degas, Louisine Havemeyer, que había constituido una de las más importantes colecciones de este pintor que jamás ha existido. Este hermoso pastel, un paisaje con tema de carreras de caballos, resultó muy lucido en el estudio o en la sala de fumadores de un caballero opulento, Coleccionista de obras de arte, cual fue Horace Havemeyer. Y casi con toda la seguridad que hay en un lugar donde fue.




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