VOLUSPA JARPA,RANCAGUA(CHILE),1971

Voluspa Jarpa llega a París con el tema que ha marcado su obra

La artista chilena instaló sus conocidas imágenes de la histeria en la mismísima casa de Jean Martin Charcot, el médico que las captó en el siglo XIX.

Voluspa Jarpa llega a París con el tema que ha marcado su obra
La instalación de la artista está compuesta por cientos de figuras que recogen las imágenes de Charcot.
Foto: EFE
Las imágenes que la artista utiliza en primer plano. Con ellas viene trabajando en diversos formatos desde 2006.
Las imágenes que la artista utiliza en primer plano. Con ellas viene trabajando en diversos formatos desde 2006.
Foto: Voluspa Jarpa
PARIS.- La artista chilena Voluspa Jarpa (Rancagua, 1971) muestra desde hoy en París una instalación sobre su visión del trauma y de la histeria, de sus estudiosos y de sus enfermas, de la aparición del síntoma y de su desaparición, tema sobre el que trabaja desde hace más de una década.

Su montaje, que podrá verse hasta el próximo lunes 12, está compuesto por una multitud de fotografías de mujeres, de apariencia insignificante, que sufrían de histeria, instantáneas que conforman un enjambre negro y volátil de pequeños insectos o pájaros, si se les contempla a cierta distancia.

El origen de esta obra se encuentra en su investigación sobre la elaboración del trauma y "los conflictos narrativos que hay dentro de la historia del arte chileno", y también sobre el pánico colectivo de los animales ante los grandes depredadores, explicó.

Sus pequeñas figuras, formato sobre el que trabaja desde 2006, están en movimiento "de nuevo", pues las extrajo inicialmente de las clasificaciones fotográficas que realizó el doctor Jean Martin Charcot (1825-1893), maestro de Sigmund Freud, quien vivió en la actual Casa de América Latina, que exhibe su creación.

"El hecho de instalarlas acá, en la que fue la casa de Charcot, significa una especie de cierre para mí", es como llegar a casa del maestro y echarlas a volar, resaltó.

Jarpa "transformó en tampones y serializó" algunas fotografías de Charcot hasta convertirlas "en multitudes, tanto volumétricas como tridimensionales", de modo que "miles de millones de histéricas" vuelan suspendidas en el aire, en un ejercicio que tiene que ver con sus propios síntomas observados por el doctor.

La histeria interesó a Jarpa "porque es la historia de una invención muy importante para el siglo XX", y por haber visto pronto su cruce "con lo visual", con el deseo de poder descifrar "los efectos pasionales que todavía no están sometidos a reflexiones positivistas".

La artista dijo haber llegado también a su estudio a raíz "de no poder establecer verdades, o consensos públicos" de los momentos más dramáticos de Chile, pues la histeria "es una enfermedad que conceptualmente tiene que ver con el conflicto de no poder narrar la vivencia de hechos traumáticos".

Ante la imposibilidad de la palabra, "la histérica somatiza este discurso y lo transforma en un discurso corporal".

La también profesora de arte evocó la importancia del contexto histórico donde surgió el concepto de histeria, en el Hospital de la Salpêtrière, a finales del siglo XIX. Resaltó, al respecto, que "deja de haber histéricas cuando aparecen los hombres histéricos, al final de la I Guerra Mundial", víctimas de sus traumas.

Como la palabra "histérica" viene de la palabra "útero", "no se puede decir que hay hombres histéricos y ahí termina la tipificación", explicó. Por eso, recordó, cuando llegan los hombres traumatizados de la I Guerra Mundial, "empieza a aparece el concepto de trauma".

Previamente, Charcot, observó, clasificó y fotografió a las mujeres afectadas de histeria, cuando llegó a ese hospital parisino con más de 5.000 internas. El resultado de su clasificación es "absolutamente visual", además de "impresionante", subrayó la chilena.www.emol.com

Comentarios

  1. íntomas observados por el doctor.

    La histeria interesó a Jarpa "porque es la historia de una invención muy importante para el siglo XX", y por haber visto pronto su cruce "con lo visual", con el deseo de poder descifrar "los efectos pasionales que todavía no están sometidos a reflexiones positivistas".

    Dijo haber llegado también a su estudio a raíz "de no poder establecer verdades, o consensos públicos" de los momentos más dramáticos de Chile, pues la histeria "es una enfermedad que conceptualmente tiene que ver con el conflicto de no poder narrar la vivencia de hechos traumáticos".

    Ante la imposibilidad de la palabra, "la histérica somatiza este discurso y lo transforma en un discurso corporal".

    La también profesora de arte evocó la importancia del contexto histórico donde surgió el concepto de histeria, en el Hospital de la Salpêtrière, a finales del siglo XIX.

