ESTRATEGIAS PARA UNA CIUDAD INOLVIDABLE


Estrategias para una ciudad inolvidable

19/07/2012
POR ANDRES GRIBNICOW* - ESPECIAL PARA CLARÍN
La tendencia global es desarrollar experiencias que, mediante el arte y el juego, enriquezcan la vida urbana. En Rosario, un concurso busca una instalación para potenciar el espacio público de una zona en crecimiento.
PARA TODOS. El paseo público de Diller Scofidio + Renfro, una de las nuevas atracciones de Nueva York.
PARA TODOS. El paseo público de Diller Scofidio + Renfro, una de las nuevas atracciones de Nueva York.
Ya es tendencia. Cada vez más, las ciudades se esfuerzan por sorprender con propuestas que construyen una nueva imagen urbana. La naturaleza, el arte, el juego y las sorpresas en cada esquina son elementos que se  presentan como una novedad y vuelven a la ciudad un espacio tan atractivo como inspirador.

Las ciudades hacen sus mejores esfuerzos por dejar de parecerse a sí mismas, se corren de los estereotipos que por años las han encasillado y así evitan el ruido, abren frondosos espacios verdes para competir con las grandes alturas y generan nuevos puntos de vista para descubrir lo nuevo pero también lo viejo, aquello que siempre estuvo ahí pero antes no podíamos ver. Los niños y las familias son los protagonistas de estas nuevas ciudades, que se redefinen, apelan a recuerdos, proponen cambios y promueven los buenos momentos cotidianos.

El arte juega un rol fundamental en esta nueva era. La estrategia se construye desde la cultura hacia el arte, el deporte, la naturaleza, el diseño, la comida compartida, los paseos de compras, el juego, los amigos, el encuentro, la experiencia.

Al igual que muchas otras ciudades del mundo, Nueva York comprendió que hoy la primera fila la ocupan las familias jóvenes con niños pequeños que necesitan estar al aire libre, correr por espacios verdes, escalar montañas de piedra y colinas verdes, lanzarse por toboganes interminables, hacer un pic-nic junto al río, comer rico y barato en un lugar sencillo y agradable y disfrutar de espectáculos gratuitos. Todo esto en la misma ciudad donde trabajan y estudian y durante todos los días de la semana. La cultura es el puntapié inicial de esta avalancha de propuestas que transforman –para bien– la experiencia urbana, que equilibra trabajo y ocio en una balanza que cuida, en definitiva, la calidad de vida. Cada nuevo parque fue pensado en conjunto con la mirada de artistas y gestores culturales que irrumpen con sus obras y proyectos para ser parte esencial del paseo.   Este espíritu está plasmado en el High Line (www.thehighline.org), el nuevo paseo público que cambió radicalmente la actitud de Nueva York. Diseñado por el estudio Diller Scofidio + Renfro, donde el arquitecto argentino Gaspar Libedinsky formó parte activa del equipo proyectual, el parque fue construido en altura sobre las antiguas vías del tren que pasaba sobre las calles del West Side de Manhattan. El High Line ha impactado en forma directa sobre su entorno inmediato, el Meat Packing District, donde se han instalado las mejores galerías de arte, restaurantes, hoteles de diseño y hasta un Apple Store, y cuenta además con el High Line Art, un programa que produce proyectos de arte público creados especialmente para sus espacios, como site-specifics, exposiciones, performances, proyecciones de video y otros proyectos donde el arte dialoga con el barrio y el paisaje urbano.

