ENCORE, ESTÁ TRADUCIDO COMO AÚN Y ES EL SEMINARIONANRIO 20 DE JACQUES LACAN/1972-1973


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LA SEXUALIDAD FEMENINA COMO CUESTION “ENCORE” ABIERTA PARA EL PSICOANALISISLacan, entre falocéntricos y vaginales
La indagación de Jacques Lacan sobre la sexualidad femenina incluyó una relación estrecha y finalmente “violenta” con el movimiento feminista francés: así lo plantea la autora de esta nota, al señalar en qué punto el psicoanalista francés dejó inconclusa la cuestión y a quiénes designó para avanzar en las respuestas.
Ideal: “¿Cómo pensar la oposición  entre vagina y clítoris, como ideal analítico, tras los descubrimientos de la falta de inervación de la vagina?”.

Por Silvia Fendrik *Hacia fines de los 60, por el diván de Lacan pasaron importantes figuras del Movimiento de Liberación Femenina (MLF), como Antoinette Fouque, actual diputada del Parlamento Europeo. Pero luego del seminario Encore, en 1974, la polémica sobre la sexualidad se acalla, tanto en la Escuela Freudiana de París como en la producción teórica de Lacan.
Hasta el momento en que retomó la polémica que dividió a la Sociedad Psicoanalítica Británica –y que al igual que el psicoanálisis de niños produjo serios enfrentamientos entre Londres y Viena– entre “falocéntricos” y “vaginales”, se puede decir que Lacan era más freudiano que Freud. Su retorno a las fuentes freudianas le había permitido afirmar la doctrina del significante por sobre la relación de objeto, criticando la ideología normativa a la que condujo el esquema de Freud/Abraham al ser reivindicado por muchos analistas posfreudianos: la evolución de la libido en etapas con su apología de la madurez genital, el desplazamiento del complejo de castración hacia la frustración de la relación madre-hijo, el reinado del cuerpo materno como sede primera y única de los fantasmas originarios y, entre sus consecuencias, la indistinción, para la sexualidad femenina, entre mujer y madre.
Fue gracias a los registros –simbólico, imaginario y real– y a la compleja pero necesaria diferenciación entre falo imaginario y simbólico, como Lacan pudo salir de esa normativa oblativa e idealizante donde parecía haberse extraviado el psicoanálisis “posfreudiano”. En su escrito “La significación del falo” expuso de un modo condensado las conclusiones de los interrogantes desplegados durante varios años de seminario. Pero Lacan no estaba satisfecho. No creía haber llegado a buen puerto respecto de la sexualidad femenina. El texto Ideas directivas para un congreso sobre sexualidad femenina –que tuvo lugar en Amsterdam, del 5 al 9 de setiembre de 1960– mostró que, para Lacan, ya era hora de reabrir y actualizar el debate.
Propuestas (entre otras): ¿Cuál es la parte femenina en la relación genital? ¿Cuáles son las vías que sigue la libido en las mujeres? ¿Cuáles son las consecuencias psíquicas de la anatomía femenina en términos de deseos o derivados inconscientes?
Lacan admitía estar intrigado por la ignorancia o la poca importancia que los psicoanalistas daban a las nuevas adquisiciones de la fisiología y a los recientes descubrimientos genéticos, cromosómicos, hormonales. No para ponerlos en el lugar de la causa ni para hacer comparaciones apresuradas. Pero, si se los ignora o se les quita toda importancia, ¿no peca el psicoanálisis de soberbia, colocándose en una postura omnipotente y mesiánica sobre la química?
La oposición entre vagina y clítoris, que tomó la forma de un ideal analítico, sin que se supiera muy bien de dónde y cómo se impuso, ¿cómo repensarla a la luz de los descubrimientos de la falta de inervación de la vagina? Muchas de las propuestas para el congreso sobre sexualidad femenina abrieron el rumbo hacia “el goce inenarrable más allá del falo”.
En síntesis, la reinterpretación de los conceptos freudianos por Lacan en materia de sexualidad, hasta comienzos de los 60, pasa por la recuperación del falo como símbolo, causa del deseo y ordenador de las diferencias sexuales: ser/tener. Este ordenamiento no dejó de tener consecuencias normativas: según la enseñanza de Lacan de esa época, la mujer “debía” reconocer su lugar de objeto para el deseo masculino. “Debía” asumir su parecer el falo, ser el objeto, el señuelo fetiche que fascina (fascinus: falo) como en los misterios antiguos, y atrapa al deseo en sus redes.
Sin olvidar que el falo como significante de la castración es el eje que le permitió a Freud afirmar que no hay sino una libido y que ésta es de carácter masculino, el mero hecho de que las mujeres asuman el lugar del falo, o de sus derivados fetichistas, probaría que su posición es diferente de la del hombre en cuanto al deseo y en cuanto al objeto. ¿Destino femenino de la libido masculina o destino/s de la libido femenina? Para Lacan, era urgente explorar la diferencia.
