Quevedo 1580- 1645 AGUJA PARA NAVEGAR CULTOS La aguja de navegar cultos con la receta para hacer soledades en un día de 1631. Satírica embestida contra los poetas que usan el lenguaje Gongoriano o culterano. Quien quisiera ser culto en un solo día La jeri aprenderá gonza siguiente: fulgores arrogar jóven presidente candor construye métrica armónica; por mucho, si no purpuracía neutralidad conculco;erige mente, pulso,estento,librar adolescente, señas, traslada, pira frustra arpía; cede, impide cisura petulante palestra, libia, meta, argento alterna, si bien disuelve émulo canoro. Use mucho de líquido y de errante, su poco de nocturno y de caverna, anden listos livor, adunco y poro, Que ya toda Castills, con solo esta cartilla se abrasa de poetas babilosos, escribiendo sonetos con fusiones; y en la Mancha, pastores y gañasos, atestadas de ajos las barrigas, hacen ya cultedades como migas. Quiero quedar bien con Quevedo. Puede darse cuenta ¡
(...)"Durante mi permanencia en Haití, al hallarme en contacto cotidiano con algo que podríamos llamar lo real maravilloso. Pisaba yo una tierra donde millares de hombres ansiosos de libertad creyeron en los poderes licantrópicos de Mackandal, a punto de que esa fe colectiva produjera un milagro el día de su ejecución. Conocía ya la historia prodigiosa de Bouckman, el iniciado jamaicano. Había estado en la Ciudadela de La Ferriere, obra sin antecedentes arquitectónicos, únicamente anunciada por Prisiones Imaginarias del Piranese. Había respirado la atmósfera creada por Henri Christophe, monarca de increíbles empeños, mucho más sorprendentes que todos los reyes crueles inventados por los surrealistas, muy afectos a tiranías imaginarias, aunque no padecidas. A cada paso hallaba lo real maravilloso no era privilegio único de Haití, sino patrimonio de la América entera, donde todavía no se ha podido establecer, por ejemplo, un recuerdo de cosmogonías. Lo real maravilloso se encuentra en cada paso en la vida de los hombres que inscribieron fechas en la historia del Continente y dejaron apellidos aún llevados: desde los buscadores de la Fuente de la Eterna juventud, de la áurea ciudad de Manoa, hasta ciertos rebeldes de la primera hora o ciertos héroes modernos de nuestras guerras de la independencia de tal mitológica traza como la coronela Juana de Azurduy.(...)
ResponderEliminarAlejo Carpentier
Alejo Carpentier es el gran renovador y teórico de lo real maravilloso americano. Su procedimiento estaba radicado en "la posibilidad de establecer ciertos sincronismos posibles, americanos, recurrentes, por encima del tiempo, relacionando esto con aquello, el ayer con el presente". Se trata de establecer cómo en América se funden épocas diversas en un mismo momento. En frase de Domingo Miliani, las categorías temporales están rotas en la dimensión real de América".
ResponderEliminar"Lo real maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de "estado límite" (Carpentier en Tientos diferencias, p. 32).
Esta visión se corresponde con la que se le atribuye al indígena. La forma en cómo este concibe la realidad es real; esto implica que se cree como ocurrido y posible a suceder, lo que para nosotros es fantástico. Lo real maravilloso americano que no debe confundirse con el realismo mágico —que es otra cosa distinta—, se fundamenta en la mitología indígena, es decir, en lo que es creíble al pueblo y se le presenta como algo fantástico. Hay una base que es real, como lo son los acontecimientos históricos en la novela y fundida esta base real con los elementos indígenas, el producto será lo que se conoce con el nombre de real maravilloso americano (de ahí el apelativo de americano).
Se requiere fe para creer que lo que se presenta como fantástico es verdad. Pero se cree, porque su fundamento es real. Se le compara con la visión del niño, el cual ve lo que sucede en la realidad, pero de forma caótica.
