Intimidad de un Tímido Jorge de la Vega 1930-1971 ...
Jorge de la Vega pasó por diversas etapas en su desarrollo artístico hasta constituirse en el autor de la producción que lo caracterizaría como uno de los artistas argentinos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. La figuración informalista de 1960-1962 (obras de fondos oscuros y de fondos claros) dio paso al Bestiario (1963-1966) y luego al pop-psicodelia en blanco y negro (1966- 1971). Entre 1961 y 1965 formó parte del grupo Nueva Figuración, a partir de cuya disolución no solo cambió la dirección de su modalidad pictórica sino que también incorporó la composición y escritura de canciones que él mismo interpretaba de manera paralela a su labor como artista visual.
Intimidad de un tímido, 1963, pertenece al primer año de elaboración de su serie Bestiario. El año 1963 fue importante para todos los integrantes de la Nueva Figuración en tanto, cada uno de manera individual, conjugó capacidad y elocuencia expresivas para potenciar el surgimiento de los respectivos discursos artísticos que caracterizarían por su singularidad a cada integrante en particular y al conjunto del grupo en su propuesta colectiva. Fue ese el momento en el cual De la Vega comenzó con su Bestiario, una de las propuestas artísticas que marcaron su singularidad. Compleja y múltiple, la serie funcionó como el punto de llegada de un paulatino proceso en parte compartido con algunos de los artistas que forjaron aquella transición caracterizada por la pérdida de identidad del objeto artístico tradicional y el comienzo en el área local del fenómeno de “muerte del arte”.
De la Vega había comenzado a pintar desde niño al lado de su padre, pintor de paisajes. A los veinte años ya había realizado su primera exposición individual y pintaba bodegones, naturalezas muertas y retratos. A partir de 1953 comenzó a realizar obras no figurativas de tendencia geometrizante, que continuó hasta 1959, en sintonía con las modalidades practicadas por varios artistas a lo largo de esa década con el fuerte antecedente de las vanguardias constructivas de los años cuarenta. A partir del estrechamiento de vínculos con Noé, Greco y Macció, en 1960 De la Vega tomó la experiencia del informalismo –materia, chorreados, manchas–, pero incluyendo la figura humana. Esa tendencia tuvo un carácter neovanguardista y neodadaísta, que comenzó a provocar una revolución interna en la institución arte. Aunque De la Vega adhirió a esa modalidad pictórica, sus cuestionamientos más radicales aún estaban por llegar.
La meta del grupo Nueva Figuración –reunido desde 1961– era buscar una nueva imagen de la relación de los seres humanos con su contexto, lo que significaba también romper con cualquier tipo de paradigma y figuración vigentes hasta el momento.
Entre 1961 y 1962, De la Vega comenzó a prefigurar los modos compositivos de su futuro Bestiario en obras como Vacío (1962): aclaró los fondos y acumuló las partes figurativas –manchas y líneas abiertas– en ciertas zonas del cuadro. El título de esta obra tiene un sentido simbólico relacionado con la acción rupturista y cuestionadora que en 1962 De la Vega llevaría a cabo junto a Noé, y que prefiguraría el concepto espacial de la serie. Después del éxito de la exposición Otra figuración (1961), Noé y De la Vega gestaron una ruptura estructural que más tarde el primero llamaría “visión quebrada”, y así arremetieron fuertemente contra la “institución pintura”. Una vez llegados a París en 1962 De la Vega compuso sus Formas liberadas y Noé su obra Mambo. Las obras de De la Vega, que incluían explícitamente el gesto, consistieron en quitar la tela del bastidor, quebrar la estructura de madera, cortar la tela y envolver las maderas rotas. Ninguna de aquellas experiencias efímeras se conserva. Con este gesto De la Vega inauguraba una nueva concepción de la obra, en un salto al vacío que no se ciñó solo a la experiencia de Formas liberadas, sino que fue el fundamento espacial del Bestiario, en el cual de manera virtual el rectángulo pictórico tradicional quedaba abolido. Los protagonistas del Bestiario, como en Intimidad de un tímido, se encuentran conceptualmente suspendidos “en el vacío”. Con estas premisas, entre otras, el artista comenzó la serie que definió de este modo: “Pintaba animales quiméricos que flotaban en el espacio sideral”. Una iconografía singular de monstruos construidos con rasgos de reminiscencias infantiles –por sus trazos, diseño, procedimientos y concepto de espacio– conformó ese corpus de obras, que fueron un modo elíptico de referirse a la condición humana en su dimensión existencial, dubitativa, ambigua o en plenitud, exhibiendo tanto su vulnerabilidad como su capacidad de transformación.
