martes, 6 de mayo de 2014

ARGENTINA LISÉRGICA EN EL MAMBA: UN VIAJE POR LA PSICODELIA NACIONAL/MUERE EDUARDO MAC ENTYRE

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Argentina Lisérgica en el MAMBA: un viaje por la psicodelia nacional

08:34 23/04/2014Por Oscar Smoljan, director Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén

El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) presenta una muestra dedicada a la psicodelia nacional, con obras que van desde los años 60 al presente.

Bajo el título Argentina Lisérgica: Visiones Psicodélicas, la muestra, curada por Victoria Noorthoon, flamante directora del MAMBA, y Rafael Cippolini, nos pasea por artistas de diversas generaciones que exploraron ese lenguaje surgido a finales de los años 50 como parte de lo que fue la Contracultura, el movimiento hippie, la liberación sexual y la experimentación con drogas alucinógenas como el ácido lisérgico (LSD), del cual el Arte Psicodélico tomó su segunda denominación de Arte Lisérgico.

La muestra está integrada por más de un centenar de obras que comprenden afiches de conciertos, portadas de discos, shows de luces, murales, fotografías, obras del llamado Op Art y el arte cinético, entre otras manifestaciones.

Pertenecientes en su mayoría a la colección del museo, hay aquí obras de Downing Thomas, Xul Solar, Domingo Casimiro, Víctor Magariños, Carlos Silva, Obdulio Giudice, Ricardo Laham, Aldo Sessa, Víctor Vasarely, Eduardo Mac Entyre y María Martorell.

Se pueden apreciar trabajos de Jorge de la Vega, Charlie Squirru, Rómulo Macció, Roberto Aizenberg, Edgardo Giménez, Juan Cavallero, Rogelio Polesello, Marta Minujín, Juan Stoppani y Marcelo Pombo.

También afiches de Oscar Smoje, dibujos del genial Oski, diseños de Edgardo Giménez y pinturas de Martha Peluffo, Carmelo Carrá, Miguel Caride y Bruno Jannello.

El término psicodélico fue acuñado en 1957 por el psicólogo británico Humphry Osmond y alude a "lo que manifiesta la mente".

En 1959, el psiquiatra norteamericano Oscar Janiger llevó a cabo un experimento por el cual cincuenta artistas gráficos pintaron dos pinturas cada uno, una sin la influencia de substancias psicodélicas y otra bajo los efectos del LSD. Al terminar, Janiger y los pintores compararon las obras y casi unánimemente sus autores afirmaron que la droga había contribuido a desarrollar su creatividad.

Ya como manifestación artística, la psicodelia tuvo su momento de mayor esplendor en Europa y Estados Unidos en los años 60-70 de la mano del rock, la poesía y otras artes, aunque en los años 80 hubo un intento de renacimiento en el Psychedelic Trance y más recientemente en el Psybient, una confluencia de la música electrónica, el rock progresivo y la estética psicodélica.

En la convulsionada Argentina de los años 60, la psicodelia impactó de diversas formas. Esta muestra es un viaje por esas manifestaciones locales que dicho contacto provocó en los artistas plásticos y publicistas argentinos de esos años, quienes habían sido influidos ya por experiencias anteriores como el Surrealismo, la Nueva Figuración, el Op Art y el Pop Art, el Arte Cinético y otras corrientes que están presentes en esta muestra.

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2 comentarios:

