EL SECRETO CENTENARIO DE LAS PERLAS
Smithsonian, personal trabajando
‘ Un nuevo aparato submarino, destinado para la pesca de perlas en esta bahía, ha sido recientemente traído desde Nueva York, y se encuentra en proceso de ensamblaje en la estación del ferrocarril’, reportó el Panama Star & Herald del 8 de diciembre de 1866. ‘Es un bote de aproximadamente 36 pies de largo, construido de manera tal que es capaz de propulsión a una profundidad de varias brazas bajo el agua, y las personas pueden permanecer trabajando abajo por varias horas seguidas…’
Se trataba del Explorer, el primer submarino funcional del mundo, que fue utilizado para la pesca de perlas en Panamá hasta 1869, cuando quedó relegado a una isla desierta del Archipiélago de las Perlas por 132 años.
Su historia, su fracaso y su redescubrimiento, casi por error, más de un siglo después, son la inspiración para el especial del canal Smithsonian ‘America’s Lost Submarine,’ que se transmitirá este viernes, 27 de Marzo en horas de la mañana.
RE-DESCUBRIMIENTO
En el 2001, el doctor James Delgado, arqueólogo subacuático, o como él mismo se describe ‘explorador submarino y cuentista’, estaba de vacaciones en un pequeño crucero por América Central, cuando llegó a la deshabitada isla de San Telmo, en el Archipiélago de las Perlas en Panamá.
‘Una vez allí me dijeron, ‘aquí sólo estamos para la observación de aves, aunque dicen que hay un submarino japonés de la segunda guerra mundial que supuestamente aparece cuando baja la marea”.
Al escuchar esto, Delgado prefirió saltarse la excursión de las aves y se sentó a esperar, solo, a que bajara la marea en la isla desierta.
Poco a poco vio al submarino emerger bajo las aguas y supo inmediatamente que no era japonés; era mucho más viejo, pero no lo supo identificar.
La detección de la nave se logró con la ayuda de dos historiadores de submarinos: Eugene Canfield, que lo ubicó en la época de la Guerra Civil en Estados Unidos, y Richard Wills, que le proporcionó dos nombres, ‘Julius Kroehl’ y ‘submarino Explorer’, además de los únicos dibujos existentes del diseño del submarino.
En sus siguientes expediciones al archipiélago, los locales de la isla aledaña, La Esmeralda, le dijeron claramente a Delgado: ’todo el que se mete en ese submarino muere.”
Al arqueólogo le pareció curioso que la gente hubiese olvidado el orígen del submarino y a su inventor, Julius Kroehl, pero que de alguna manera permaneciera en la memoria colectiva la idea de la muerte, en relación al misterioso aparato.
‘En aquellos años se contrató a gente local para trabajar en el submarino en la colecta de perlas y probablemente murieron por el síndrome de descompresión’, nos explicó Delgado. ‘Eso es lo que recuerdan.’
JULIUS H. KROEHL
El submarino Explorer fue diseñado en 1865, para la Pacific Pearl Company en Nueva York, por un inmigrante alemán llamado Julius Kroehl.
En diciembre de 1866 se transportó el submarino a Panamá con el propósito de utilizarlo para la recolección de perlas en el Pacífico. Sin embargo, menos de un año después de llegado a Panamá, Kroehl murió de una ‘fiebre’, que muchos han atribuido al síndrome de descompresión, también conocido como la ‘enfermedad de los buzos’.
Observando el tipo de viajes experimentales que realizó el inventor con el submarino —según Delgado— estos no le habrían causado síndrome de descompresión; además, sus síntomas eran más bien parecidos a los de la malaria.
Desde 1867, Kroehl descansa en paz en el que fue llamado el ‘cementerio de los extranjeros’ en el popular barrio de El Chorrillo. Sus restos yacen bajo una cruz de piedra en la que apenas se distingue su nombre.
Para Delgado, este ha sido el proyecto al que más tiempo y atención le ha dedicado. Conforme aprendía más sobre el tema, más se sentía mal por Kroehl, quien nunca tuvo mucha suerte y luego murió junto con su legado.
‘Cuando empecé con estohace más de 10 años, la historia de Julius Kroehl había sido prácticamente olvidada. En Google sólo tenía 39 hits y todos relacionados a una torre que construyó en Nueva York para vigilar en caso de fuegos. Después de nuestro trabajo, Kroehl y su submarino han resurgido en la historia.’
EL EXPLORER
‘Es un submarino magníficamente construido para la pesca de perlas. Simplemente que en esa época no se conocía sobre el síndrome de la descompresión y muchos tripulantes murieron así. Es la historia de la humanidad: construimos cosas que no entendemos del todo y luego nos toca vivir con las consecuencias’, expresó Delgado.
Tras la muerte de Kroehl, el submarino fue olvidado en una playa hasta 1869, cuando un nuevo ingeniero y equipo lo tomó para la recolección de perlas.
Las profundidades a las que se sabe que bajaron en esas expediciones, inevitablemente les habría causado el síndrome de descompresión. Sin embargo, en esa época se describió el padecimiento y causa de muerte de los tripulantes como ‘fiebre’.