En esencia, para penetrar en el mundo creado por el autor, el lector debe desprenderse de lo que hay de objetivo en la realidad y disponerse a creer otra realidad como verdadera. Debe prescindir de las categorías reales objetivas y exteriores para creer en otras que no obstante no sean evidentes a los sentidos, son para lo real maravilloso americano, para el indígena y para el pueblo latinoamericano en general, tan reales como la realidad objetiva. De ahí la fusión de las diversas religiones, de la magia presente en la religión católica y de la ironía evidente en todas las alusiones a sacerdotes católicos y a cualquier referencia que se haga con respecto a la piedad y la moral.
Nació el 26 de diciembre de 1904, en La Habana (Cuba). Cursó parte de sus estudios iniciales en su ciudad natal, y con doce años, se trasladó a París donde asistió al liceo de Jeanson de Sailly, y se inició en los estudios musicales con su madre, desarrollando una intensa vocación musical. Al regrear a su país, inició los estudios de arquitectura, ya que su padre era arquitecto, pero no finalizaría la carrera.
ResponderEliminarComenzó a trabajar como periodista y a participar en movimientos políticos izquierdistas. Fue encarcelado y con su puesta en libertad se exilió en Francia. Regresó a Cuba donde trabajó en la radio y llevó a cabo importantes investigaciones sobre la música popular cubana. Visitó México y Haití donde se interesó por las revueltas de los esclavos del siglo XVIII. Se trasladó a Caracas en 1945 y no regresó a Cuba hasta 1956, año en el que se produjo el triunfo de la Revolución Castrista. Trabajó en varios cargos diplomáticos para el gobierno revolucionario. Falleció el 25 de abril de 1980 en París.
Entre sus novelas hay que destacar El reino de este mundo (1949), que tiene como tema central la revolución haitiana y el tirano del siglo XIX Henri Christophe, y Los pasos perdidos (1953), el diario ficticio de un músico cubano en el Amazonas, que intenta definir la relación real entre España y América siguiendo la conquista española. Ésta ha sido calificada como su obra maestra. Guerra del tiempo (1958) trata la violencia y la naturaleza represiva del gobierno cubano durante la década de 1950. En 1962 se publicó El siglo de las luces, en la que narra la vida de tres personajes arrastrados por el vendaval de la Revolución Francesa. Concierto Barroco (1974) es una novela en la que muestra sus visiones acerca de la mezcla de culturas en Hispanoamérica. El recurso del método (1974) y La consagración de la primavera (1978); la primera suele "considerarse como la historia de la destrucción de un mundo", la caída del mito del hombre de orden, mientras que la segunda representa la larga crónica del triunfo en Cuba de un nuevo mito, que Carpentier trata de explicar desde su imposible papel de espectador: el autor trata de explicar el inconciliable desajuste entre el tiempo del hombre y el tiempo de la historia.
El término "lo real maravilloso" inventado por Carpentier y divulgado en el prólogo a su novela El reino de este mundo ha servido para tipificar su propia novelistica. Es un simil del llamado "realismo mitico" incorporado a la descripción de la realidad hispanoamericana. La realidad y el sueño, la razón y la imaginación, la historia y la fábula, la vida y la muerte, entretejen sus lazos narrativos hasta llegar a conformar una especie de tapiz suntuoso, mágico y alegórico, conceptual y, por momentos, culterano.
Los relatos de prisión
Antes de Haití y Venezuela, fue París y México. Incluso fue en la cárcel que escribió "¡Ecue-Yamba-O!", su primera novela. En la década del 20, su situación económica era de penuria y para cumplir con el oficio de ganarse la vida, fue nombrado jefe de redacción de "Carteles", hasta 1926, cuando viaja, por primera vez a México.
De regreso a Cuba, en 1927, es encarcelado, durante siete meses, por firmar un manifiesto contra el dictador Machado.
