MUSEO DEL ARTE/ LUBIN BAUGIN, F. BAROCCI, H.B.GRIEN, J.BASSANO, HANS B.GRIEN
Museo del Arte
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- Naturaleza muerta con damero / Lubin Baugin
- Natividad / Federico Barocci
- Natividad / Hans Baldung Grien
- Las amigas / Gustav Klimt
- La Última Cena / Jacopo Bassano
- La muerte y la joven / Hans Baldung Grien
Posted: 06 Mar 2013 03:30 AM PST
Museo del Louvre, París
Lubin Baugin
Los objetos que se muestran en esta obra no sólo reflejan los placeres del juego, sino que son también símbolos didácticos. El damero y la baraja, el laúd, el vino, las flores y el pan representan los cinco sentidos, además de aludir a la iconografía cristiana, en la que los claveles simbolizan la pasión y la encarnación de Cristo, y el vino y el pan aluden a la Eucaristía. El significado de estos tres objetos se contrapone simbólicamente a los placeres efímeros representados por las piezas restantes.
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Posted: 06 Mar 2013 03:24 AM PST
Museo del Prado, Madrid
Federico Barocci
Este cuadro, destinado en un principio al duque de Urbino, Francesco Maria II della Rovere, constituye un ejemplo característico del último período creativo de Barocci. El pintor se muestra más interesado en los aspectos idílicos que en el dramatismo, en contra del gusto de la época. El contraste de luces y sombras, así como el intimismo de la escena, dejan entrever una concepción barroca. Pero todavía se inscriben de lleno en el manierismo la delicadeza formal, el acentuado amaneramiento, el carácter melifluo y el colorido poco natural.
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Federico Barocci (1535-1612) estaba convencido de que sus rivales en el competitivo mundo de la pintura italiana del siglo XVI estaban empeñados en matarlo. Era tanta la aprensión que abandonó Roma, donde era uno de los artistas en nómina del Vaticano, porque, según dijo a sus cercanos, había sido envenenado con una ensalada aderezada con una ponzoña. Aunque no existe comprobación histórica del intento de homicidio, sí la hay del carácter hiponcondríaco y sombrío del maestro, cuya carrera resultó mediatizada por los recelos y el miedo. Fotogalería 8 Fotos El pintor que inspiró a Rubens Barocci: Brilliance and Grace (Barocci: brillo y gracia), en la National Gallery de Londres hasta el 19 de mayo, devuelve a su lugar a un artista semiolvidado por el inmenso brillo de alguno de sus contemporáneos, sobre todo Caravaggio y por las consecuencias somáticas de sus aprensiones y temores, que le impedían pintar más de dos horas al día, una por la mañana y otra por la tarde, antes de caer derrotado por el cansancio y convertían sus noches en tormentosas a causa de circulares y constantes pesadillas. "Composiciones vertiginosas" Pese a este panorama, Barocci, de quien algún estudioso ha apuntado que padecía una úlcera duodenal, pintó muchas obras, prácticamente todas religiosas, y desarolló un estilo que predijo el refinamiento del Barroco y la teatralidad de la luz y la acentuada expresividad de los colores. La exposición de la capital británica, que contiene 65 obras de Barocci entre telas, paneles y bocetos, es un acto de justicia con un artista que "nunca ha sido superado" en "originales armonías cromáticas, ternura de sentimientos y composiciones vertiginosas", dice Nicholas Penny, director de la galería. Fue el primero en preparar cada obra con obsesivos bocetos Nacido en una familia de relojeros como Federico Fiori —el nombre artístico de Il Baroccio es una forma dialectal de la zona natal, Urbino, donde todavía hoy se usa para nombrar al carro tirado por una yunta de bueyes—, el artista combinó en sus obras la belleza renacentista con el dinamismo de lo que estaba por llegar. Desde sus primeras piezas, pintadas en torno a 1550, se concentró en preparar cada obra con bocetos y estudios que garantizasen el resultado final en términos de movimiento. Fue uno de los primeros artistas, sino el primero, en pintar cartones previos a óleo en los que estudiaba de forma obsesiva las formas y movimientos de las personas y animales que luego integraba en las versiones finales, que resultaban tan espectaculares como La Madonna del Popolo, donde la composición se adelanta en varios años a su tiempo y prefigura el estilo suntuoso y la sensualidad de Rubens, que siempre citó a Baroccio como uno de sus artistas ideales.
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