RESEÑA DE ENSEÑANZA DEL SEMINARIO XII-JACQUES LACAN(1964-1965
Reseña de enseñanza del Seminario XII: "Problemas cruciales para el psicoanálisis"
(1964‑1965)
El problema situado en el centro cabe en estos términos: el ser del sujeto, a donde nos llevaba el aguijón de nuestras referencias anteriores.
Que el sujeto esté hendido es algo que Freud nunca se cansó de decir y repetir en todas las formas posibles, después de haber descubierto que el inconsciente sólo se traduce en nudos de lenguaje y tiene, por ende, un ser de sujeto.
Por la combinatoria de estos nudos se supera la censura, la cual no es metáfora, por recaer sobre el material de estos.
Que el sujeto esté hendido es algo que Freud nunca se cansó de decir y repetir en todas las formas posibles, después de haber descubierto que el inconsciente sólo se traduce en nudos de lenguaje y tiene, por ende, un ser de sujeto.
Por la combinatoria de estos nudos se supera la censura, la cual no es metáfora, por recaer sobre el material de estos.
Freud afirma de entrada que toda concepción de un retroceso de la conciencia hacia lo oscuro, lo potencial y aun el automatismo, resulta inadecuado para dar cuenta de estos efectos.
Se trae esto a colación simplemente para despojar de toda "filosofía" el empleo del cogito este año, cosa legítima, a nuestro parecer, ya que él cogito no funda la conciencia sino precisamente esa hendidura del sujeto.
Se trae esto a colación simplemente para despojar de toda "filosofía" el empleo del cogito este año, cosa legítima, a nuestro parecer, ya que él cogito no funda la conciencia sino precisamente esa hendidura del sujeto.
Basta escribirlo:
Soy pensando: "luego soy" (1), para comprobar que esta enunciación, procurada por una ascésis, hiende el ser; ser que sólo logra la conjunción de sus dos cabos manifestando la torsión que experimentó en su nudo. ¿Causación? ¿Inversión? ¿Negatividad? En todo caso hay que hacer la topología de esta torsión.
Soy pensando: "luego soy" (1), para comprobar que esta enunciación, procurada por una ascésis, hiende el ser; ser que sólo logra la conjunción de sus dos cabos manifestando la torsión que experimentó en su nudo. ¿Causación? ¿Inversión? ¿Negatividad? En todo caso hay que hacer la topología de esta torsión.
El paso de Piaget a Vygotzky ilustra la ganancia que produce el rechazo de toda hipótesis psicológica de las relaciones del sujeto con el lenguaje, aun tratándose del niño. Porque esta hipótesis no es más que la hipoteca que realiza un ser‑de‑saber, gravando al ser‑de‑verdad que el niño ha de encarnar a partir de la batería significante que le presentamos y que constituye la ley de la experiencia.
Pero nos estamos anticipando con esta estructura que hay que captar en la sincronía y con un encuentro que no sea ocasional. El embrague de 1 respecto de 0, que nos llega del punto donde Frege pretende fundar la aritmética, nos lo procura.
Pero nos estamos anticipando con esta estructura que hay que captar en la sincronía y con un encuentro que no sea ocasional. El embrague de 1 respecto de 0, que nos llega del punto donde Frege pretende fundar la aritmética, nos lo procura.
De allí se percibe que el ser del sujeto es la sutura de una falta. Precisamente de la falta que, al escamotearse en el número, lo sostiene con su recurrencia; aunque lo sostiene allí, sólo por ser lo que falta al significante para ser el Uno del sujeto, es decir, ese término que en otro contexto llamamos rasgo unario, marca de una identificación primaria que funcionará como ideal.
El sujeto se hiende por ser a la vez efecto de la marca y soporte de su falta.
El sujeto se hiende por ser a la vez efecto de la marca y soporte de su falta.
Aquí se impone retomar ciertos aspectos de la formalización donde se encuentra este resultado.
Primero nuestro axioma que funda al significante como "lo que representa un sujeto (no para otro sujeto, sino) para otro significante".
Así se sitúa el lema, que acaba de readquirirse por otra vía: el sujeto es lo que responde a la marca con lo que le falta a ésta. Aquí se ve que la reversión de la fórmula se opera introduciendo una negatividad en uno de sus polos (el significante).
