REPORTAJE A LUIS BENEDIT,ARGENTINO(1937-2011)
Por Mercedez Pérez Bergliaffa
"Vivimos sobre montañas de hueso que no vemos pero existen", dice el artista Luis Benedit, mientras mira con cariño una de sus esculturas-perro, hechas con restos de vacas.
"¿De quiénes serían esos huesos, Benedit?", le preguntan. "No son sólo de desaparecidos," responde el artista, "sino de todas las generaciones que nos precedieron. Todos vivimos sobre montañas de huesos", concluye. ¡Vaya material con el que crear esculturas!, ¿No? Porque no hay hueso que se salve de llevar memorias de amor, de locura y, sobre todo, de muerte. ¡Qué pavadita de material, se echó Benedit, para esta muestra que realiza actualmente en el MALBA!
Así, el artista-óseo se encuentra en esta tarde de otoño pensando en voz alta y echando vistas a la sala del museo, observando todo con atención. Porque no quiere que se le escape detalle de su muestra Equinus Equestris, inaugurada ayer mismo. La exposición, que parece hacer especial referencia a los caballos, abarca, en realidad, mucho más que eso. Comienza con la médula espinal de los recuerdos del artista: las memorias de cuando era chico y pasaba los veranos en el campo con su familia; los recuerdos de los peones y la gente del lugar. La obra trata sobre su amor a la tierra, a los animales y a las piedras que encontraba en el camino; a los perros compañeros (por eso hay tres esculturas dedicadas a uno de ellos, que murió).
La exhibición la conforman huesos, grabados sobre espejos, chapas esmaltadas, carbonillas, pequeñas acuarelas y una instalación, entre otras obras de diversos materiales. Y todo este combo se mezcla bien con la experiencia de los 70 años que tiene el artista, con sus recuerdos campestres.
Benedit vuelve al campo, del que nunca se fue. De manera elaborada: la exhibición del MALBA es de una calidad impecable. Con obras muy originales. Como la instalación Caballo enfermo, que muestra los 54 puntos de posibles enfermedades equinas. O como los retratos de esos indios de la Pampa, dibujados sobre tela con carbonillas y lápices, con un volumen y sombreado muy personales, típicos de la obra de Benedit.
"Yo no pensé en hacer un caballo de forma metafórica. Sólo pensaba en el sujeto caballo y en la ubicación de las enfermedades porque vi un esquema con eso, que eran como puntos de acupuntura ecuestre", aclara.
En general, de Benedit se dice que tiene un pensamiento "muy argentino".
¿Es verdad, Benedit?
"Bueno", responde el artista, "un crítico de arte norteamericano me decía: 'He leído sobre Argentina y creo que puedo llegar a comprenderla a través de sus escritores, pero no a través de sus artistas plásticos'. Creo que nunca se ha terminado de escribir en artes plásticas sobre eso, nunca se ha planteado el problema. Siempre hemos escrito una historia del arte rioplatense en base a homologar los movimientos artísticos de afuera, pero nosotros también tenemos arte, a veces bastante malo, pero tenemos uno."
Hacía más de siete años que Benedit no exponía, lo que es raro, dado que es uno de los artistas argentinos más reconocidos a nivel nacional e internacional, amén de que fue formador de "chicos-éxito" (dirigía el mítico Taller de Barracas, que hizo nacer a la mayoría de los artistas jóvenes que hoy son conocidos). Parece un tipo que ha visto mucho y aspira a la simpleza. "Me gusta el campo", dice, sintéticamente.
¿Está haciendo lo que tiene ganas de hacer, Benedit?
Sí, varias de estas obras eran cosas que hacía años quería hacer. Una hacía como treinta años que la tenía en la cabeza.
¿Tiene alguna ilusión no cumplida respecto de su obra?
