jueves, 19 de mayo de 2011

VICENTE BATTISTA,ARGENTINO-1940

Vicente Battista

Vicente Battista


Vicente Battista nació en Buenos Aires en 1940. Integró la redacción de la ya legendaria revista literaria El escarabajo de oro y fundó y dirigió ­junto a Mario Goloboff­ la revista de ficción y pensamiento crítico Nuevos Aires. Entre 1973 y 1984 vivió en Barcelona y en las Islas Canarias. Su primer libro de cuentos ­Los muertos (1967)­ fue premiado por la Casa de las Américas y el Fondo Nacional de las Artes. Su último libro de cuentos ­El final de la calle(1992)­ recibió el Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires. Escribió además varias novelas, entre las que se destacan Siroco (1985), traducida al francés, y Sucesos Argentinos, que recibiera el Premio Planeta 1995 otorgado por un jurado compuesto por Abelardo Castillo, Antonio Dal Masetto, José Pablo Feinmann, Juan Forn y Vlady Kociancich. Es colaborador permanente de la sección cultural del diario Clarín.

Entre sus obras:



foto: Alejandra López



Final de la calle
Sucesos argentinos
Crítica de
"Sucesos Argentinos"

Esta noche reunion...

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1 comentario:


  1. Entrevista a Vicente Battista

    Por Javier García Crocco

    Es el lugar de trabajo de Vicente Battista: una biblioteca, un escritorio pequeño pero contundente, libros, un cuadro, retratos, y su colección de pipas.


    Vicente, quiero empezar con algunas preguntas que me traje anotadas pero seguramente, las respuestas darán lugar a otras preguntas.
    Sí, que sea un diálogo —dice como para tranquilizarme.

    ¿Qué cualidades valorás al leer un texto?
    Esencialmente, su escritura.

    ¿Y de esa escritura qué es lo que rescatás o qué es lo que resulta de tu agrado?
    Bueno, mirá, hay como cierta magia interior en todo texto. Vamos a tomar un ejemplo. No, mejor dos. Uno puede ser Borges. ¿Qué es lo que nos fascina de Borges? Su escritura, además su temática. Borges puede proponer todo un sistema filosófico en un cuento de seis, siete páginas. Y todo eso lo consigue porque esencialmente tiene una manera de llevarte a través del texto con sus palabras, que son sus palabras, nunca mejor dicho. Borges no deja alumnos. A Borges o lo imitás y entonces sos un pobre imitador o lo empezás a entender desde la interioridad de su escritura y entonces sí pueden surgir alumnos. Miguel Briante, lamentablemente hoy no del todo recordado, sí supo leer a Borges y articular una escritura de enorme calidad, donde se advierte lo borgiano sin ser copia. Vayamos al otro ejemplo: Roberto Arlt. Del que no se puede decir que era un exquisito de la lengua o del idioma. Pero Roberto Arlt tenía una fuerza, una furia interior, que hacía que también, mágicamente, aquellos momentos más fuertes de sus novelas y cuentos estuviesen perfectamente escritos. Después, en los costados, podía tener alguna deficiencia, pero fue un gran escritor. Me pasa cuando leo originales para un concurso, de pronto encuentro un texto que tiene defectos técnicos, pero por la manera de ofrecerlo, de darle fuerza —algo que está más allá de las enseñanzas académicas— me doy cuenta de que ahí hay un escritor. Y quizás otro que aparece correctamente escrito, como yo digo: sujeto, verbo y predicado, está muy bien, pero falta literatura. La síntesis de todo eso puede ser, a mi criterio, un Juan Rulfo. No sé si estoy respondiendo tu pregunta.

    No, sí. Me gustaría que me digas si en un texto te agradan o desagradan los adverbios por ejemplo, o la rima, etc.
    Eso tiene que ver la mecánica de la escritura y también con los estilos, con los géneros. Yo soy un admirador de Faulkner pero leo con más agrado a Hemingway. Por poner dos norteamericanos, dos premios Nobel, dos grandes escritores. ¿Por qué me sucede esto? Porque mi escritura se parece más a la de Hemingway. Yo no soy un lector de Proust, uno de los grandes autores del siglo XX. Sin embargo, las novelas que constituyen “En busca del tiempo perdido” me apasionan menos que el “Ulises”, de Joyce. La gran literatura barroca, como ya habrás comprendido, no es una de mis devociones. Recuerdo que cuando Cortazar habló maravillas de Lezama Lima y de “Paradiso”, corrí a las librerías a comprarlo. Lo había editado Daniel Divinsky, lo tengo todavía ahí. Confieso haber leído sólo un poco más que medio centenar de páginas. Borges me justificó, el decía que si un texto no te entra, no te esfuerces. No es culpa de Lezama Lima, sin duda es un escritor enorme.(...)
    www.lamaquinadeltiempo.com.ar

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