El lazo se cierra, sin quedar reducido a un círculo, al suponerse que el significante tiene su origen en el borramiento de la huella.
Primero nuestro axioma que funda al significante como "lo que representa un sujeto (no para otro sujeto, sino) para otro significante".
Así se sitúa el lema, que acaba de readquirirse por otra vía: el sujeto es lo que responde a la marca con lo que le falta a ésta. Aquí se ve que la reversión de la fórmula se opera introduciendo una negatividad en uno de sus polos (el significante).
El lazo se cierra, sin quedar reducido a un círculo, al suponerse que el significante tiene su origen en el borramiento de la huella.
El poder de las matemáticas, el frenesí de nuestra ciencia, no se basan en otra cosa que la sutura del sujeto. De la delgadez de su cicatriz o, mejor todavía, de su hiancia, dan fe las aporías de la lógica matemática (teorema de Gödel), para gran escándalo de la conciencia.
No me hago ilusiones sobre esta crítica, ya que a este nivel es incapaz de limpiar los excrementos de la herida; esos excrementos con que se esmera en recubrir dicha herida, con una mayor o menor conciencia, el orden de la explotación social, que se asienta en esta abertura del sujeto (y por ende no crea la alienación). Hay que mencionar la tarea desempeñada aquí, desde el inicio de la crisis del sujeto, por la filosofía. Sirvienta de varios amos.
No me hago ilusiones sobre esta crítica, ya que a este nivel es incapaz de limpiar los excrementos de la herida; esos excrementos con que se esmera en recubrir dicha herida, con una mayor o menor conciencia, el orden de la explotación social, que se asienta en esta abertura del sujeto (y por ende no crea la alienación). Hay que mencionar la tarea desempeñada aquí, desde el inicio de la crisis del sujeto, por la filosofía. Sirvienta de varios amos.
Queda excluído, por otra parte, que alguna crítica a la sociedad llegue a suplir a la anterior, ya que ella misma no sería más que una crítica proveniente de la sociedad, es decir, involucrada en esa especie de paños calientes de pensamientos que acabarnos de mencionar.
Por ello, sólo el análisis de este objeto puede encararlo en lo que tiene de real, ... que estriba en ser el objeto del análisis (propósito del año próximo).
Por ello, sólo el análisis de este objeto puede encararlo en lo que tiene de real, ... que estriba en ser el objeto del análisis (propósito del año próximo).
No nos contentamos, sin embargo, con una suspensión que sería admitir que nos retiramos del juego en lo que respecta a abordar el ser del sujeto, con la excusa de que encontramos allí su fundamento como falta.
Esta es precisamente la dimensión que desconcierta, el que nuestra enseñanza someta a prueba este fundamento en la medida en que está en nuestro auditorio.
Esta es precisamente la dimensión que desconcierta, el que nuestra enseñanza someta a prueba este fundamento en la medida en que está en nuestro auditorio.
¿Podemos acaso negarnos a ver que lo que exigimos de la estructura en lo tocante al ser del sujeto (2) tiene necesariamente que implicar a quien lo representa por excelencia (por representarlo con el ser y no con el pensamiento, igual que el cogito), es decir, al psicoanalista?
Es lo que hallamos en el fenómeno, notorio aquel año, de la delantera que tomó parte de nuestro auditorio al ofrendarnos el siguiente éxito: la confirmación de la teoría, correcta según creemos, de la comunicación en el lenguaje. Nosotros lo expresamos diciendo que no se emite el mensaje sino al nivel de quien lo recibe.
Sin duda hay que dar su puesto aquí al privilegio que debemos al lugar que nos ha dado hospitalidad.
Pero sin olvidar, respecto de la reserva que inspira la excesiva facilidad que podría haber en este efecto de seminario, la resistencia que esta reserva entraña, justificada por demás.
Sin duda hay que dar su puesto aquí al privilegio que debemos al lugar que nos ha dado hospitalidad.
Pero sin olvidar, respecto de la reserva que inspira la excesiva facilidad que podría haber en este efecto de seminario, la resistencia que esta reserva entraña, justificada por demás.
