DOS CONTINENTES UNIDOS POR EL AMOR A LA NATURALEZA
Dos continentes unidos por el amor a la naturaleza
Dos continentes unidos por el amor a la naturaleza
Del 10 de septiembre al 31 de octubre de 2015, la galería Out of Africa presentará "Espíritus de la selva", una exposición que reúne las últimas obras del artista marfileño Idrissa Diarra, quien nos dejó prematuramente el pasado 15 de julio, y del escultor belga Jean Claude. Esta artista expondrá por primera vez en España sus encantadoras esculturas, hechas a partir de trozos de madera encontrados en la selva.
Graduado en el Centro Artístico de los Oficios del Arte de Abengourou, templo de los pintores naïfs de Costa de Marfil, Idrissa Diarra consagró toda su vida a crear imágenes a partir de las observaciones y las emociones que experimentaba en la selva. Considerado uno de los mejores naturalistas africanos, Diarra no mostraba tanto lo que veía como lo que el que imaginaba. Tras el éxito de su última exposición africana, en el Hotel Sofitel de Abidján, su familia confió en la galería Out of Africa de Sitges (Barcelona) la organización de la muestra de sus últimas telas.
Es la montaña donde Jean Claude adquirió la sensibilidad del tacto y donde tomó conciencia de la autenticidad y de la simplicidad de la naturaleza. La fascinación que siente le incita a guardar toda la madera que le parece utilizable por la forma, el aspecto, el color o la variedad. Las esculturas de Jean Claude son poesía infinita, que sugiere más que muestra. El artista interviene mínimamente en la transfiguración del objeto para conseguir una propuesta contemporánea y minimalista.
Acompañados por las obras de estos dos artistas, que trabajaban separados por 5.000km, penetraremos en la intensidad de la selva tropical para contactar directamente con sus habitantes más secretos, los "espíritus de la selva", de la que ahora Idrissa forma parte.
Vernissage, encuentro con el artista Jean Claude,
concierto de flauta travesera y cóctel con cava:
Él quería que sus visiones fueran absolutamente reales, cada figura, rostro, hoja, flor y árbol, medidos y concretos, enumerados hoja por hoja, vena por vena, pelo por pelo. Esta vocación de paciente formalidad se combinaba de extrañas maneras con su gusto por lo exótico. Rousseau solía justificar la <> de sus escenas selváticas con una sarta de mentirijillas acerca de cómo él había visto todas aquellas cosas cuando servía en el ejército francés en México; era importante que esos espectáculos de maravillosa fantasía parecieran presenciados, no inventados. De hecho, habían sido presenciados dos veces: primero por el ojo temible de la imaginación de Rousseau, y luego en el Jardín Botánico, donde el viejo pasaba horas entre las palmeras y las aráceas tomando apuntes para sus obras, escuchando todo el tiempo los rugidos y los graznidos de los animales enjaulados en el zoológico que está al lado.
ResponderEliminarLa claridad de visión de Rousseau aumentó aún más el tono compulsivo y como sonado de sus telas: ahí está la imagen, súbitamente, sin ambigüedades, tomada (como él había insistido) <>”.El mejor ejemplo de arte naif que conocía hasta el momento.Parecen obras suyas.
A pesar de las intenciones "realistas", en la obra de Rousseau destacan el tono poético, la búsqueda de lo exótico y, sobre todo, su estilo naíf, reflejo de una aparente sensibilidad infantil propia de los artistas con poca o nula formación académica; esta ingenuidad otorga con frecuencia a sus trabajos un aspecto involuntario de caricatura. En el caso del pintor de Laval, es efectivamente su formación autodidacta junto a una primacía de la fantasía sobre lo real lo que determina este estilo, de difícil inclusión en movimientos artísticos de la época. A pesar de desconocer las técnicas compositivas, logró dotar a sus obras de un sugerente y complejo colorido, muy elogiado entre sus seguidores.
ResponderEliminarAproximadamente desde 1890 se observa una maduración en su lenguaje pictórico. Si bien durante toda su carrera artística pintó obras de corte realista, con frecuencia también dejó que su fantasía se potenciara hasta casi el surrealismo. Por ejemplo, en La gitana dormida (1897) se ve a una mujer durmiendo plácidamente en medio de un exótico desierto mientras un león la observa muy de cerca; el paisaje y el león podrían ser una fantasía onírica de la gitana. En El sueño (1910), esta potencialización de lo superrealista es igual de perceptible.
A menudo se incluye a Rousseau dentro del post-impresionismo francés. En cualquier caso, se le reconoce un estilo naíf original y muy intuitivo que le otorga un lugar destacado en la pintura francesa de finales del XIX y principios del XX, junto a sus coetáneos impresionistas, fauvistas y cubistas.
Los temas exóticos[editar]
La encantadora de serpientes, 1907.
Sus cuadros más conocidos representan escenas selváticas, a pesar de que él nunca abandonó Francia ni vio una jungla. Carecen de rigor las historias difundidas por admiradores suyos sobre un supuesto servicio en el ejército que incluyera la fuerza expedicionaria francesa a México.
Su inspiración provenía de libros con ilustraciones, de los jardines botánicos y de la ménagerie del Jardín de las Plantas de París (la ménagerie es la «casa de fieras», el antiguo zoo de París, aunque todavía está abierto en la actualidad), así como de dibujos de animales salvajes disecados. También había conocido a soldados durante su servicio militar que habían sobrevivido a la expedición francesa a México y había escuchado sus historias del país subtropical. Según el crítico Arsène Alexandre, el pintor describía sus visitas frecuentes al Jardín de las Plantas de esta manera: “Cuando me introduzco en los invernaderos de cristal y veo las extrañas plantas de tierras exóticas, tengo la sensación de entrar en un sueño”.
Se considera que la primera (y la más representativa) de sus "junglas" es Tigre en una tormenta tropical (¡Sorprendido!) (1891).es.wikipedia.org