ENTREVISTA/ FÉLIX SUAZO: "EL CURADOR NO ESTÁ PARA EXPLICAR OBRAS"


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Félix Suazo: "El curador no está para explicar obras"

"Los salones de arte en el país son casi inexistentes, algunos de ellos sobreviven a duras penas" "La actividad del curador es mediadora, se basa en el diálogo y no necesariamente es autoritaria", señala el crítico y curador.

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Suazo imparte desde hoy su taller de curaduría (Gustavo Bandres)
JESSICA MORÓN |  EL UNIVERSAL
lunes 23 de septiembre de 2013  07:39 AM
Para Félix Suazo la actividad curatorial en el país se enfrenta a algunos obstáculos. A la disminución de espacios que propicien y permitan la confrontación artística se suma el incremento de los costos afecta a las galerías, curadores y artistas. Pero, según él, el sector intenta subsistir y dar la pelea en un intento por afianzar la importancia del arte en la cultura venezolana. 

El crítico afirma que el país tiene las herramientas. "Hay obras, hay artistas y propuestas", resalta Suazo. Sin embargo, admite que muchos profesionales y sus proyectos no encuentran lugar donde mostrarlos. 

A su juicio, hasta los salones de arte son hoy casi inexistentes y la actividad curatorial se desarrolla "a contracorriente". El curador no olvida que su labor es compartida. Ahora intervienen diversos agentes: periodistas, museógrafos , críticos y espectadores contribuyen en el proceso de diálogo e interpretación de una obra. 

"Hasta los mismos artistas curan exposiciones", sentencia el también director de la galería El Anexo, tras aclarar que el curador ya no tiene la última palabra.

-El avance de las comunicaciones permite a los artistas mostrar su obra a través de otros canales como Facebook e Instagram. ¿Sigue teniendo sentido hacer curaduría?

-La curaduría es una actividad de visión de contenidos y problemas. Su rango de aplicación es mucho más amplio y trasciende las exposiciones. El curador, además, aporta criterio para la formación de colecciones y la estructuración de eventos expositivos como una bienal, que tienen un alcance diferente, y por supuesto para la ejecución de experiencias en otros formatos como el editorial, el impreso o electrónico, que abarcan un rango mucho más variado y diverso. Es una actividad que independientemente del soporte que utilice, requiere de un conocimiento de las obras y de los contenidos que se quieren difundir 

-Hubo una época en la que el curador tenía la última palabra para desentramar el discurso del artista, ¿Eso se mantiene?

-Creo que en ese tiempo se malinterpretó la función del curador, al creer que éste era el dueño del sentido. En los últimos años se ha ido comprendiendo que el significado de una obra de arte se comparte con varios agentes. Además del artista y el curador, existen los críticos, los periodistas, el museógrafo y todo un ejército de profesionales que colaboran en la producción y dan sentido a una obra. La actividad del curador es mediadora, se basa en el diálogo y no necesariamente es autoritaria.

-¿Cómo evalúa la actividad curatorial en el país?

-Esta se ha ido desarrollando a contracorriente de una situación desfavorable para el curador. Aun cuando en muchos espacios de divulgación oficial o institucional, la figura del curador está bajo sospecha en el plano independiente, la actividad curatorial se sigue desarrollando con una serie de dificultades, principalmente con limitaciones de presupuesto. Hoy también tenemos una generación de artistas que curan exposiciones y de alguna manera corroboran la importancia que tiene esta actividad para la cultura venezolana. 

-¿Cómo están los salones de arte en Venezuela? 

-Su historia es más que centenaria y siguen teniendo un papel polémico. Aún cumplen la función de ser espacios para confrontar propuestas de cualquier generación de artistas. Sin embargo, en la actualidad los salones de arte en el país son casi inexistentes, algunos de ellos sobreviven a duras penas. El salón Michelena sobrevive fracturado. Sobre el salón Aragua siempre queda la duda si se dará o no, y algunos otros eventos que tenían esa aspiración como el Salón Pirelli, ya no están activos. El que sigue marcando una pauta importante en el país que es el Jóvenes con Fia. 

-El espectador tiende a catalogar el lenguaje del curador como indescifrable. ¿Piensa que el uso de un lenguaje poco accesible lo distancia del público?

-La lengua del curador debería ser la lengua del objeto con el que trabaja (pinturas, fotografías y objetos). Como mediador emplea un metadiscurso, como lo hace un médico, un ingeniero y hasta los políticos. La labor del curador consiste en transcender las limitaciones que tiene todo metadiscurso para aproximar al espectador a una idea de lo que está viendo. El curador no está para explicar obras, sino para generar marcos de visión. La interpretación le corresponde al espectador. 

-¿Se puede vivir de la curaduría en este país?