Justificada por consistir en compromisos de ser y no de pensamiento, y porque los dos bordes del ser del sujeto se diversifican aquí según la divergencia entre verdad y saber.
La dificultad en ser del psicoanalista está en lo que encuentra como ser del sujeto, es decir, en el síntoma.
El que el síntoma sea ser‑de‑verdad es algo que acepta cualquiera en cuanto sabe lo que quiere decir psicoanálisis, aunque está mandado a hacer para enredarlo.
Así se ve claramente el precio que tiene que pagar el ser‑de‑saber, para reconocer las formas dichosas con las que sólo se aparea signado por la desdicha.
La dificultad en ser del psicoanalista está en lo que encuentra como ser del sujeto, es decir, en el síntoma.
El que el síntoma sea ser‑de‑verdad es algo que acepta cualquiera en cuanto sabe lo que quiere decir psicoanálisis, aunque está mandado a hacer para enredarlo.
Así se ve claramente el precio que tiene que pagar el ser‑de‑saber, para reconocer las formas dichosas con las que sólo se aparea signado por la desdicha.
El que este ser‑de‑saber tenga que reducirse a ser el complemento del síntoma es algo que le horroriza, y por elidirlo, pone en juego una postergación indefinida del estatuto del psicoanálisis, como científico, por supuesto.
Por eso, ni siquiera la conmoción que produjimos al clausurar el año con este recurso, logró evitar que en su lugar se repitiese el corto‑circuito. Nos llegó el rumor, lleno con la evidente buena voluntad de adornarse como paradoja, de que lo que hace el síntoma es la manera cómo lo piensa el practicante. Claro que esto es muy cierto en lo que se refiere a la experiencia de los psicólogos, la cual nos dió pie para ponerle el cascabel al gato. Pero también equivale a quedarse, como psicoterapeuta, en el nivel de Pierre Janet, quien nunca llegó a entender por qué él no era Freud.
Por eso, ni siquiera la conmoción que produjimos al clausurar el año con este recurso, logró evitar que en su lugar se repitiese el corto‑circuito. Nos llegó el rumor, lleno con la evidente buena voluntad de adornarse como paradoja, de que lo que hace el síntoma es la manera cómo lo piensa el practicante. Claro que esto es muy cierto en lo que se refiere a la experiencia de los psicólogos, la cual nos dió pie para ponerle el cascabel al gato. Pero también equivale a quedarse, como psicoterapeuta, en el nivel de Pierre Janet, quien nunca llegó a entender por qué él no era Freud.
La diosa botella es la botella de Klein. No por quererlo puede cualquiera hacer salir de su cuello lo que está en su doblez. Y es que así se construye el soporte del ser del sujeto.
5 de abril de 1966
(*) Las recensión de enseñanza reunidas aquí por primera vez, las escribió Jacques Lacan como encargado de conferencias de la École Pratique de Hautes Études, para el anuario de esa institución.
Cada texto fue redactado el año siguiente de terminado el Seminario recensado. (J-A.M.)
Cada texto fue redactado el año siguiente de terminado el Seminario recensado. (J-A.M.)
Notas:
(1) 0, I am thiking: "Therefore I am ".
[N.T.] Soy pensando, tan anómalo como en francés: je suis pensant.
(2) Exigencia que no nos parece excesiva en vista de la extensión de la afiliación estructuralista.
[N.T.] Soy pensando, tan anómalo como en francés: je suis pensant.
(2) Exigencia que no nos parece excesiva en vista de la extensión de la afiliación estructuralista.
*
Texto extraído de "Reseñas de enseñanza", Jacques Lacan, págs. 31-35, editorial Hacia el tercer encuentro del campo freudiano, Buenos Aires, Argentina, 1984.
Traducción: J.L. Delmont-Mauri - Julieta Sucre.
Selección: S.R.
Traducción: J.L. Delmont-Mauri - Julieta Sucre.
Selección: S.R.
