viernes, 1 de septiembre de 2017

Mesa redonda — Mirtha Dermisache. Porque ¡yo escribo!

2 comentarios:

  1. Martha20 de enero de 2017, 12:03
    (...)París, 28 de marzo de 1971.
    Estimada Srta.: El Sr. Hugo Santiago ha tenido la gentileza de hacerme conocer su cuaderno de grafismos. Me permito decirle muy simplemente cuánto me ha impresionado esto, no sólo la alta calidad plástica de sus trazados (esto no es indiferente) sino también, y sobre todo, la extremada inteligencia de los problemas teóricos de la escritura que su trabajo supone. Usted ha sabido producir un cierto número de formas, ni figurativas ni abstractas, que podrían ubicarse bajo el nombre de escritura ilegible. Lo que lleva a proponer a sus lectores, no los mensajes, ni siquiera las formas contingentes de la expresión, sino la idea, la esencia de la escritura. Nada es más difícil que producir una esencia, es decir, una forma que sólo se revierta sobre su nombre; ¿acaso artistas japoneses no han invertido toda un vida en trazar un círculo que sólo se revierta sobre la misma idea de círculo? Su trabajo se emparienta con esa exigencia. Le deseo vivamente que lo continúe y que sea publicado. Le ruego tenga a bien recibir mis deseos de éxito, de trabajo, y crea en mis sentimientos más cordiales.
    Roland Barthes

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    Sobre los grafismos de la Dermisache también escribieron, entre otros, Oscar Masotta, Jorge Perednick, Eduardo Stupía, Diego García Reynoso,Carlos Espartaco, Gregorio Klimosky, Basilio Uribe, Amancio Williams, Héctor Libertella y Arturo Carrera. No es casual que varios de los citados provengan de la escritura. Es que los grafismos indagan esa zona en que el dibujo se confunde con la escritura y cuestiona las nociones convencionales de discurso y sentido. A menudo, cuando se refiere a lo que dibuja, Dermisache dice “lo que escribo”. ¿Podría pensarse entonces en una plástica de la escritura antes que en una escritura de la plástica? Pero ella se resiste a teorizar, a definir motivaciones, a establecer una racionalidad de su práctica. Prefiere, en todo caso, hablar de impulso.

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    La artista rehúsa las categorizaciones, cualquier inscripción en un sistema que encapsule la práctica estética. Aunque no le importa demasiado la actualidad, cuenta que cuando estaba armando su diario ocurrió la masacre de Trelew. La noticia la atacó cuando terminaba de “escribir” la contratapa. Entonces los grafismos rompieron los márgenes de las columnas. “La política no me interesa”, dice. Sin embargo, en los tiempos de la última dictadura militar continuó organizando las “Jornadas del Color y de la Forma” (una experiencia de arte colectivo donde se aplicaban diferentes técnicas plásticas), que fueron tan signo de resistencia en su expresión como Teatro Abierto o la revista Humor. En ese sentido, habría que pensar hasta dónde la Dermisache no representa una clase de artista indispensable, que hace lo suyo sin aspaviento.(...)
    El imperio de los signos por Guillermo Saccomanno en www.pagina12.com.ar 18 de agosto de 2004

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  2. Lo que Wittgenstein llama sinsentido comprende una gran cantidad de proposiciones heteróclitas. Vimos que las proposiciones de la metafísica y la ficción son insensatas, pero lo mismo ocurre con las de la ética y la estética. La distinción entre lo decible y lo indecible adquiere aquí toda su importancia. Las proposiciones vacías de significado son indecibles, pero no significan un problema: No tienen ninguna pretensión informativa. No ocurre lo mismo con las proposiciones del sinsentido. Son enunciados que creen afirmar cosas sobre lo real cuando no lo hacen, y sobre todo no pueden hacerlo. Los criterios del significado planteados por el Tractatus rechazan todo enunciado que no describa hechos del ámbito del significado.

    El sinsentido no se identifica sin embargo con el absurdo. No es porque una proposición sea insensata que aquello de lo que trata de hablar carezca de importancia. Por el contrario, aquello de lo que intentan hablar ciertas pseudo-proposiciones es crucial: El error reside únicamente en la tentativa de expresarlo por medio del idioma. El Tractatus permite entonces que aparezcan categorías diferentes entre las pseudo-proposiciones insensatas.

    Entre ellas podríamos encontrar a los enunciados metafísicos, los absurdos, pero también los enunciados éticos y estéticos, los cuales gozan de un estatus muy particular. El caso de los enunciados filosóficos será abordado después, pero está claro que la filosofía solo produce pseudo-proposiciones.

    Al Tractatus Logico-philosophicus se le menciona a menudo por su aspecto anti-metafísico. Wittgenstein la critica de hecho en tanto la considera absurda. La metafísica no puede cumplir con las condiciones del significado. Hace uso de términos carentes de significado; pero emplea también palabras comunes en usos que no son posibles. Reutiliza palabras del idioma ordinario sin reasignarles un significado que convenga a su nuevo contexto de uso. Y quebranta entonces de esta manera la condición fundamental del discurso sensato.

    Al igual que la filosofía, cae en la trampa del lenguaje ordinario y es ciega a la estructura real del pensamiento. Se apega a la gramática natural y no ve la gramática lógica de las palabras. Confunde el signo con el símbolo y conduce a absurdos.

    Por el contrario, la ética y la estética son valoradas por Wittgenstein. Aunque dichos temas sean únicamente abordados al final de la obra en unas cuantas proposiciones, no son menos dignos de interés. El Tractatus los acerca a la lógica. Al igual que la lógica, la ética y la estética son condiciones del mundo: No menos de lo que podemos concebir un mundo sin lógica, podemos concebir un mundo sin ética y sin estética. En esto la ética y la estética son trascendentales (6.13, 6.421). El hecho que no podamos hablar de ellas no les resta ninguna importancia.es.wikipedia.org

    León Ferrari, produjo este tipo de grafismos o esrituras. En este blog, el 20 de enero de 2017.

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