El que veut la femme siguió insistiendo e interrogando a Lacan desde lo que las mujeres dicen, a veces, en análisis, y que las mujeres analistas, sin embargo, callan. También se quejó de este silencio en aquellas propuestas, a las que hoy propongo vincular con el siguiente fragmento del seminario La transferencia.
Allí, al analizar El banquete, de Platón, Lacan se pregunta por qué Sócrates le ofrece allí a Diótima la palabra cuando se trata de hablar sobre el amor. Y comenta: “Somos los primeros, si no los únicos, en no sorprendernos si el discurso propiamente socrático, el discurso de la episteme, del saber transparente a sí mismo, no puede continuarse más allá de cierto límite cuando ese objeto es el amor. (...) Si me permiten una comparación que guarda todo su valor irónico, supongan que debo desarrollar el conjunto de mi doctrina sobre el análisis, verbalmente o por escrito, poco importa, y que en un momento dado cedo la palabra a Françoise Dolto. Suponiendo, claro, que si le paso la palabra no será para hacerle decir estupideces. No es ése mi método, y por otra parte tendría dificultades en ponerlas en su boca”.
En el Congreso de Amsterdam, Dolto leyó una extensa ponencia sobre la sexualidad femenina. El objeto de la transferencia es el amor, y Dolto lo anteponía, lo superponía, e incluso lo sobreponía a todas las demás cosas. Lacan se inspira en El banquete para hablar sobre el amor de transferencia: la fugaz comparación con la Diótima de Sócrates podría ser un modo de convalidar a la “excepción” Dolto en el lugar de un supuesto saber sobre el amor. El amor: tema de hombres en El banquete. La sexualidad femenina: tema de hombres en el congreso de Amsterdam.
En aquella extensa ponencia de Françoise Dolto, el sustrato biológico-imaginario del discurso médico sobre la anatomía femenina ocupó un lugar destacado. Pero un nuevo interlocutor comenzó a interrogar a Lacan manifestando sus quejas por el excesivo “falocentrismo” de la teoría freudiana y su presunto desconocimiento de la existencia de “dos” sexos. Se trataba del Movimiento de Liberación Femenina (MLF). Lacan se interesó en ese movimiento, pero no tardó en decepcionarse, convencido de que no era por la vía del discurso político –más allá de su legitimidad– como se podría acceder a la diferencia, a esa diferencia que el psicoanálisis “no cesa de no escribir”.
Los seminarios que preceden y anticipan a Encore prueban el interés de Lacan por los aportes de las mujeres analistas –incluidas las feministas- a la teoría sexual. Un hecho institucional marca la ruptura de este interés: su respuesta intempestiva frente a las críticas que su discípula Luce Irigaray hizo de Encore, y frente a las reiteradas acusaciones al falocentrismo freudo-lacaniano que pueblan su libro Speculum (de l’Autre femme) a las que Lacan no vaciló en calificar de ordure (basura). Todo indica que la visión marxista-feminista-semiótica de Luce Irigaray no era la “luz” que Lacan esperaba. Los seminarios ...O peor, El saber del psicoanalista, De un discurso que no sería de la apariencia, invitaban a una interlocución con las mujeres analistas y con el MLF, a la que, con la excomunión-expulsión de Luce Irigaray de la Ecole Freudienne de Paris, Lacan puso un violento punto final.
A partir de entonces, Lacan cerró el debate y se volcó hacia los nudos, donde poco o nada de aquello que interroga al psicoanálisis en materia de sexualidad es fácil –o difícil– de reconocer. Encore fue la última palabra de Lacan en materia de sexualidad (o de sexuación).
Sin embargo, ya desde el inicio de este seminario encontramos un Lacan advertido de las dificultades que el tema entraña, para no hablar de ladesolación que se transparenta en muchos párrafos. Nada hacía suponer que el destino de Encore sería esta suerte de “furor pedagógico” de las fórmulas de la sexuación en el que se embarcaron muchos de sus discípulos y lectores. Tal vez no sea ajeno a este destino el abandono de la polémica “sexual” por parte del mismo Lacan, quien continuó trabajando en sus seminarios nudos y topología, en donde el sexo brilla por su ausencia, aparentemente desentendido del destino de sus fórmulas de la sexuación. Lacan no era lacaniano o, dicho de otro modo, podía continuar pensando, eventualmente olvidándose de sí mismo y de sus matemas. Pero el hecho es que no quiso aceptar la confrontación con quienes, o “no lo supieron comprender”, o tal vez agarraron el guante que él mismo les había arrojado.