Bueno, esa de vivir en el pueblito, con mi taller, y venir a Buenos Aires cada tanto. Aunque siempre tengo ideas sueltas que aparecen. Yo las voy anotando en un cuadernito. Y ahí quedan, a veces durante años. Después, revisándolos, me acuerdo de ellas hasta que forman una imagen obsesiva. Recién entonces, sí, las hago.www.revistaenieclarin.com
"¿De quiénes serían esos huesos, Benedit?", le preguntan. "No son sólo de desaparecidos," responde el artista, "sino de todas las generaciones que nos precedieron. Todos vivimos sobre montañas de huesos", concluye. ¡Vaya material con el que crear esculturas!, ¿No? Porque no hay hueso que se salve de llevar memorias de amor, de locura y, sobre todo, de muerte. ¡Qué pavadita de material, se echó Benedit, para esta muestra que realiza actualmente en el MALBA!
Así, el artista-óseo se encuentra en esta tarde de otoño pensando en voz alta y echando vistas a la sala del museo, observando todo con atención. Porque no quiere que se le escape detalle de su muestra Equinus Equestris, inaugurada ayer mismo. La exposición, que parece hacer especial referencia a los caballos, abarca, en realidad, mucho más que eso. Comienza con la médula espinal de los recuerdos del artista: las memorias de cuando era chico y pasaba los veranos en el campo con su familia; los recuerdos de los peones y la gente del lugar. La obra trata sobre su amor a la tierra, a los animales y a las piedras que encontraba en el camino; a los perros compañeros (por eso hay tres esculturas dedicadas a uno de ellos, que murió).
La exhibición la conforman huesos, grabados sobre espejos, chapas esmaltadas, carbonillas, pequeñas acuarelas y una instalación, entre otras obras de diversos materiales. Y todo este combo se mezcla bien con la experiencia de los 70 años que tiene el artista, con sus recuerdos campestres.
Benedit vuelve al campo, del que nunca se fue. De manera elaborada: la exhibición del MALBA es de una calidad impecable. Con obras muy originales. Como la instalación Caballo enfermo, que muestra los 54 puntos de posibles enfermedades equinas. O como los retratos de esos indios de la Pampa, dibujados sobre tela con carbonillas y lápices, con un volumen y sombreado muy personales, típicos de la obra de Benedit.
"Yo no pensé en hacer un caballo de forma metafórica. Sólo pensaba en el sujeto caballo y en la ubicación de las enfermedades porque vi un esquema con eso, que eran como puntos de acupuntura ecuestre", aclara.
En general, de Benedit se dice que tiene un pensamiento "muy argentino".
¿Es verdad, Benedit?
"Bueno", responde el artista, "un crítico de arte norteamericano me decía: 'He leído sobre Argentina y creo que puedo llegar a comprenderla a través de sus escritores, pero no a través de sus artistas plásticos'. Creo que nunca se ha terminado de escribir en artes plásticas sobre eso, nunca se ha planteado el problema. Siempre hemos escrito una historia del arte rioplatense en base a homologar los movimientos artísticos de afuera, pero nosotros también tenemos arte, a veces bastante malo, pero tenemos uno."
Hacía más de siete años que Benedit no exponía, lo que es raro, dado que es uno de los artistas argentinos más reconocidos a nivel nacional e internacional, amén de que fue formador de "chicos-éxito" (dirigía el mítico Taller de Barracas, que hizo nacer a la mayoría de los artistas jóvenes que hoy son conocidos). Parece un tipo que ha visto mucho y aspira a la simpleza. "Me gusta el campo", dice, sintéticamente.
¿Está haciendo lo que tiene ganas de hacer, Benedit?
Sí, varias de estas obras eran cosas que hacía años quería hacer. Una hacía como treinta años que la tenía en la cabeza.
¿Tiene alguna ilusión no cumplida respecto de su obra?
Bueno, esa de vivir en el pueblito, con mi taller, y venir a Buenos Aires cada tanto. Aunque siempre tengo ideas sueltas que aparecen. Yo las voy anotando en un cuadernito. Y ahí quedan, a veces durante años. Después, revisándolos, me acuerdo de ellas hasta que forman una imagen obsesiva. Recién entonces, sí, las hago.www.revistaenieclarin.com
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