"La cárcel es dura, difícil de acostumbrarse a ella. El encierro, la falta de mujer, la inactividad, crean un estado de tensión nerviosa. Se vuelve uno irritable, se va a los puños por cualquier cosa".
En prisión empieza a escribir "Ecue-Yamba-O! (voz lucumí que significa "Dios, loado seas").
Al salir, funda la revista "Avance". En libertad bajo fianza, Carpentier decide viajar a París, en 1928. Sin pasaporte, tiene que alterar su identidad por la del periodista Robert Desnos, y es recibido en el puerto de Saint-Nazaire con los honores de un diplomático.www.cce.ufsc.br
ResponderEliminarPero cuando quiso ocupar un sitio en el clan, se vio hostilizado por picos de bordes dentellados y cuellos de guardar distancias. Se le tuvo en la orilla de un potrero, alzándose una muralla de plumas blancas en torno a las hembras indiferentes. Entonces Ti Noel trató de ser discreto, de no imponer demasiado su presencia, "El Gran Ánsar de Sans–Souci no hubiera querido el menor trato con el Gran Ánsar del Dondón. De haberse encontrado frente a frente, hubiera estallado una guerra. Por ello Ti Noel comprendió pronto que, aunque insistiera durante años jamás tendría el menor acceso a las funciones y ritos del clan. Se le había dado a entender claramente que no le bastaba ser ganso para creerse que todos los gansos fueran iguales. Ningún ganso conocido había cantado ni bailado el día de sus bodas. Nadie, de los vivos, lo había visto nacer. Se presentaba, sin el menor expediente de limpieza de sangre, ante cuatro generaciones en palmas. En suma, era un meteco.
Ti Noel comprendió obscuramente que aquel repudio de los gansos era un castigo a su cobardía. Mackandal se había disfrazado de animal, durante años, para servir a los hombres, no para desertar del terreno de los hombres. En aquel momento, vuelto a la condición humana, el anciano tuvo un supremo instante de lucidez. Vivió, en el espacio de un palpito, los momentos capitales de su vida; volvió a ver a los héroes que le habían revelado la fuerza y la abundancia de sus lejanos antepasados del África, haciéndole creer en las posibles germinaciones del porvenir. Se sintió viejo de siglos incontables. Un cansancio cósmico, de planeta cargado de piedras, caía sobre sus hombros descarnados por tantos golpes, sudores y rebeldías. Ti Noel había gastado su herencia y, a pesar de haber llegado a la última miseria, dejaba la misma herencia recibida. Era un cuerpo de carne transcurrida. Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre solo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo.
Ti Noel subió sobre su mesa, castigando la marquetería con sus pies callosos. Hacia la ciudad del Cabo el cielo se había vuelto de un negro de humo de incendios como la noche en que habían cantado los caracoles de la montaña y de la costa. El anciano lanzó su declaración de guerra a los nuevos amos, dando orden a sus súbditos de partir al asalto de las obras insolentes de los mulatos investidos. En aquel momento, un gran viento verde, surgido del Océano, cayó sobre la Llanura del Norte, colándose por el valle del Dondón con un bramido inmenso. Y en tanto que mugían toros degollados en lo alto del Gorro del Obispo, la butaca, el biombo, los tomos de la enciclopedia, la caja de música, la muñeca, el pez luna, echaron a volar de golpe, en el derrumbe de las últimas ruinas de la antigua hacienda. Todos los árboles se acostaron, de copa al sur, sacando las raíces de la tierra. Y durante toda la noche, el mar, hecho lluvia, dejó rastros de sal en los flancos de las montañas.
Y desde aquella hora nadie supo más de Ti Noel ni de su casaca verde con puños de encaje salmón, salvo, tal vez, aquel buitre mojado, aprovechador de toda muerte, que esperó el sol con las alas abiertas: cruz de plumas que acabó por plegarse y hundir el vuelo en las espesuras de Bois Caimán.
www.lajiribilla.co.cu Alejo Carpentier, "El reino de este mundo"(1949)