domingo, 15 de noviembre de 2015

¿Quién era Pierre Bonnard? UN GRAN ARTISTA FRANCÉS, 1867-1947

La ventana abierta. 1921- Óleo sobre lienzo-Colección Phillips- Washington, D.C
La Indolente-1947

3 comentarios:

  1. El sujeto escópico.

    Lacan trata el tema de la mirada en diversos seminarios, pero es en Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, en que discute el libro Lo visible y lo invisible del filósofo Marleu-Ponty, cuando establece una diferencia fundamental entre la mirada subjetivante y la función fisiológica del ver. La primera está relacionada con el deseo del otro materno, y es la que introduce al niño en la imagen de un cuerpo propio y unitario. (9). Tal como nos dice Marité Ferrari: "Lacan propone un primer tiempo en que el sujeto es mirado. En este sentido el sujeto es cuadro, fotografiado por la mirada que encarnaría la luz. El sujeto sería entonces parte del cuadro, mancha o pantalla." (10). En ese primer momento, el sujeto mira que es mirado por el otro, en un juego especular, pues así como el niño se mira en el otro materno, ella, la madre, también se mira en esos rasgos que su mirada convierte en un rostro humano. Tal vez no se ha insistido bastante en esto: para que un niño se convierta en humano, hay que proporcionarle estructuras humanizantes. A pesar de lo que nos dicen los psicólogos del desarrollo, la estructura subjetiva no es hereditaria, tampoco innata. Pensemos en lo que Spitz, en los años cincuenta, denominó el "síndrome de hospitalización", a propósito de esos niños que eran dejados en el abandono. Algunos tenían una pronta muerte física, los demás devinieron retrasados o autistas. Pero todos enfrentaron la "muerte psíquica" antes incluso de haber despertado a la vida, pues carecieron de una inscripción en el registro simbólico. Ninguno ocupaba un lugar en el deseo del Otro, pues faltaba la mirada subjetivante.

    La mirada es condición necesaria, pero no suficiente, para la constitución del sujeto; para que el cuerpo de un cachorro humano sea algo más que un "cacho de carne" es indispensable que en esa mirada exista un corte, algo que ponga límite a la mirada omniabarcante del Otro; es necesario introducir a la mirada en la dialéctica del fort-da. El juego del "ahora me ves-ahora no me ves" pone un límite a la mirada, impidiendo que el sujeto sea devorado por el goce escópico del Otro.

    Por tanto, un doble peligro acecha al sujeto: por un lado, si la mirada falta el individuo no es inscrito en el registro simbólico como sujeto de deseo; si, por otro lado, nada pone límite a la mirada, si nada ciega al ojo devorador, nada impedirá que el sujeto sea aplastado, borrado por la voracidad del deso del Otro. No es extraño, desde este punto de vista, que los niños disfruten tanto del juego del escondite. En él está implícito no sólo ocultarse por un momento a la mirada del otro, sino que también está en juego el que otro me busque, como si con ello dijera "me puedes perder", dandole así un lugar en el deseo de otro.

    En conclusión, no basta con la función fisiológica del ver; hay que renunciar a ser visto siempre. Lo que el niño en proceso de subjetivación pierde (goce escópico) lo recupera en el goce del juego. Ahora bien, ¿también hay que renunciar a verlo todo?
    www.psicomundo .com

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  2. Nada, que pueda acechar más a la mirada que una ventana abierta. Despierta un voyeur, que necesita ver, lo que allí se ofrece.
    Bonnard, logra transmitir la atmósfera calurosa y tranquila del sur de Francia. El espectador es invitado a incorporarse a la escena, de un íntimo interior doméstico, mediante colores cálidos y llamativos.
    Los Nabis aspiraban a expresar los sentimientos mediante la forma y a menudo con extensas zonas de colores planos. Además de pintor Bonnard fue un maestro de la litografía, en la que utilizaba, la forma, el color y la línea con grandes resultados.
    Es uno de los escasos artistas extranjeros que fue elegido miembro de la Royal Academy de Londres.
    Es mi deseo que el pueblo francés y la ciudad de París, continúen con sus ventanas abiertas al mundo, para seguir disfrutando de su arte. Solidaridad con su dolor que hoy, es el de todos.

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  3. Femme assoupie sur un lit ou L'Indolente [Mujer adormecida encima de una cama o La Indolente]

    Verdadero himno a la voluptuosidad, La Indolente es un cuadro basado sobre contrastes: ya el título, no tiene relación ninguna con la posición de la joven mujer. Su cuerpo de tendidos músculos – el pié izquierdo engancha literalmente el muslo derecho – desmiente cualquier idea de reposo o de pereza. Así mismo, el púdico gesto del brazo sobre los senos se contradice por la posición de las piernas ampliamente abiertas. La composición está recorrida por ondas sinuosas materializadas por sombras en las sábanas, donde se queda impresa la huella ondulante de los cuerpos, y por la masa hundida de la cama en desorden. Una especie de "humo" azul eléctrico estagnando a la altura del muslo y del tobillo, y la suntuosa cabellera morena extendida por la cama, intensifican la carga erótica del cuadro.

    Esta mujer ofrecida a la mirada tras el amor, representa la expresión de una intimidad desvelada, violenta, pasional, sombría y al final, muy "fin de siglo". También nos sorprende por la modernidad de la composición, vista desde arriba, con su cama monumental, que parece que vaya a volcarse hacia el espectador. El cuerpo de la mujer, roído de sombras conserva una textura tónica y vibrante, que le proporciona una presencia fuerte y atemporal.

    Esta obra es esencial en el recorrido de Bonnard, tratándose de uno de los primeros desnudos pintados por el artista, un tema ausente hasta la fecha de sus preocupaciones. Se apunta en la línea de dos otros lienzos del mismo periodo: Desnudo azul de la colección Kaganovitch y El hombre y la mujer.

    Tras ver el cuadro, el famoso mercante y editor Ambroise Vollard pide al artista que ilustre la obra Parallèlement de Paul Verlaine, que se publicará en 1900.
    www.musee-orsay.fr

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