viernes, 18 de enero de 2019

Carla Zaccagnini «Elementos de belleza: un juego de té nunca es sólo un ...

LOS PRERRAFAELITAS

2 comentarios:

  1. Integrantes de la Women's Social and Political Union [WSPU] atacaron y vandalizaron una serie de piezas de arte y artefactos en museos y galerías de Inglaterra; su objetivo era llamar la atención a su causa: la lucha por el derecho al voto femenino.
    Quizá, la más conocida de estas acciones fue la efectuada por Mary Richardson el 10 de marzo de 1914 en la National Gallery de Londres, cuando, armada con un cuchillo de cocina, descargó una serie de golpes contra el lienzo de la Venus del Espejo de Velázquez. Tras su entrega a las autoridades, la asociación hizo público
    un texto donde comparaba la destrucción de la pintura al encarcelamiento de su líder Emmeline Pankhurst afirmando: “La justicia es un elemento de [la] belleza así como lo son el color y el trazado sobre un lienzo”. Entre el 2 de abril de 1913 y el 17 de julio de 1914, se desencadenó una docena de agresiones contra obras de arte como parte de sus estrategias militantes. A partir de esta declaración, surge el título del libro donde Zaccagnini reúne material documental de los hechos [2012] y que, dos años después, derivaría en la pieza que actualmente se exhibe en Ladera Oeste.
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  2. Sucedió durante la primavera de 1913. Cuando el museo estaba a punto de cerrar sus puertas, se escucharon cristales rotos en la sala de los Prerrafaelitas de la Manchester Art Gallery. Cuando los guardas acudieron a detener a quienes asaltaban el lugar, se dieron de bruces con tres sufragistas: Annie Briggs, Lillian Forrester y Evelyn Manesta. "Las tres mujeres causaban alboroto, rompiendo los cristales de los mayores y más valiosos cuadros de la colección. Cuando los guardas llegaron, ya habían completado su trabajo en la pared derecha, de la que colgaban cuadros de grandes artistas como Watts, Leighton, Brune-Jones y Rossetti", resumió una noticia aparecida en The Manchester Guardian.

    Las tres militantes deterioraron un total de trece obras. Todas ellas tenían algo en común: reflejaban un modelo de mujer trasnochado incluso para la Inglaterra eduardiana e idealizaban una fémina inerte y contemplativa que respondía a los cánones clásicos de belleza. Mientras esas musas decimonónicas eran elogiadas de forma unánime por su belleza, las mujeres de verdad sufrían una discriminación constante en la vida diaria. "Hay algo odioso y asqueroso en amontonar esos tesoros artísticos, ese sentimentalismo de lo bello, mientras los cuerpos de las mujeres [de verdad], profanados por la lujuria, la enfermedad y la pobreza, son ignorados con la mayor indiferencia", dejaría escrito otra suffragette, la compositora Ethel Smyth, encarcelada en Holloway por un delito similar y conocida por su amor no correspondido por Virginia Woolf.

    Tres días antes del ataque de Manchester, su jefa de filas, Emmeline Pankhurst, había sido condenada a tres años de cárcel por incitación a la violencia. Fundadora de la Women's Social and Political Union (WSPU), el ala más radical del movimiento sufragista, Pankhurst había decidido que el pacifismo no lograría nada por su causa. Se inventó un nuevo eslógan: "Actos y no palabras". Incitó a manifestarse "de forma práctica", a reventar escaparates, rellenar los buzones de tinta negra, incendiar edificios públicos, organizar escraches en las residencias de parlamentarios e iniciar huelgas de hambre en las cárceles. Atacar las colecciones públicas también formaban parte de su plan. Además de exponer lienzos con los que la organización no comulgaba, eran un símbolo de un poder estatal y masculino por definición.

    La campaña de las sufragistas contra los museos ocupa un lugar destacado en una nueva exposición en la Tate Britain, Art under attack, que examina hasta el 5 de enero la historia de la iconoclasia británica –los ataques contra imágenes por motivos políticos, religiosos o artísticos–, de los días del desmantelamiento de los templos que acompañó la creación de la Iglesia anglicana a las estatuas ecuestres dinamitadas por militantes del IRA. La muestra se detiene en los ataques emprendidos por las sufragistas. Presentados por ciertos historiadores como simples actos vandálicos para provocar un ruido indiscriminado, en realidad constituyeron actos políticos en toda regla. "Muchas de las suffragettes habían estudiado en escuelas de arte y sabían qué artistas y cuadros colocaban en su objetivo. Lejos de ser actos despistados de destrucción, las protestas fueron muy sopesadas en las cabezas de quienes las perpetraron", sostiene la conservadora Lena Mohamed en el catálogo de la exposición. Que se haya dicho lo contrario es, para ella, "una prueba más de condescendencia hacia esas mujeres".

    En la lista de cuadros atacados también figuraron La Venus del espejo de Velázquez, destruido a golpe de cuchillo por Mary Richardson –rebautizada como Slasher Mary (Mary, la navajera) por la prensa de la época– en la National Gallery, en marzo de 1914. El museo cerró durante tres meses.


    (...)elpais.com

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