Intimidad de un tímido es una obra representativa de esa serie, al igual que Urano en Casa IV (1963, inv. 7215, MNBA), de tamaño más pequeño. Intimidad y Urano exhiben la incorporación de la nueva iconografía –en este caso felinos, otras figuras no identificables y un elefante–, y una nueva factura basada en gran parte en un tipo de collage de variados e infinitos elementos, además de una pintura gestual, de formas abiertas, que se agrega a los fundamentos de esta serie. Otro rasgo singular que se destaca en la construcción de Intimidad de un tímido es la utilización de telas engomadas, plegadas y arrugadas que otorgan mayor expresividad y caracterizan los distintos “estados de ánimo” de esta figuración entre animal y humana. En este caso, el tímido protagonista, figura de la derecha, constreñido por las figuras monstruosas pintadas, contiene múltiples pequeños pliegues que convergen en la intención de indicar la introversión y timidez otorgadas por el artista. En cambio, la figura plegada en la zona superior sugiere un estado de mayor liberación por su actitud aérea.
De la Vega no solo se sumó a los artistas que forjaron un cambio de paradigma en el terreno artístico, sino que su obra también reflejó ese cambio sucedido en otros ámbitos, como los hábitos sociales, la psicología llevada a la vida cotidiana, la flexibilización de los componentes de la personalidad, entre otros. Estos rasgos fueron enfocados un poco más tarde por las letras de sus canciones.Mercedes Casanegra
Intimidad de un tímido, 1963, pertenece al primer año de elaboración de su serie Bestiario. El año 1963 fue importante para todos los integrantes de la Nueva Figuración en tanto, cada uno de manera individual, conjugó capacidad y elocuencia expresivas para potenciar el surgimiento de los respectivos discursos artísticos que caracterizarían por su singularidad a cada integrante en particular y al conjunto del grupo en su propuesta colectiva. Fue ese el momento en el cual De la Vega comenzó con su Bestiario, una de las propuestas artísticas que marcaron su singularidad. Compleja y múltiple, la serie funcionó como el punto de llegada de un paulatino proceso en parte compartido con algunos de los artistas que forjaron aquella transición caracterizada por la pérdida de identidad del objeto artístico tradicional y el comienzo en el área local del fenómeno de “muerte del arte”.
De la Vega había comenzado a pintar desde niño al lado de su padre, pintor de paisajes. A los veinte años ya había realizado su primera exposición individual y pintaba bodegones, naturalezas muertas y retratos. A partir de 1953 comenzó a realizar obras no figurativas de tendencia geometrizante, que continuó hasta 1959, en sintonía con las modalidades practicadas por varios artistas a lo largo de esa década con el fuerte antecedente de las vanguardias constructivas de los años cuarenta. A partir del estrechamiento de vínculos con Noé, Greco y Macció, en 1960 De la Vega tomó la experiencia del informalismo –materia, chorreados, manchas–, pero incluyendo la figura humana. Esa tendencia tuvo un carácter neovanguardista y neodadaísta, que comenzó a provocar una revolución interna en la institución arte. Aunque De la Vega adhirió a esa modalidad pictórica, sus cuestionamientos más radicales aún estaban por llegar.
