ENTREVISTA: ÉL


Entrevista: Él

Se llama Osvaldo Sánchez, es mexicano y uno de los curadores de arte más reconocidos en esta parte del globo. Él cree que estamos obsesionados con la idea del éxito global y subestima la notoriedad del artista como sinónimo del éxito. Cree que hay que entender la cultura como un territorio del compromiso democrático. Él, como guía y precursor del arte latinoamericano, visitó Chile para explorar la escena nacional, invitado por la Fundación AMA en el marco de la exposición de Francisca Benítez, artista ganadora de la beca que entrega anualmente dicha institución.
Es jueves de este enero arbitrariamente caluroso en Santiago. Nadie sabe con qué protegerse del sol, ni siquiera ayuda el hecho de que ya sean las siete de la tarde. Y fue ahí donde estuvimos, esperándolo bajo ese cielo que no daba tregua. Se trataba de una espera que valía la pena, pues la entrevista era con Osvaldo Sánchez, curador y crítico de arte mexicano -que acaba de culminar su cargo como director del Museo de Arte Moderno de su país- que pasó por Chile para dar su opinión frente a este bullicio artístico local. Y precisamente, su cita más especial fue la que tuvo con la exposición de Francisca Benítez, chilena ganadora de una residencia artística de un año en Londres entregada por la Fundación AMA, institución promotora del arte nacional creada por Juan Yarur y Cecilia Brunson. Su trabajo, luego del viaje a Europa, se llamó “Canto Visual”, una obra participativa en la que el museo se transforma en una escuela de lengua de señas.

Solo te quedas cinco días en Santiago, llegaste ayer y tienes presupuestado alrededor de siete visitas de artistas por día, ¿no es una agenda que te abruma? Es cierto, estoy corriendo.

Y a mil km por hora, ¿aun así puedes descifrar el mundo del arte en Chile? Es parte de mi trabajo. Y como llegué ayer no puedo darte un diagnóstico de la escena de Chile. Lo que sí creo es que estamos en un momento muy interesante de producción en muchos países latinoamericanos, donde desgraciadamente los canales de posicionamiento están muy concentrados en una gestión mercantil relacionada con coleccionismo con galerías. Nuestro coleccionismo en América Latina no es tan fuerte, y nuestras galerías -propiamente por nuestra propia limitación del coleccionismo-, muchas veces tienen una perspectiva de defensa de los artistas, pero con muy poca capacidad de colocarlos en el mercado de tal manera que implique un acceso a la información internacional y a un protagonismo externo más fuerte.

Respecto a lo que comentas, ¿cuál es la brecha que separa al artista contemporáneo y su notoriedad de su trabajo profundo? La notoriedad no creo que sea el destino del artista, esa no es la razón del arte y nunca lo ha sido. Hoy pasamos por un momento muy frívolo donde se pretende vender y difundir el arte con mucha notoriedad. El único arte bueno es el arte que es profundo, lo demás no es arte. Creo que finalmente somos nosotros los curadores los que debemos activar accesos a públicos específicos, lo que es una muy interesante gestión.

¿Y cuál es la otra cara de la moneda?
 El otro punto, y por el que hay que estar satisfechos, es del movimiento productivo contemporáneo; sí hay muchos artistas trabajando con un discurso que es interesante, que son serios. Quizás lo que habría que buscar son más canales públicos, más iniciativas privadas dirigidas a fomentar experiencias de contacto con la obra, que le den una especie de proyección distinta al arte.

Según tu experiencia como director en museos de la talla del Museo de Arte Carrillo Gil o del Museo de arte contemporáneo Rufino Tamayo o como curador de proyectos privados latinoamericanos como la colección Destello, impulsada por los jugos Jumex en México, ¿cómo se podría manejar mejor el arte latinoamericano entre las entidades públicas y privadas?Lo que hay que hacer es que las instituciones públicas se conviertan en instituciones fuertes. Yo no creo que el llamado al sector privado es a sustituir la institución pública. La institución pública es un basamento cultural muy interesante, creo que de hecho la forma cultural está constituida por el interés privado y por el interés público, y lo que hay que hacer es tratar de profesionalizar cada vez más el interés público. Porque hay que entender que la cultura es un territorio importante de compromiso democrático.

¿Cómo pueden manejar sus connotaciones históricas los artistas de América Latina e integrar a la vez las coordenadas del arte de vanguardia? Por un lado están estos clichés identitarios históricos, por otro está este afán de novedad, como si estuviéramos inventando el agua caliente, ninguno de los dos ayuda. Es decir, creo que hay que tener una visión mucho más densa e informada de las herencias y de la manera en que el arte de alguna forma es consecuencia de vivencias que muchas veces son coyunturas de la contemporaneidad. Hay otras veces en que el pasado se filtra e inocula de un lugar de conocimiento general e incluso de educación visual.

¿Entonces se confabula como una especie de manifiesto artístico latinoamericano? No hay por qué tener miedo a la historia, pero sí creo que hay que tener miedo a los clichés de nuestra historia y a los clichés de la novedad. Porque a veces preferimos esta especie de construcción vacua, de sincronía en lo contemporáneo y es simplemente un cliché tan vacuo como el cliché de la máscara de la historia moderna latinoamericana. Finalmente esto implica ser siempre un poco crítico con relación a la historia y crítico también en relación a nuestros entusiasmos de hoy en día.

¿Qué te pareció Francisca Benítez y su Canto Visual?
 Creo que la Beca AMA es una muy buena iniciativa, de hecho es una bastante bien pensada, sobre todo porque implica un proceso de separación del artista, sacar a un artista de su propio contexto y confrontarse en un momento de crecimiento artístico. Lo estimula a un gesto que no es de notoriedad, que no está disfrazado de dinero, no está disfrazado de un reconocimiento simbólico, sino que realmente es una oportunidad concreta que tiene o no una consecuencia para el artista. Ojalá hubiese más personas con iniciativas así, desgraciadamente los coleccionistas por lo general están centrados en la acumulación de patrimonio propio y no tanto en dar oportunidades al propio contexto cultural del país que de alguna manera está vinculado a su dinámica de hacer riqueza. Creo que los medios de hecho tendríamos que ser impulsores y estimuladores del compromiso social para poder construir países más complejos intelectualmente y emocionalmente de gente más abierta, eso definitivamente ayuda mucho.www.arteinformado.com

Comentarios

  1. Es muy difícil encontrar publicaciones acerca del Arte Contemporáneo de América Latina.
    Se pueden encontrar publicaciones referidas a varios artistas de renombre pero, de otros continentes.
    América Latina es un región de gran diversidad cultural.
    El arte posibilita procesos de autoconocimiento, al permitir el derecho básico a la creatividad, la imaginación y la expresión.
    Se impone, en primer lugar, una reflexión sobre el mundo en que vivimos.
    Me desempeñé como maestra en mis comienzos de mi carrera docente y recuerdo, que, cuando me entregaron el Programa a desarrollar; tenia una importante sección sobre arte latinoamericano y especialmente argentino. Con gran sorpresa, recibí la indicación que de esa parte no me preocupara, porque nadie la aplicaba. Fue suficiente, para que investigara los motivos, sencillamente se omitían, por ese motivo, me dediqué a reunir material, y fue realmente muy difícil conseguirlo. Estaban en revistas, programas de las exposiciones y un solo libro.
    Resultó un trabajo arduo. Difundir la expresión latinoamericana es imprescindible en el campo del arte. Debería ser en nuestros países una cuestión de Estado.

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