CUERPO DEL SIGLO XXI

El cuerpo en el siglo XXI
Robert Redeler

El cuerpo nuevo fue un mito político prometeico del siglo XX. El cuerpo nuevo contemporáneo, el que invade nuestras pantallas, nuestras calles y nuestras playas, se edifica muy lejos de esos mitos. No se parece al cuerpo soñado por Pierre de Coubertin: el cuerpo totalitario deportivo. No recuerda el cuerpo inoxidable de los fascistas, los nazis, los estalinistas. El cuerpo del mito totalitario expresaba el triunfo de la voluntad política. 
En su lugar apareció un cuerpo nuevo que nadie antes había imaginado. No es un cuerpo esculpido por la política. Su emblema no debe buscarse en la estatuaria política, sino en la publicidad, sus carteles, sus deportes, sus imperativos.
Publicidad, entendida como todo lo que se escenifica frente a un público en un espacio colectivo abierto (deporte, televisión, espectáculo, erotismo comercial, cine). 
En la segunda mitad del siglo XX, los cuerpos escaparon del recinto religioso. Pasaron a estar bajo la custodia de la medicina. Esta mutación no habría sido posible sin el paso a una sociedad del valor de uso, en la cual se conservaban los mismos muebles y el mismo guardarropa toda la vida y los mismos zapatos, y en la cual se remendaban las medias, a la sociedad de consumo (que sólo puede ser una sociedad de abundancia en razón de ser previamente una sociedad de destrucción donde lo producido por el trabajo de los hombres aparece solamente para ser destruido).
El cuerpo nuevo es ante todo el cuerpo devenido ego.
Nuestra época se caracteriza por esa singularidad: inventó la identificación del yo y el cuerpo. Cada uno se piensa: "yo soy mi cuerpo". "No, mi cuerpo, ese papel, ese fuego", como escribió muy bien Michel Foucault, sino "mi cuerpo, mi yo; mi yo, mi cuerpo".
Tanto los fanáticos de los sitios de encuentros en Internet como los astros del fútbol y los exhibicionistas de las películas porno identifican su yo con su cuerpo. Todas las mujeres buscadas para las publicidades de cremas para frenar el envejecimiento, también. Igual que los hombres seducidos con los espejismos del Viagra.
En la televisión, la publicidad es el momento matricial: todos los programas, especialmente los más contundentes y prescriptivos, o sea el deporte, los espectáculos musicales y la pornografía, se traicionan fácilmente como subproductos de la publicidad. Es falso ver esos programas como atrapamoscas pensados para que el telespectador quede adherido a la publicidad.
La verdad es otra: estos programas son productos derivados de la publicidad, en la que reside la esencia de la televisión. Por ende, la transformación del hombre (el repliegue del yo hacia el cuerpo) es el modo de operar. En los momentos televisivos fuertes -deportes, espectáculos y pornografía- la gran obra de la transmutación colectiva del cuerpo en ego por la publicidad aparece en plena tarea. El deporte, la publicidad y la pornografía no son zonas secundarias de nuestra modernidad, simples divertimentos. Al no ser un simple espectáculo de los cuerpos tal como existen, son más bien el software programático del cuerpo humano futuro.
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Fuente: diario Clarín, Buenos Aires, Argentina, 23-VIII-2009.
Selección y destacados: S.R.www.con-versiones.com

Comentarios

  1. En esta línea, el propósito del presente artículo es exponer cómo los dispositivos de poder se articulan directamente en el cuerpo, en situaciones, procesos fisiológicos, gustos, emociones, etc. La coexistencia de fenómenos aparentemente tan separados como la estética, la medicina, la publicidad, el cine, por nombrar algunos, y su influencia en las normas culturales que promueven el consumismo y la búsqueda del atractivo físico, nos han apremiado a interrogarnos, al menos en teoría, el carácter natural de la vida sana, bella, o saludable, y nos ha requerido indagar en los elementos tocantes a la racionalidad, sensatez y especulación de las relaciones de poder-saber que se han venido construyendo en la actualidad.

    3Bajo este orden de ideas, se debe explicitar que en la lógica que opera Foucault, las reflexiones más que encontrar la verdad de las cosas, inquieren ser instrumentos para explicar. De esta suerte, para entender nuestra sociedad, para comprender cómo las concepciones de belleza física y de consumo surgen como problemáticas importantes e influyentes, hay que hacer visible y analizar los discursos y las relaciones saber/poder que están inmersas en ellas. Pues, la hipótesis general del trabajo que realizó Foucault es que las relaciones, las estrategias, y las tecnologías del poder nos atraviesan, éstas producen saberes y verdades que le son útiles, esto a través de un proceso de naturalización que se va volviendo cada vez más invisible.

    4Para objeto de lo ya planteado, se dividirá el artículo en cinco secciones. En la primera se expondrá por qué la utilización de Foucault como autor para indagar en los fenómenos de consumo y belleza física. La segunda presenta las reflexiones de Foucault, principalmente en referencia a sus conceptos de verdad, poder y disciplina. La tercera expone las intrincaciones entre consumo y subjetividad. La cuarta nos habla respecto de cómo se liga la belleza física dentro de los procesos de consumo y qué rol juega. Finalmente se presentan conclusiones generales.

    Por qué Foucault
    5Foucault estudió al cuerpo como un eje principal en sus reflexiones, para él, el cuerpo es un texto donde se escribe la realidad social. Bajo esta inclinación, gran parte de sus investigaciones pasaron por examinar las formas de gobierno encaminadas a vigilar y orientar el comportamiento individual, a través de distintas instituciones; la medicina, la escuela, la fábrica, el ejército, etc. Y cómo a través de estas entidades se dota al individuo, de estrictas normas corporales; de una manera de actuar y de obedecer, que de ser exitosa, es un garante del orden social.

    6Siguiendo los planteamientos de Foucault, y sobre todo aquellos formulados en su etapa genealógica, es vital comprender las relaciones entre verdad, saber y poder. Percibir la singularidad de los sucesos, pero no para trazar la curva lenta de su evolución, no buscar orígenes, sino que por el contrario, ocuparse de las meticulosidades, de lo azares, de lo irrisorio que suele encontrarse en los comienzos (Foucault 1992a). La mirada genealógica de Foucault nos invita a conducir el razonamiento a partir de lo presente, lo que es válido para nosotros, y a partir de ahí, configurar embrollos de sucesos no siempre advertidos, no siempre controlables, pero sí siempre rastreables y siempre atravesados por el poder.
    polis.revues.org

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