  1. Entre 1961 y 1962, De la Vega comenzó a prefigurar los modos compositivos de su futuro Bestiario en obras como Vacío (1962): aclaró los fondos y acumuló las partes figurativas –manchas y líneas abiertas– en ciertas zonas del cuadro. El título de esta obra tiene un sentido simbólico relacionado con la acción rupturista y cuestionadora que en 1962 De la Vega llevaría a cabo junto a Noé, y que prefiguraría el concepto espacial de la serie. Después del éxito de la exposición Otra figuración (1961), Noé y De la Vega gestaron una ruptura estructural que más tarde el primero llamaría “visión quebrada”, y así arremetieron fuertemente contra la “institución pintura”. Una vez llegados a París en 1962 De la Vega compuso sus Formas liberadas y Noé su obra Mambo. Las obras de De la Vega, que incluían explícitamente el gesto, consistieron en quitar la tela del bastidor, quebrar la estructura de madera, cortar la tela y envolver las maderas rotas. Ninguna de aquellas experiencias efímeras se conserva. Con este gesto De la Vega inauguraba una nueva concepción de la obra, en un salto al vacío que no se ciñó solo a la experiencia de Formas liberadas, sino que fue el fundamento espacial del Bestiario, en el cual de manera virtual el rectángulo pictórico tradicional quedaba abolido. Los protagonistas del Bestiario, como en Intimidad de un tímido, se encuentran conceptualmente suspendidos “en el vacío”. Con estas premisas, entre otras, el artista comenzó la serie que definió de este modo: “Pintaba animales quiméricos que flotaban en el espacio sideral”. Una iconografía singular de monstruos construidos con rasgos de reminiscencias infantiles –por sus trazos, diseño, procedimientos y concepto de espacio– conformó ese corpus de obras, que fueron un modo elíptico de referirse a la condición humana en su dimensión existencial, dubitativa, ambigua o en plenitud, exhibiendo tanto su vulnerabilidad como su capacidad de transformación.
    Intimidad de un tímido es una obra representativa de esa serie, al igual que Urano en Casa IV (1963, inv. 7215, MNBA), de tamaño más pequeño. Intimidad y Urano exhiben la incorporación de la nueva iconografía –en este caso felinos, otras figuras no identificables y un elefante–, y una nueva factura basada en gran parte en un tipo de collage de variados e infinitos elementos, además de una pintura gestual, de formas abiertas, que se agrega a los fundamentos de esta serie. Otro rasgo singular que se destaca en la construcción de Intimidad de un tímido es la utilización de telas engomadas, plegadas y arrugadas que otorgan mayor expresividad y caracterizan los distintos “estados de ánimo” de esta figuración entre animal y humana. En este caso, el tímido protagonista, figura de la derecha, constreñido por las figuras monstruosas pintadas, contiene múltiples pequeños pliegues que convergen en la intención de indicar la introversión y timidez otorgadas por el artista. En cambio, la figura plegada en la zona superior sugiere un estado de mayor liberación por su actitud aérea.
    De la Vega no solo se sumó a los artistas que forjaron un cambio de paradigma en el terreno artístico, sino que su obra también reflejó ese cambio sucedido en otros ámbitos, como los hábitos sociales, la psicología llevada a la vida cotidiana, la flexibilización de los componentes de la personalidad, entre otros. Estos rasgos fueron enfocados un poco más tarde por las letras de sus canciones.
    Mercedes Casanegra mnba,org,ar

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  2. Julieta Roffo
    “La gente joven no se impone límites. Mezcla alegremente una capa victoriana y un pantalón oxford. Admira al mismo tiempo al Hollywood del 40 y al último realizador ‘underground’”. Eso se lee en un afiche que el artista Edgardo Giménez diseñó para la revista Selecciones en 1974, y esa falta de límites, ese espíritu de mezclar estilos atraviesa la muestra Argentina lisérgica que puede verse en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires hasta el 12 de abril.

    Es que de las cerca de 11.000 obras que el Mamba tiene en su patrimonio, hay varias decenas que fueron hechas bajo los efectos del surrealismo, el arte optico, el pop o el LSD y que configuran cierta lisergia vernácula. Tal vez el ejemplo más acabado sea el video de casi siete minutos que se proyecta en la muestra: es un compilado de filmaciones que Marta Minujín hizo entre 1968 y 1970 en el Central Park de Nueva York, en pleno viaje ácido. Allí está ella, algunos amigos, algunos desconocidos que pasean por Manhattan, y de fondo “Sympathy for the devil”, himno Stone.

    “Esta es una muestra que no piensa en la Academia ni en la Historiografía del Arte, sino que buscó ser fresca para poder exhibir obras que no se habían mostrado”, cuenta Javier Villa, uno de los curadores del Mamba, y agrega: “La psicodelia no es un tema para la Historia del Arte sino más bien para la cultura popular. En Estados Unidos se vinculó especialmente con la experimentación con drogas y en Argentina tuvo más que ver con una cultura visual, sobre todo entre 1967 y principios de los ‘70”.

    Esa cultura visual concentra en un mismo afiche la geometría con la figuración: hay, por ejemplo, un mandril subido a un caballo y detrás, simétricos, varios círculos que se repiten. Hay otro en el que lo figurativo es Yoko Ono, pero la rodean olas de colores que también repiten una especie de diseño “en serie”. Hay un afiche diseñado por González Ruiz en 1970 para publicitar la película “El Santo de la Espada”: a San Martín podría haberlo coloreado Warhol. Algo parecido pasa con el óleo de 1969 de Marta Peluffo en el que retrató a los modeles Claudia Sánchez y Nono Pugliese: “Los colores están virados”, explica Villa, "un pelo 'normal' podría ser morocho, rubio, canoso, pero acá es turquesa y muy intenso".www.clarin.com/ Julieta Roffo-2/1/15

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