viernes, 28 de septiembre de 2012

EL RETRATO ES UN JUEGO TURBIO ENTRE MODELO Y PINTOR


El retrato es un juego turbio entre modelo y pintor"

La exposición Retratos de la Fundación Mapfre abre sus puertas este miércoles con pinturas del Centro Pompidou. Hablamos con el comisario, Jean-Michel Bouhours.

Laura MARTÍN | Publicado el 24/09/2012

La Fundación Mapfre presenta desde este miércoles la exposición Retratos. Obras maestras del Centre Pompidou, comisariada por Jean-Michel Bouhours, conservador del centro francés, de cuya colección permanente proceden las 80 obras que conforman la muestra, que podrá verse hasta el 6 de enero. Los cuadros, seleccionados de forma temática, según cuenta Bouhours a elcultural.es, se exhiben cronológicamente en el museo de arte moderno parisino, pero el comisario quería inventar otro contexto de aquel al que está acostumbrado.

No ha sido fácil seleccionar las piezas de entre las 5.000 de que dispone el Centro Pompidou. Sin embargo, la idea de realizar una muestra exclusivamente de retratos refleja la importancia de este género en la historia de la pintura. La exposición se inicia con el retrato de Erik Satie realizado por Suzanne Valadon entre 1892 y 1893, y se cierra con La marroquí, de John Currin (2001). "El retrato es un juego turbio entre modelo y pintor, un juego de miradas, de seducción y dialéctica", comenta Bouhours. "Es un tipo de arte que perpetúa su relación con aquel que lo contempla". El planteamiento es situar al espectador en el lugar del pintor, que mire el cuadro desde los ojos de su creador.


Retrato de mujer, de Pablo Picasso

"En el periodo del futurismo, el cubismo, las vanguardias del siglo XX encontramos una fuerte conmoción, quizás el cambio más radical de la historia de la pintura. La representación de la naturaleza, sobre todo de la personalidad humana, se transforman, los tabús de la sociedad occidental se rompen", explica. "Hay un cuestionamiento de la filosofía, y en el cubismo se sacraliza el rostro". Cuando Picasso pintó Las señoritas de Avignon, el elemento que más chocó a la sociedad de la época fue el tratamiento de la cara, no el espacio o la forma. "Lo que se estaba tratando era un ser humano, había una humanidad" detrás de esa deformación.

La muestra incluye obras del citado Pablo Picasso, Henri Matisse, Francis Bacon, Joan Miró, Amadeo Modigliani y Robert Delauney, entre otros. Bouhours destaca la presencia de un retrato de Renoir realizado por Picasso, y Le tourangeau, de Juan Gris, posiblemente, dice con la boca pequeña, algunos de sus favoritos. Uno de los objetivos de la exposición es mostrar los puntos comunes del retrato, uno de los temas pictóricos más metafísicos, a lo largo de épocas tan diferentes.


Autorretrato, de Francis Bacon

El comisario vuelve a España en primavera, con una muestra sobre Salvador Dalí que abrirá en noviembre en el Pompidou y se trasladará al Reina Sofía en abril. Este es un proyecto por el que Bouhours se siente particularmente ilusionado, pues en el museo de arte moderno parisino no se ha dedicado una exposición al pintor catalán desde 1979, hace 33 años. Resulta paradójico, declara, que uno de los maestros más importantes del siglo XX esté tan ausente del panorama francés. Dalí, además, fue un personaje muy popular en la Francia de los años 70, quizás incluso más que Picasso. Para las nuevas generaciones, sin embargo, está menos presente, de modo que el homenaje en el Pompidou es una invitación a releer la obra de Dalí, y de aprehender el conjunto de su carrera.elcultural.com-enviado por arteinformado.com

2 comentarios:

  1. Picasso en si visita al Trocadero en 1907. Es su testimonio:

    "Cuando fui al Trocadero fue desagradable. El mercadillo. El olor. Estaba completamente solo, quería escapar. Pero no me fui. Permanecí. Permanecí. Comprendí algo muy importante: ¿algo me estaba ocurriendo? Las máscaras no eran como otro tipo de e scultura. En absoluto. Eran objetos mágicos. Y ¿ por qué no estaban las piezas egipcias o las caldeas? No nos habíamos dado cuenta: aquellos eran objetos primitivos, no mágicos. Las esculturas negras eran intercesoras. Yo conocía la palabra francesa desde siempre. Contra todo, contra lo desconocido, espíritus amenazadores.
    Entendí; yo también estoy contra todo. Yo también pienso que todo es desconocido, es el enemigo(...) Todos los fetiches eran usados para lo mismo. Eran armas. Para ayudar a que la gente dejara de ser dominada por los espíritus(...)
    Las señoritas de Aviñón debe haber venido a mí ese día.
    Fuente: Arthur Danto", Después del fin del arte""La pintura y el linde de la historia: el final de lo puro" Cap.6

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