Tras este intento fallido, se abandonó nuevamente el Explorer en una ensenada de la isla San Telmo, hasta que el doctor Delgado se tropezó con él por casualidad del destino en el 2001.
La historia del Explorer refleja de cierta forma la historia de Panamá, como una región llena de riquezas que otros países le querían arrebatar.
Su fracaso nos hace entender que la codicia y el agotamiento de nuestros limitados recursos naturales no beneficia a nadie. En el caso del submarino, los inversionistas perdieron su dinero, la tripulación perdió sus vidas y la gente alrededor de San Telmo perdió sus perlas.
‘Las Perlas es un archipiélago hermoso, lleno de vida marina que puede atraer visitantes, pero no si estos quieren llevárselo todo: la tierra, los peces. Con suerte, podemos ver la historia del Explorer y aprender de nuestros errores.’
Cuando el submarino está completamente inundado, Delgado siente que ha viajado en el tiempo. ‘Puedo imaginar cómo era para los trabajadores en el fondo del mar; escucho el eco en la oscura y húmeda cueva que era ese submarino; veo el trabajo a la luz de unas velas que poco a poco se iban consumiendo conforme se acababa el oxígeno’.
Muchos han especulado erróneamente que el Explorer fue la inspiración para Nautilus, el submarino en la conocida obra Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, escrita por Julio Verne en 1870. ‘Verne se inspiró en los diseños de los inventores de su pueblo en Francia’, nos aclaró Delgado, ‘su trabajo es muy similar a lo que termina siendo el Nautilus’.
PRESERVACIÓN
Sólo cinco submarinos de antes de 1870 han sobrevivido. Todos se encuentran en algún museo o en proceso de restauración, con excepción del Explorer.
‘Pensamos inicialmente que esto era algo que debíamos preservar. Sin embargo, el Explorer ya no es tanto de hierro como es de óxido, y no un óxido que se puede arreglar’.
Tras crear un presupuesto, el equipo de Delgado calculó que tomaría años y millones de dólares para restaurar el submarino y exhibirlo en alguna parte.
‘A veces hay que preguntarse, ¿en qué momento estás gastando demasiado dinero en algo así?’, nos dijo Delgado, ‘si quisiera recaudar dinero preferiría hacerlo para la comunidad aledaña de La Esmeralda, que lo necesita más’.
En cierta manera, el submarino se encuentra justamente donde necesita estar: en un museo natural e incorporándose poco a poco de vuelta al mar para el que fue diseñado. ‘Dejémoslo oxidarse en paz’, indicó Delgado.
Para Delgado, la mejor parte de su trabajo como arqueólogo subacuático es poder descubrir cosas nuevas, investigar su historia y luego contarle a las personas al respecto. Por esto se ha convertido en el director de patrimonio marítimo en el National Oceanic & Atmospheric Administration en Washington, D.C.
‘Si no comparto mis conocimientos con los demás, no estoy haciendo bien mi trabajo’, nos dijo, ‘explorar, descubrir y enseñar: eso es lo divertido.’
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‘ ‘Puedo imaginar cómo era...escucho el eco en la oscura y húmeda cueva que era ese submarino, veo el trabajo a la luz de unas velas que poco a poco se iban consumiendo.’
JAMES DELGADO, PH.D.
ARQUEÓLOGO SUBACUÁTICO
El archipiélago de las Perlas (también islas de las Perlas) son un grupo de alrededor de 39 islas y 100 islotes (muchas de ellas son pequeñas y deshabitadas) ubicadas en el corazón del golfo de Panamá, a unos 48 km de las costas del istmo de Panamá y con una superficie total de 1.165 km², Administrativamente todo el archipiélago pertenece al distrito de Balboa, dentro de la provincia de Panamá.
ResponderEliminarEl nombre proviene de la abundancia de perlas que existía en la zona, durante el período de dominio español. En esta zona se halló la famosa Perla Peregrina que poseyó Felipe II y que también fuera propiedad de la actriz Elizabeth Taylor, hasta su fallecimiento en el año 2011.
Por su increíble cantidad y diversidad de peces y especies marinas, este archipiélago es considerado uno de los mejores lugares de pesca deportiva en el mundo.
Geografía[editar]
Entre las islas más importantes del archipiélago se destaca en primer lugar la isla del Rey (234 km²), segunda isla más grande de Panamá. Esta isla de forma rectangular con una punta proyectándose al sur, se ubica al sureste del archipiélago. La población de San Miguel es la capital del distrito de Balboa y ciudad más populosa del archipiélago. También en esta isla se encuentran otras poblaciones como Ensenada, La Guinea y La Esmeralda.1
La isla San José (44 km²), es la segunda en tamaño y la séptima a nivel nacional. Se encuentra al oeste de la isla del Rey, no posee poblaciones importantes. La isla Pedro González es la tercera en tamaño y se encuentra justo al norte de San José; su principal población es Pedro González.