La meta del grupo Nueva Figuración –reunido desde 1961– era buscar una nueva imagen de la relación de los seres humanos con su contexto, lo que significaba también romper con cualquier tipo de paradigma y figuración vigentes hasta el momento.
Entre 1961 y 1962, De la Vega comenzó a prefigurar los modos compositivos de su futuro Bestiario en obras como Vacío (1962): aclaró los fondos y acumuló las partes figurativas –manchas y líneas abiertas– en ciertas zonas del cuadro. El título de esta obra tiene un sentido simbólico relacionado con la acción rupturista y cuestionadora que en 1962 De la Vega llevaría a cabo junto a Noé, y que prefiguraría el concepto espacial de la serie. Después del éxito de la exposición Otra figuración (1961), Noé y De la Vega gestaron una ruptura estructural que más tarde el primero llamaría “visión quebrada”, y así arremetieron fuertemente contra la “institución pintura”. Una vez llegados a París en 1962 De la Vega compuso sus Formas liberadas y Noé su obra Mambo. Las obras de De la Vega, que incluían explícitamente el gesto, consistieron en quitar la tela del bastidor, quebrar la estructura de madera, cortar la tela y envolver las maderas rotas. Ninguna de aquellas experiencias efímeras se conserva. Con este gesto De la Vega inauguraba una nueva concepción de la obra, en un salto al vacío que no se ciñó solo a la experiencia de Formas liberadas, sino que fue el fundamento espacial del Bestiario, en el cual de manera virtual el rectángulo pictórico tradicional quedaba abolido. Los protagonistas del Bestiario, como en Intimidad de un tímido, se encuentran conceptualmente suspendidos “en el vacío”. Con estas premisas, entre otras, el artista comenzó la serie que definió de este modo: “Pintaba animales quiméricos que flotaban en el espacio sideral”. Una iconografía singular de monstruos construidos con rasgos de reminiscencias infantiles –por sus trazos, diseño, procedimientos y concepto de espacio– conformó ese corpus de obras, que fueron un modo elíptico de referirse a la condición humana en su dimensión existencial, dubitativa, ambigua o en plenitud, exhibiendo tanto su vulnerabilidad como su capacidad de transformación.
Intimidad de un tímido es una obra representativa de esa serie, al igual que Urano en Casa IV (1963, inv. 7215, MNBA), de tamaño más pequeño. Intimidad y Urano exhiben la incorporación de la nueva iconografía –en este caso felinos, otras figuras no identificables y un elefante–, y una nueva factura basada en gran parte en un tipo de collage de variados e infinitos elementos, además de una pintura gestual, de formas abiertas, que se agrega a los fundamentos de esta serie. Otro rasgo singular que se destaca en la construcción de Intimidad de un tímido es la utilización de telas engomadas, plegadas y arrugadas que otorgan mayor expresividad y caracterizan los distintos “estados de ánimo” de esta figuración entre animal y humana. En este caso, el tímido protagonista, figura de la derecha, constreñido por las figuras monstruosas pintadas, contiene múltiples pequeños pliegues que convergen en la intención de indicar la introversión y timidez otorgadas por el artista. En cambio, la figura plegada en la zona superior sugiere un estado de mayor liberación por su actitud aérea.
De la Vega no solo se sumó a los artistas que forjaron un cambio de paradigma en el terreno artístico, sino que su obra también reflejó ese cambio sucedido en otros ámbitos, como los hábitos sociales, la psicología llevada a la vida cotidiana, la flexibilización de los componentes de la personalidad, entre otros. Estos rasgos fueron enfocados un poco más tarde por las letras de sus canciones.Mercedes Casanegra
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ResponderEliminarJorge de la Vega, puso en el lienzo pintura, fragmentos de tejas romanas y harapos en "El día ilustrísimo (1964), imprimiendo sentido de cruda urgencia al significado críptico.
ResponderEliminarEsta obra integró una muestra realizada en el Museo de arte moderno de Nueva York-MoMA en 1992