jueves, 4 de octubre de 2018

Maria Martins : metamorfoses no MAM - Expressão - Espaço Húmus


Lo imposible-Bronce, 1946

4 comentarios:

  1. Maria Martins não se classifica em movimentos artísticos. As obras que fazem parte da exposição, sendo esculturas ou pinturas ou gravuras, são de figuras em transformação, que abandonaram sua forma originalmente humana e são quase plantas, sereias, esqueletos, formas quase familiares, um passo ou dois para dentro da estranheza. Metamorfoses, nome da exposição.

    A artista é brasileira, porém sua formação e primeiras exibições foram no exterior, principalmente Estados Unidos e França. Quando chegou ao Brasil, sua produção seguia na contracorrente da arte concreta, tida como a arte avançada da época. Maria Martins não se dobrou a esse estilo e por vias próprias ganhou certo reconhecimento no país. Por mais que tenha ligação com conceitos que estavam em evidência fora do Brasil, a curadora Veronica Stigger vê na obra da artista diálogo com o pensamento modernista brasileiro, de metamorfose permanente. Compara com Macunaíma, o herói sem caráter definido e orgulho de nosso povo, que ao longo da narrativa passa por diversas transformações.

    Veronica entende que as obras da artista que vieram depois da série Amazônia, marcaram radicalmente a produção de Maria Martins, que dali em diante deixou de representar a figura humana de maneira tradicional para metamorfoseá-la em novas figuras. A divisão em núcleos da exposição acompanha as diferentes formas orgânicas que as figuras assumiram para terminar no esqueleto, organismo flertando com o inorgânico.

    O texto que abre a exposição compartilha que a artista custa em acreditar que não se volte após a morte, tragicamente desumano não voltar. Ela desejaria voltar vestida de outra condição: pedra, animal ou flor. E termina "quem disse que não será assim?". Pois é, quem disse que não seria assim, lá está a artista, na retrospectiva do MAM, presente em suas obras metamórficas.
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  2. (,,,)La escultura surrealista de Maria Martins 0
    BY IRENE CALVO ON 11/12/2015 ARTE CONTEMPORÁNEO, ARTÍCULOS
    Maria Martins fue la única mujer escultora surrealista brasileña. Afincada en Nueva York y después París, su figura fue clave para entender el vínculo entre los países latinoamericanos, Estados Unidos y Europa en un momento tan controvertido como fueron los años 40 y 50 del siglo XX.

    Hace poco conocí la historia de Maria Martins (su nombre real era Maria de Lourdes Alves Martins) de la mano de Estrella de Diego, docente y crítica de arte, y Enriquez Pérez-Oramas, docente y comisario de Arte Latinoamericano en el MoMA de Nueva York.

    Maria Martins junto a algunas de sus obras
    Maria Martins junto a algunas de sus obras

    Maria Martins fue, sin duda, una mujer extraordinariamente moderna, con fuerte personalidad y, sobre todo, determinación. Nacida en el seno de una familia de bien e integrada en la vida política de su Brasil natal, su padre, João Luís Alves, era ministro de justicia, senador y miembro de la Academia Brasileña de las Letras. Su educación vino marcada por lo acomodado de su familia pero también por la cultura que rodeó su vida desde niña.
    En 1926 contrajo matrimonio en segundas nupcias con Carlos Martins Pereira y Sousa, embajador de Brasil, cargo que proporcionó a la pareja diferentes viajes y residencias por todo el mundo. Una pareja feliz y moderna, que gozaba de una relación abierta y en la cual Maria disfrutaba de las mismas libertades que Carlos. Es sabido – y tristemente en ocasiones sólo se la recuerda por esto- que fue amante de Marcel Duchamp y, de hecho, fue la modelo de la obra “Étant données” e influyó en la producción de Duchamp.

    “Tem cheiro de matto” Madera , ca. 1940
    “Tem cheiro de matto” Madera , ca. 1940

    Aunque su educación fue rica en cuanto a cultura general, idiomas, literatura y arte, Martins nunca recibió una formación específica reglada. No fue hasta su estancia en París que Maria empezó a interesarse por la pintura y comenzó a recibir clases. Anteriormente sus preferencias fueron la música y la literatura, esta última siguió cultivándola. Más tarde se interesó por la escultura y, en concreto, en materias como la madera o la cerámica y el barro.
    En 1939, Maria y Carlos Martins son destinados a Washington D.C. y, más tarde, a Nueva York. Es aquí donde Maria experimenta con el bronce en sus esculturas y lo adopta como técnica predilecta. Además, continúa su formación con Jacques Lipchitz y Stanley William Hayter y establece su estudio en esta ciudad. Es en este momento también, cuando su obra adquiere un marcado estilo surrealista, muy influenciado por los temas mitológicos amazónicos y la iconografía religiosa y selvática, temas que habían sido recurrentes en obras anteriores pero no de forma tan evidente.

    "Boiuna". Bronce, 1942
    “Boiuna”. Bronce, 1942

    En 1942 se inaugura su primera muestra individual en la Corcoran Gallery, en Washington. Un total de dieciocho esculturas donde esas influencias de mitologías amazónicas y brasileñas quedaban patentes a la vez que envueltas en un halo sensual. Escribía la artista en un poema: “Sé que mis Diosas y sé que mis Monstruos / Siempre te parecerán sensuales y barbáricos”.
    Sin embargo, la exposición más recordada fue en la Valentine Gallery de Nueva York, en 1943. En esta muestra compartía espacio con obras de Mondrian. La propuesta de Martins giraba en torno a los temas que trabajaba esos años, leyendas selváticas del Amazonas y sus fábulas y religiones. Esta vez, la artista elaboró un minucioso catálogo en inglés donde narraba todos los mitos a los que aludían sus obras, con el propósito de divulgar la cultura brasileña y sus mitos amazónicos. No en vano era embajadora consorte de Brasil.

    abmagazine.es

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  3. Es una obra llena de interrogantes. Su título evoca un encuentro hombre-mujer- O, más bien, un encuentro humano, habría señalado un encuentro imposible, agresivo, aunque más bien lo encuentro como el encuentro con un posthumano.En Europa ya se producen.

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  4. A pesar de la apropiación que realiza María Martins de mitologías amazónicas y brasileñas, parece más bien establecer diferencias entre lo profano y lo sagrado.El cuerpo otro de una suramericana. Reniega de construirse como mujer en un orden patriarcal cuestionando las formas de la feminidad instituida, constituirse como raro ejemplar, que reniega del goce escópico. No hay mirada, ( como estar frente a un robot).Podríamos ubicarla en la clásica afirmación de Simone de Beauvoir:no se nace mujer, se llega a serlo".
    Mujeres barbudas, hombres con pechos, rostros maquillados hasta la indefinición. Ella va mas allá en la construcción de una alteridad agresiva.
    Theodor Adorno ha dicho: " Todas las obras de arte son crímenes no cometidos".
    Mientras que el sexo como predeterminado y naturalmente establecido por los rasgos fisiológicos de nuestro cuerpo, el género se define como una construcción social basado en estándares arbitrarios históricamente consensuados.
    Revisado desde la década de los ochenta, este sistema sexo-género se convierte en un constructo obsoleto. Los cuerpos están sujetos a derivas, y soportan nuevos devenires. María Martins, supo intuir algo de estas mascaradas identitarias. La obra continúa interrogando.

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