La isla Contadora, situada al norte del archipiélago, es conocida por su actividad turística y hotelera. Originalmente, esta isla era usada en tiempos de la conquista, como lugar para hacer inventarios a los barcos que iban hacia España. En esta isla se conformó el Grupo Contadora y fue lugar del exilio del Shá de Irán en 1979.
Otras islas que conforman el archipiélago son Saboga, Bayoneta, Pacheca, Mogo Mogo, Gibraleón, Casayeta, Casaya, La Mina, Galera, Viveros, Cañas y San Telmo.
Publicidad[editar]
El archipiélago apareció en tres episodios del reality show de televisión Survivor. Asimismo apareció en la segunda temporada de la versión israelí de Survivor, en el capítulo «Survivor 10: Pearl Islands» y en el reality colombiano El Desafío, la lucha de las regiones en Contadora de Caracol t.v., en 2008.
Además, aparece constantemente mencionado en el libro La mujer de los mil secretos de la escritora Barbara Wood, donde la protagonista era habitante del archipiélago.
Referencias[editar]
Volver arriba ↑ Instituto Geográfico Tommy Guardia Síntesis Geográfica. Segunda edición. Panamá. 1998.en.wikipedia.org
La perla fascinaba ya a Babilonia, al TÍbet budista, a la antigua China y a los primeros cristianos
ResponderEliminarComo es lógico, su cuello está adornado con un collar. "Son perlas Mikimoto. Las tengo hace 45 años. Son gemas vivas y frágiles, a las que no les gusta ni la oscuridad ni el perfume". Esta delicadeza del nácar explica quizá la preponderancia de las mujeres en la tradición perlífera japonesa. Durante años, sólo las mujeres se sumergían en la bahía de Isé en busca de perlas. Todavía hoy, las mujeres son mayoría en las granjas de la compañía. Las inmersiones de antaño, llenas de dificultades, habían convertido a este pequeño negocio familiar en un imperio próspero y en una industria de lujo hasta la llegada del virus. Con sus boutiques de la Quinta Avenida, de la plaza Vendôme o del esclusivo barrio de Ginza de Tokio, Mikimoto facturaba al año 525.000 millones de pesetas.
"Para asegurar la altísima calidad de nuestras perlas", comenta Toyohiko Kasuga, esposo de la bisnieta del fundador, "sólo nos quedamos con las hanamadas, las perlas perfectas, es decir el 5% de la producción. Por ejemplo, de las 68 toneladas de perlas producidas en 1992, sólo seleccionamos ocho toneladas. Y el nuevo virus, junto a la contaminación y los cambios climáticos, está afectando cada vez más el rendimiento de las ostras".
La perla fascinaba ya a Babilonia, al Tíbet budista (donde los monjes le llamaban "piedra de la seducción"), a la antigua China (que amueblaba con perlas el Más Allá) y a los primeros cristianos (que la convirtieron en símbolo de Cristo y de la Virgen María). En el siglo XIX, las perlas sedujeron también a un japonés, hijo de un modesto comerciante de tallarines de la costa de Shima. Desde su más tierna adolescencia, Kokichi Mikimoto se siente poseído por la ambición perlífera: pasa las horas con los pescadores, observa a las buceadoras y, ya mayorcito, intenta forzar la entrada en el mundo cerrado de los negociantes. Los entendidos le disuaden. Le explican que las peticiones de las cortes principescas de todo el mundo están amenazando la supervivencia de las ostras. Le dicen que, muy pronto, las ostras pertenecerán a un pasado olvidado.
Para asegurar la calidad de las perlas se quedan con las más perfectas, un 5% de la producción
Pero Mikimoto no cede al desánimo y se mantiene en sus trece. No en vano, un precepto zen dice que la dificultad no está en el camino, sino que el camino es la dificultad. Y fiel a tal precepto, Mikimoto se inventa su propia dificultad: intentar comprender cómo se cría la perla en la ostra. Si lo consiguiese, podría obligar a las ostras a engendrar esta lágrima divina.
Y lo consigue introduciendo una pequeña bolita de nácar en la ostra viva para hacer que segregue más capas de nácar como defensa, produciendo las perlas. En 1897, patenta su método y dice: "Adornaré el cuello de todas las mujeres del mundo con un collar de perlas". Abre su primera tienda en Ginza, el barrio chic de Tokio y, al año siguiente, funda el primer taller moderno de joyas de Japón.
Su invento molesta a algunos. ¿Cómo es posible que algo artificial pueda parangonarse con las ostras naturales? Y sin embargo, nada distingue estas perlas cultivadas de las más genuinamente naturales. Por eso, Mikimoto se convierte en el símbolo y en el mito de las grandes marcas de la electrónica japonesa de finales de siglo. Él fue el primero que supo imitar y perfeccionar lo que ya existía.
Mikimoto fue un pionero y todo un genio de la promoción y la venta. Tanto es así que deja boquiabierto al público, por ejemplo, con maquetas de la pagoda del templo de Horyujil, confeccionada con platino y 12.760 perlas, o de la Campana de la Libertad de Filadelfia, con 12.250 perlas y 360 diamantes..www.elmundo.es