-Por mis colegas sé que no. Los curadores independientes tienen que hacer malabares de todo tipo para satisfacer sus necesidades e intentar incrementar sus ingresos. Muchas instituciones no comprenden la importancia de contratar un curador y desde allí se suscitan algunas incomprensiones. Cuando se establecen los baremos de cara a las tarifas internacionales, se les considera onerosos y allí hay quienes no descartan la alternativa de que se puede prescindir de un curador. 

-Desde el punto de vista de la curaduría, ¿cómo ve la situación de los museos nacionales?

-Estas instituciones han presentado una serie de dificultades en su programación, que es lo que vincula directamente a los curadores. Asumo que no por falta de especialistas en la materia, porque es en los museos donde nos hemos formado casi todos. Es un tema de incomprensión. Creo que no se toman en cuenta esos proyectos que ameritan una investigación y propician un estudio. Hay tantos autores que no se han investigado, exposiciones engavetadas... Es una situación bastante paradójica porque los profesionales existen y están allí. Hay temas, hay artistas y obras, pero no la voluntad institucional. 

-Sobre su taller de curaduría experimental, ¿cuáles son los propósitos que persigue?

-Es una paradoja. El taller de curaduría experimental no enseña nada, sino que está concebido como un modelo para aprender haciendo. Eso supone que los asistentes no escuchan como se hace una curaduría. Ellos traen su idea y en el taller se les acompaña y asesora acerca de cómo desarrollarla, hasta que finalmente la convierten en un hecho expositivo. El taller lo que hace es proveer el tiempo y el espacio propicio para que se desarrolle todo el trabajo preliminar que transcurre entre cuatro y seis meses. La puesta en escena toma entre dos y cuatro semanas como va a ocurrir en esta tercera edición.

-¿Y dónde quedó la crítica de las artes plásticas? 

-Con la crítica pasaron dos cosas fundamentales. Una, hay que reconocer que ya no se está haciendo crítica del arte, sino que se está criticando el campo artístico, que son dos cosas distintas. No hay una crítica a la obra del artista, sino a la escena donde se generar los contenidos visuales. La situación que ha vivido el país en los últimos años hace que existan muchos acomodos del circuito expositivo e influye sobre la forma en que los profesionales ejercen su trabajo. Se reacomodó el significado de las obras y por supuesto la conducta perceptiva del público. Al haberse generado todas estas modificaciones la crítica debió adaptarse, pero es lamentable que hoy se ocupa de entender cómo en una situación de conflicto y disminución de espacios se sigue generando arte.www.eluniversal.com/ enviado por www.arteinformado.com

Comentarios

  1. Cuando hago un espectáculo, estoy en manos. Casi me hago todo yo mismo. A lo largo de mi carrera he tenido la suerte de trabajar con muchos curadores creativos. Su papel es el de darme protección y estímulo. No en el sentido de cambiar lo que hago, pero lo que me permite hacer lo que quiero hacer. Ellos me han ayudado a entender lo que me gusta.

    Alexandra Monroe dio tanto amor para mí y mi trabajo que ella hizo Sí [primera gran retrospectiva de Ono] muy fácil para mí. A veces me pregunto por qué iba a elegir un trabajo en particular - pero ella dice: "Mira esto - es importante, Yoko". Y ella a menudo tiene razón.

    Jon Hendricks [conservador del espectáculo Bilbao actual de Ono] también ha sido un gran apoyo - sólo por ir a lugares en mi nombre y diciendo: "Yoko no le gusta eso."

    Hans Ulrich es una de esas personas que se suben en torno a un lote. Él vuela alrededor en su mente, como siempre está volando alrededor del mundo. Y cuando te encuentras con que cuenta en el tránsito es muy emocionante. Me da la sensación de que mi propio poder. Mi sensación es que Hans no es sólo un conservador. Su deber es cuidar de su propio conocimiento y sabe tanto como los artistas con los que trabaja.

    John Baldessari

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    Yves Klein en la fotografía de finales de los 50: Express Newspapers / Getty Images

    El colector Virginia Dwan tenía una galería notable en Los Ángeles, que más tarde se trasladó a Nueva York. Ella jugó un papel decisivo en la exhibición de muchos artistas europeos y de Nueva York que nunca habían mostrado en la costa oeste antes. El espectáculo que más recuerdo fue Yves Klein a Dwan Gallery de finales de los 60: era todas las pinturas azules. Eso me hizo replantearme lo que estaba haciendo. Virginia tuvo que cerrar la galería al final. Ella no estaba haciendo un beneficio. El mensaje es que no se trataba de la venta de arte.

    Creo que un buen curador es como un buen chef. Ellos entienden las necesidades de la ciudad - y cumplir y retales. ¿Cómo curadores y artistas trabajan unos con otros? Lo ideal es que se trata de una colaboración en la que uno inspira y desafía a la otra. Lo mejor que un curador puede hacer es obtener la respuesta, "Yo no sabía que podías hacer eso," por parte del público. Lo peor es el de presentar un espectáculo que ya no es relevante.
    theguardian.com 14/3/2014 Curaduría/ Muestra de Yoko Ono en Bilbao, España

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