* Extractado del trabajo “Lacan y la sexualidad femenina. Aún”, presentado en los “Estados Generales del Psicoanálisis”, París, julio de 2000.
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Comentarios

  1. Existe una expresión de Germán García, muy gráfica que adopté inmediatamente. La hice mía. Se la escuché decir en un vídeo de YouTube en una visita a una provincia argentina. no recuerdo el título del vídeo.
    Dice así: "El hombre lleva algo colgado entre las piernas que desafía las leyes de la gravedad."No siempre, por algo existen cremas, pastillas, y problemas de circulación que son tratados. No quiero extenderme en este tema.
    La lucha de la mujer por sus derechos ha adoptado distintos, espacios, también el del Psicoanálisis.
    Pienso si hubo dos eminentes científicos, médico neurólogo: Freud y Lacan Psiquiatra, que se ocuparon de la mujer fueron en distintas épocas, ellos los que la estudiaron profundamente, con seriedad, a la mujer.
    Freud con su clásica pregunta Qué quiere una mujer? Y LACAN enuncia La mujer no existe."No hay relación sexuañ".
    A lo largo de este blog esas cuestiones se van desmenuzando. Es cuestión de leer a Lacan.Acá se encuentran muchas de sus Conferencias, entre ellas la que brindó en Caracas, un año antes de su muerte, donde afirma: "Sean ustedes Lacanianos, yo soy freudiano".
    Sabina, Joaquín, cantautor español, tiene un tema que dice:"No quiero un amor civilizado". No existe.
    "...la relación sexual se abisma en el sin sentido, cosas que en nada disminuyen el interés que debemos tener por el Otro"...
    "Aristóteles no estaba descaminado en estas cuestiones, la sustancia que sostiene esa entelequia se llama alma..."
    Esots párrafos que trato de transcribir, pertenecen al capítulo del Seminario 20: Una carta de almor.
    Del goce del cuerpo de la mujer el hombre nada sabe. El hombre goza del placer del órgano, mientras que la mujer, nada de eso le incumbe. De ahí la diferencia. Al final decía Lacan somos UNO. uN GOCE PARA EL HOMBRE, UN GOCE PARA LA MUJER. nO HAY COMPLEMENTARIEDAD. nO EXISTE LA MEDIA MEDALLA.

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