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En la dimensión del inconsciente la comunicación es equívoca,dado de que el sujeto desconoce el contenido de sus representaciones reprimidas,al emerger éstas a la conciencia se las atribuye al OTRO,en la medida en que el propio sujeto las siente como ajenas.El sentido de lo que el sujeto dice es sancionado por el OTRO con lo cual la comunicación adquiere una dimensión compleja.El sujeto es OTRO para sí mismo en tanto los aspectos fundamentales de su ser le son desconocidos.
ResponderEliminarLes dejo entender que no lo es todavía, y que es eso lo que constituye la diferencia que Freud nos da, por ser la que distingue el deseo del sueño en el niño, del deseo del sueño en el adulto, que es que algo no está todavía terminado, precipitado por la estructura; no está todavía distinguido en la estructura, que es, justamente eso de lo que, por otra parte, les doy el reflejo y la huella; huella tardía, porque se encuentra al nivel de una prueba que supone ya las condiciones muy definidas por la experiencia, que no permiten prejuzgar en el fondo lo que está en el sujeto.
ResponderEliminarPero la dificultad que permanece aún largo tiempo para el sujeto, es distinguir ese yo (je) de la enunciación, del yo (je) del enunciado, y que se traduce por este tropiezo tardío delante del test que el azar, aún, y el olfato (flair) del psicólogo, han hecho elegir a Binet la forma "Tengo tres hermanos, Pablo, Ernesto y yo".
La dificultad que hay, es que el niño no tiene lo que le hace falta, además del enunciado; a saber, que el sujeto no sabe descontarse. Pero esa huella que les marqué es algo, un índice, y hay otros; ese elemento esencial que constituye la distinción, la diferencia para el sujeto del yo (je) de la enunciación del yo (je) del enunciado.
Ahora, les he dicho, tomamos las cosas no por una vía de la que no puedo decir que sea empírica porque ya está trazada, ya ha sido construida por Freud, cuando nos dice que el deseo del sueño en un adulto, es un deseo que le es prestado, y que es la marca de una represión, represión que, a ese nivel, él refiere como siendo una censura.
Cuando entra en el mecanismo de esa censura, cuando nos muestra lo que es una censura, a saber, las imposibilidades de una censura, pues allí abajo es donde pone el acento; es allí que trato de hacerlos detener en vuestra reflexión un instante, diciéndoles una especie de contradicción interna que es la de que todo lo no-dicho a nivel de la enunciación, contradicción interna que estructura el "yo (je) no digo que".
Esto nos lleva a algo que está ligado a la estructura más profunda del significante. Quisiera detenerme un instante todavía, ya que ese elemento, ese resorte del "yo (je) no digo" como tal, no por nada Freud, en su artículo de la "Verneinung", lo pone en la raíz misma de la frase más primitiva en la que el sujeto se constituye como tal, y se constituye, especialmente, como inconsciente.
La relación de esa Verneinung con la Bejahung más primitiva, es algo que comienza a plantearse. Se trata de saber siempre lo que pasa al nivel más primitivo; ¿es, por ejemplo, el par bueno o malo, según que elijamos o no, tal o cual de esos términos primitivos?. Ya optamos por una teorizacion, toda una orientación de nuestro pensamiento analítico, y ustedes saben el rol que ha jugado ese término de 'bueno' y 'malo' en una cierta especificación de la vía analítica; es, por cierto, un par muy primitivo.
Sobre ese no-dicho, y sobre la función del ne (no) en el "Je ne dis pas"(1), "Yo no digo", es allí que me detendré un instante, antes de dar un paso más, porque creo que allí está la articulación esencial. Esa suerte de no (ne) del "yo( je) no (ne) digo (dis) (pas)", que hace que , precisamente diciendo que no se dice, se dice, cosa que parece casi una suerte de evidencia por el absurdo, es algo en lo que tenemos que detenernos, recordando lo que ya les indiqué como siendo la propiedad más radical, - si se puede decir- del significante.
Dicho de otra manera, Robinson Crusoe borra la huella del paso de Viernes, pero, ¿qué hace en su lugar? Si quiere guardar el lugar del pie de Viernes, hace falta, por lo menos, una cruz, es decir, una barra y otra barra sobre ella. Ese es el significante específico. El significante específico es algo que se presenta como pudiendo ser borrado y que justamente, en esa operación de borrado como tal, subsiste.
psicoanalisis.org