Otros ejemplos los podemos encontrar en el Randall’s Island Park (www.randallsisland.org), donde a partir de un proyecto impulsado por el Museo del Bronx y la Fundación Rockefeller ha presentado en junio de este año el evento “Flow 12 –arte y música en el Randall’s Park” (www.flow12.org). Se trata de una serie de instalaciones artísticas que sorprenden en distintos puntos del parque a cargo de cinco artistas seleccionados por un comité –entre los artistas se encuentra la argentina Gabriela Bertiller  con su instalación Glamorous Pic Nic–, que consiste en un conjunto escultórico de mesas de hormigón armado revestidas con venecitas de color rojo y blanco, rememorando a los clásicos manteles, y que sorprendió tanto a los miembros del comité como a aquellos que terminaron sentados en las mesas compartiendo jugos, frutas y algo de comida mientras miraban Manhattan desde uno de sus mejores puntos de vista.   Vale la pena también citar al Teadrop Park (www.bpcparks.org), diseñado por el estudio de arquitectura y paisajismo neoyorkino Michael Van Valkenburgh Associates  (www.mvvainc.com) y construido en el medio de un conjunto de edificios de gran altura en el Dowtown, junto al Battery Park y cerca del World Trade Center. Allí el paseo se ofrece a partir de un recorrido de tono laberíntico del cual emergen areneros, espejos de agua, cascadas, fuentes, trepadoras naturales y hasta un tobogán de acero inoxidable de casi cuarenta metros de largo que hacen de la experiencia una verdadera aventura para chicos y grandes, con sensaciones corno-sensoriales de las que el niño urbano en general se ve privado. El parque cuenta con una gran intervención de los artistas Ann Hamilton y Michael Mercilm, diseñada especialmente para este espacio y que consiste en un gran muro de piedra que contiene un espacio natural y silencioso muy particular, donde uno se olvida que está a pocos metros del centro financiero más grande del mundo.

Otra obra a destacar de este mismo estudio es la del Brooklyn Bridge Park (www.brooklynbridgepark.org), que actualmente se encuentra en ejecución pero que ya cuenta con dos grandes zonas inauguradas y en pleno funcionamiento. Se extiende  sobre la costa Este de Brooklyn y ofrece espacio verde para distintos usos, parques infantiles, jardines, mesas para almorzar y merendar, un carrusel histórico, carriles para bicicletas, campos de juego, áreas de agua para kayak y canoas y hasta un wine bar con vista privilegiada hacia el Puente de Brooklyn y el famoso perfil de Manhattan.

El parque cuenta con un importante calendario de actividades culturales, entre las que se encuentra la instalación Yoga (1991), de Mark di Suvero, una escultura monumental resultado de un proyecto en asociación con el Storm King Art Center, un parque escultórico ubicado a una hora hacia el norte de Nueva York y que a su vez desarrolla un fuerte trabajo institucional hacia el impulso de obras de arte público de gran escala en otros espacios abiertos.

En todos los casos hasta aquí mencionados, el espacio público se plantea como la estrella de la ciudad, y el arte no es un elemento complementario, sino que se convierte en un elemento esencial de la propuesta integral, que participa desde el principio en el proceso de diseño estratégico de la experiencia del recorrido.

Los parques se asocian con las instituciones artísticas capaces de dar forma a este tipo de proyectos y en algunos casos hasta crean sus propias instituciones para dar continuidad a sus programas culturales y mantener su agenda con niveles de calidad y convocatoria realmente envidiables.

Mientras tanto, más cerca, en nuestro país, más precisamente en la provincia de Santa Fe, los argentinos tenemos una oportunidad de hacer algo en relación a todo esto. El Premio Arnet a Cielo Abierto (www.arnet.com.ar) que cada año, desde el 2009, lanza una convocatoria abierta a arquitectos, diseñadores y artistas a proyectar una escultura o una instalación, ahora la busca para una nueva rotonda ubicada en el cruce de la Av. Francia y Av. de la Costa, frente al Río Paraná, a la altura de Puerto Norte, la zona de mayor crecimiento de Rosario. Allí funcionaba el antiguo puerto de la ciudad y abarca un área de más de cien hectáreas que en los últimos años ha recibido las mayores inversiones privadas y públicas de la región. En Puerto Norte se privilegia el recorrido público sobre el borde del agua a través de plazas, paseos, grandes ramblas y plazas generadas a un lado de la Av. de la Costa.

En esta, su cuarta edición, el Premio Arnet se presenta en conjunto con el Museo Castagnino + Macro (www.castagninomacro.org.ar), la institución referente de las artes visuales contemporáneas de la ciudad y una de las mas importantes del país. Quizás esta vez no surja un gran monumento, y de hecho esta ciudad ya lo tiene con su Monumento a la Bandera. Tal vez sea el momento para un proyecto integrador entre los habitantes, el arte y el paisaje natural y arquitectónico que se ofrece. Una intervención que termine por convertir a Rosario en una ciudad inolvidable.


* Coordinador del Jurado del Premio Arnet a Cielo Abierto.
    www.clarin.com

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