TIEMPO Y MEMORIA, EN UNA MUESTRA DE CARLOS GALLARDO
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Se exhiben cuatro series fotográficas inéditas que el artista, escenógrafo y vestuarista, realizó en 2007 y 2008. Murió en un accidennte el 21 de diciembre de 2008.
A fines de noviembre de 2008, la crítica de arte Mercedes Casanegra recibió un llamado de su amigo y artista, Carlos Gallardo. Le pedía que fuera a su taller a ver toda su última producción fotográfica.
“Acudí a su invitación. Las series estaban organizadas, las fotos enmarcadas, todo estaba listo y él quería mi opinión. Me retiré complacida y acompañada del intento de figurarme en qué sala de la ciudad las imaginaba colgadas”, cuenta Casanegra a Clarín. Un mes después, el 21 de diciembre, Carlos Gallardomurió en un accidente automovilístico camino a su casa de La Cumbre, un lugar de descanso y refugio adquirido varios años atrás, cerca de la casa donde vivió y escribió Manucho Mujica Láinez.
Este jueves, el Malba, Mercedes Casanegracomo curadora y Mauricio Wainrot, compañero de vida y de trabajo del artista, se unen para presentar este conjunto de obras, nunca antes vistas por el público, como una exposición homenaje y también para hacer realidad el último deseo de Gallardo. “Los ejes principales de Carlos siempre fueron el tiempo y la memoria, y estas fotos poseen un clima de raíz existencial, esa idea de que los seres humanos fuimos lanzados de la existencia. Es que no es la belleza del mundo a lo que remite su obra, sino a la fugacidad de lo que está detrás de las imágenes”, cuenta la curadora, mientras recorre la sala en la que cada foto ratifica sus palabras.
Así, con el foco puesto en la memoria de las cosas, en la mirada sobre lo que ha sido abandonado, y en el tiempo en incesante movimiento, se exhiben cuatro series de fotografías que el artista realizó en los años 2007 y 2008: Theatrum mundi, Vestigio (Errancias), Erratum y Destiempos. Las tres primeras ostentan un mismo escenario, el viejo puerto de Amberes que el artista visitaba mientras Wainrot trabajaba como coreógrafo del Ballet Real de Flandes. En Vestigio, los primeros planos de los elementos abandonados del puerto “se vuelven monumentales y denotan la nostalgia de una actividad que fue”, según palabras deCasanegra. Mientras que en Theatrum mundi y Erratum hay sutiles intervenciones de collage en forma de muñequitos y de algunos versos poéticos del escritor Hugo Mujica, respectivamente. En la serie Destiempos, el mismo tipo de muñecos aumentan su tamaño en fotos macro y se colocan en forma vital y dinámica “en antiguas cajas de baquelita con los meses y días del año impresos y también en engranajes de relojería … todas cosas que él acumulaba en su taller, que aún permanece intacto”, explica la curadora.
La exposición incluye también un video “que muestra la identidad multifacética del artista, que comenzó como diseñador gráfico y continuó realizando escenografías y vestuarios para los ballets dirigidos por Wainrot, tanto en el país como en el exterior”, reza el catálogo editado por el MALBA, y Casanegra habla con una sonrisa de “la perfecta dupla de 30 años que formaron con Mauricio: Carlos, poniendo la escenografía y el vestuario, con una impronta de color y vida maravillosa, y Wainrot dirigiendo a los bailarines hasta el cansancio”.
Por: Mariana Rolandi
Fuente: Revista Ñ
Fuente: Revista Ñ
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Carlos Gallardo
ResponderEliminarTiempo de memoria
por Marcela Costa Peuser
Tiempo y memoria fueron dos temas recurrentes en la obra de Carlos Gallardo (1944-2008) a lo largo de su vida. Multifacético, tan minucioso y detallista, como apasionado y emotivo, fue un artista esencialmente filosófico pero, por sobretodo, una gran persona.
Hoy, bajo la curaduría de Mercedes Casanegra, el Malba le rinde homenaje al exhibir sus últimos trabajos, realizados entre 2007 y 2008, en los que flotan las preguntas fundamentales de la existencia humana: ¿Por qué?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Quién?
Pequeños objetos encontrados, intrascendentes pero significativos, el peso de la palabra y su poética, fueron elementos comunes en la obra de Gallardo. Un artista que transitó la escena del arte argentino desde los años 80, construyendo un estilo despojado reflejando una exquisita sensibilidad. Profesionalmente se inició en el diseño y la comunicación visual obteniendo el máximo reconocimiento en la Bienal de Diseño de 1984 por sus afiches del Teatro San Martín. A partir de ese momento, decidió dedicarse de lleno a su vocación más profunda: el arte. Paralelamente comenzó a trabajar en las instalaciones escénicas y vestuarios para los grupos de danza contemporánea dirigidos por Mauricio Wainrot. Un equipo perfecto que produjo más de cuarenta obras a lo largo de veinticinco años de trabajo.
Al recorrer la sala 3 de Malba, pintada de morado, el primer grupo de obras “Kronos”, da cuenta de su obsesión por el tiempo vivido y por vivir. Se trata de delicados calendarios, sutilmente intervenidos en los que aparecen mínimos personajes, pequeños resortes que infieren tensión a la composición y alguna frase casi premonitoria: ¿cuál es, en el recuento final, el verdadero, intocable destino?
¿El que quise y no fue? ¿el que no quise y fue?
Para Gallardo, la fotografía es, inevitablemente, el medio elegido para profundizar en el otro tema que indaga su obra: la memoria. Cada fotografía, imperceptiblemente poblada por pequeñísimos personajes, se convierte en un escenario en miniatura. En él los personajes nadan, bailan, descansan y disfrutan en el gran teatro de la vida.
Sensible y reflexivo, siempre le interesó trabajar con la palabra y especialmente con su poética. Para su serie “Erratum” eligió la frase de Hugo Mujica: “mueren de no haber partido”, para sobreimprimirla a la imagen de un barco amarrado al muelle, que al igual que las fotografías del Puerto de Amberes, resulta una escena congelada en el tiempo.
Finalmente, en sus “Destiempos”, construye escenarios a partir de viejas piezas encontradas en el Correo Central y los habita con pequeños personajes que, gracias a la macro fotografía toman una nueva e inquietante dimensión.
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