    Resaltó, al respecto, que "deja de haber histéricas cuando aparecen los hombres histéricos, al final de la I Guerra Mundial", víctimas de sus traumas.

    Como la palabra "histérica" relacionada con vivencias traumáticas, con abusos sexuales generalmente infantiles, viene además, de la palabra "útero", "no se puede decir que hay hombres histéricos y ahí termina la tipificación", explicó.

    Por eso, recordó, cuando llegan lo hombres traumatizados de la I Guerra Mundial, "empieza a aparece el concepto de trauma".

    Previamente Charcot observó, clasificó y fotografió a las mujeres afectadas de histeria, cuando llegó a ese hospital parisino con más de 5.000 internas.

    El resultado de su clasificación es "absolutamente visual", además de "impresionante", subrayó.
    www.latercera.com

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  2. La histeria, hoy

    (...)Digámoslo de entrada, la histeria hace pasar a la sexualidad por el desfiladero de la insatisfacción, no hay sexualidad sin insatisfacción, este es su drama y su fundamento; mantener el deseo siempre insatisfecho, situarlo en la línea de un horizonte que se aleja según nos acercamos. La histérica se representa así misma en un escenario en el que el encuentro sexual siempre desluce, encuentro empañado porque ella no sitúa el objeto de su deseo en el otro, sino que lo preserva pero manteniéndolo como una falta. No busca, por lo tanto, el objeto de una satisfacción sino la producción de una falta. Promueve esta insatisfacción como una insignia, no oculta su división y perplejidad, no sabe qué le pasa y lo muestra sin tapujos, pero espera una respuesta sobre su malestar, más que esperar exige esta respuesta. Demanda un saber sobre el goce sexual, sobre las dificultades y escollos que ella encuentra en su acceso, "sabiendo" que esta promoción de saber será siempre insuficiente, pues lo que persigue la histérica es el saber como medio de goce para servir a la verdad, a la verdad de la castración del Otro, enmascarando otra verdad que ella repudia: que le es preciso admitirse como objeto para ser deseada.

    Es interesante observar como algunas pacientes, que oscilan entre la anorexia y la bulimia, muestran su desagrado e incluso asco al sentirse deseadas según van normalizando su peso y denuncian entonces la estupidez y mezquindad de los hombres: "esto es lo que desean, un cuerpo, nada más". Lo que se desea en un cuerpo es precisamente lo que la histérica quiere sustraer, ahí se escabulle creando su propio vacío. La estrategia de la histeria es la estrategia de la privación, de un sacrificio que solo obtendrá su sentido si el otro queda comprometido en el sufrimiento. Al pensar sobre esta estrategia de la privación me acordé de un antiguo dicho castrense, que no sé si ustedes conocen: "que se joda mi capitán que hoy no como rancho". Es magnífico, uno se priva con la pretensión de que este autocastigo, este daño autoimpuesto enoje al otro, espera provocar un efecto que de hecho no tiene ningún eco, porque el capitán ni se entera y si lo hace tampoco le importa. La histérica sabe esto, sabe que su privación tiene que alcanzar al capitán, tiene que implicarle, y para ello urdirá su intriga, cualquier intriga para conseguirlo, hasta la intriga sin fe como la llamó Lacan. En el desfiladero de la insatisfacción el saber y el cuerpo tendrán un lugar privilegiado. ¿De qué modo juegan su partida, su intriga?

    Susana y los viejos, uno de los cuadros más famosos de Tintoretto, y una de las fotografías más conocidas de la Bella Otero, acompañada de un esbozo biográfico, nos servirán como punto y contrapunto para entrever como saber y cuerpo se comportan en la intriga. Susana y los viejos es una de las escenas bíblicas más representadas durante el Renacimiento y el Barroco, ya que permitía a los artistas mostrar el desnudo femenino sin temer la persecución religiosa. La obra representa a Susana, cuya historia es narrada en el Libro de Daniel. Susana es una joven bella y temerosa de Dios, esposa del rico Joaquín, que es espiada por dos viejos jueces mientras se baña en el jardín de su casa. La intentan obligar a que tenga relaciones sexuales con ellos a cambio de dinero, diciéndole que si no accede, dirán que se ha quedado sola para estar con un joven. Según la ley judaica el adulterio, exclusivamente contemplado sobre las mujeres, era castigado con la pena de muerte. Susana no cede a sus amenazas y entonces los viejos encolerizados y heridos la acusan de adulterio y consiguen que la joven esposa sea condenada a muerte. Es entonces cuando interviene Daniel, que tras interrogar a los ancianos y al grito de "yo soy inocente de la sangre de esta mujer", acaba probando la falsedad de la imputación, con lo que Susana se libra del castigo y los longevos jueces son ejecutados por falsa acusación.

    . (...).virtualia.eol.org.ar / Javier Garmendia

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