miércoles, 23 de agosto de 2017

El desierto rojo (Michelangelo Antonioni, 1964)

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  1. LA ACUSMÁTICA DE LA VOZ
    La voz acusmática no es más que una voz cuya fuente no se ve, una voz cuyo origen no se puede identificar, una voz imposible de ubicar. Es una voz en busca de un origen, en busca de un cuerpo, pero aun cuando encuentra su cuerpo, resulta que no funciona bien, que la voz no se pega al cuerpo, es una excrecencia que no combina con el cuerpo: un ejemplo apresurado pero vívido de esto es Psicosis, de Hitchcock, que gira íntegramente en torno a la pregunta:"¿De dónde viene la voz de la madre? ¿A qué cuerpo puede asignársele?". Podemos ver de inmediato que la voz sin cuerpo es inherentemente siniestra, y que el cuerpo al cual se le asigna no disipa del todo su efecto fantasmal.
    Chion tomó el término "acusmático" de Pierre Schaeffer y su célebre Tratado de los objetos musicales (publicada su primera edición, en lengua francesa, en 1966,el mismo año que la de los Escritos de Lacan). El término tiene un sentido técnico preciso: según el diccionario Larousse, "acusmático" describe "el sonido que oímos sin ver qué lo causa". Y nos da su origen filosófico: "Los acusmáticos eran aquellos discípulos de Pitágoras que, ocultos tras un telón, siguieron sus enseñanzas durante cinco años sin poder verlo". El Larousse sigue a Diógenes Laercio (VIII, 10): "[Sus alumnos] guardaron silencio durante el período de cinco años y sólo escuchaban las disertaciones sin ver a Pitágoras, hasta que demostraron ser dignos de ello" (2). El Maestro, el Amo tras un telón, profería sus enseñanzas desde allí sin ser visto: genialidad que sin duda se halla en el origen mismo de la filosofía.
    Pitágoras fue supuestamente el primero en describirse a sí mismo como "filósofo", y el primero en fundar una escuela filosófica. La ventaja de este mecanismo era obvia: los estudiantes, los seguidores, quedaban confinados a "la voz del Amo", sin que los distrajeran ni su aspecto ni las peculiarl dades de su conducta, las formas visuales, el espectáculo de la presentación, los efectos teatrales que siempre corresponden a la charla del conferenciante; no podían concentrarse más que en la voz y el significado que emanaba de ella. Parecería que en su origen la filosofía dependió de un coup de force teatral: ahí está el dispositivo mínimo y más sencillo que define el teatro, el telón que sirve de pantalla, pero un telón que no se ha de levantar, al menos no por muchos años; la filosofía aparece como el arte de un actor tras el telón (3).
    Mladen Dolar.2 de abril de 2011

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