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  1. Diccionario Psicoanálisis



    Chiste y su relación con lo inconsciente (el) - pág.5

    Biblioteca | Diccionario Psicoanálisis

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    Strachey, en cambio, y contra Brill, reivindicó una mayor fidelidad al texto freudiano, a la lengua inglesa (y no al inglés americano) y a la historia vienesa. En Francia, Lacan, contra Marie Bonaparte, que había empleado "mot d´esprit", quiso traducir Witz por trait d´esprit, disociando así el rasgo, trait, como significante, del esprit. Después de él, los lacanianos, fascinados por los juegos de palabras del maestro, prefieren hablar de Witz, más bien que de chiste, como si el empleo del término alemán permitiera remitir el Witz freudiano a una función simbólica del lenguaje, a un rasgo significante que se pierde al cambiar de idioma. En 1988, en ocasión de la aparición de la excelente traducción de Denis Messier, Jean-Bertrand Pontalis escribió una nota en la cual refutaba la traducción de Witz por trait d´esprit. Aunque teniendo en cuenta el carácter positivo del aporte teórico lacaniano, subrayó ajusto título que el Witz en el sentido de Freud tenía una significación mucho más amplia y menos conceptual que la que surge de la lectura propuesta por Lacan. De allí la decisión de traducir el título de la obra como Le Mot d´esprit et sa relation à l´inconscient. En 1989, los traductores de las (Euvres complètes, bajo la dirección de Jean Laplanche, Pierre Cotet y André Bourguignon (1920-1996), anunciaron, al contrario, su intención de retomar el término de Lacan con otro enfoque. Sosteniendo la existencia de una supuesta "lengua freudiana" y de una disciplina llamada freudología, llegaron a la conclusión de que el Witz no era un chiste (mot d´esprit), sino un rasgo del espíritu freudiano que había que hacer pasar a la lengua francesa. Al término de esa elaboración un tanto bizantina, decidían que la obra de Freud se publicara en francés con el título de Le trait d´esprit en el tomo VII de las Euvres complètes. www.tuanalista.com/ diccionario

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  2. Romanticismo-expresó la inquietud ante los cambios sociales y retrató emociones extremas, que se subrayaron mediante pinceladas hábiles. Las ideas neoclásicas resultaban más fáciles para esclarecerlas. No existe un único modo de esclarecer el Romanticismo. Algunos produjeron obras influidas por el arte barroco y otros respondieron a la Revolución Francesa, a las guerras napoleónica y otros bebieron en la literatura romántica del momento: Mallarmé, Baudelaire, Rimbaud, Rousseau, lord Byron.
    Se escucha en el vídeo el Romanticismo surgió de la lucha interior de muchos artistas que intentaban entender un mundo que cambiaba de manera radical y vertiginosa.
    Delacroix, Eugéne y su Jacob lucha contra el ángel de 1861 es un ejemplo.
    "El Romanticismo no radica ni en la elección de un tema ni en la verdad exacta sino en una manera de sentir." Charles Baudelaire
    Han mencionado a Théodore Géricault, otro pionero del Romanticismo, influyó enormemente en Delacroix.
    Goya en España,William Blake, artista poeta y grabador inglés. J. M. W. Turner fue el pintor paisajista más destacado del Romanticismo.
    John Constable, otro pintor paisajista británico. Y tratándose de Odilon Redon, como no mencionar a Debussy.

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  3. En las dos primeras meditaciones, Descartes adopta la regla de la "duda metódica", ya explicada en el Discurso del método, para hacer tabla rasa de todos los conceptos, como preliminar para una reconstrucción sobre la base intuitiva del dato inmediato de la conciencia: cogito, ergo sum (pienso, luego existo). El hombre es una sustancia pensante, inmaterial, y este conocimiento es una idea clara y distinta inalterable, independiente de lo sensible; de hecho, los cuerpos mismos no son en realidad conocidos con los sentidos ni con la imaginación, sino sólo con el pensamiento, la inteligencia.

    A la certidumbre de la existencia real de los objetos exteriores fuera del Yo sólo se llega mediante la demostración de la existencia de Dios, porque las ideas de los cuerpos exteriores y las de las matemáticas no nos garantizan la existencia de los objetos, sino sólo del Yo que los piensa; es menester, pues, invocar el argumento de la veracidad de Dios, que produce en nosotros esas ideas.

    Pero ante todo es preciso indagar si hay un Dios, y si es veraz. La premisa necesaria para la investigación es que la perfección objetiva de las ideas debe tener su causa en una realidad de no menor perfección formal. A la idea que poseemos del Ser perfectísimo debemos asignar una causa de igual perfección, esto es, Dios (argumento ideológico); la existencia del hombre no puede depender sino de la misma causa perfectísima que ha puesto en su pensamiento la idea de Dios y de las infinitas perfecciones que le faltan (argumento cosmológico). La idea de Dios es innata; y no podríamos tenerla si Dios no existiese verdaderamente (Meditación tercera).

    Dios no puede engañar, porque el engaño procede de alguna privación. En nosotros el error es puramente negativo; es decir, no procede de un mal que esté en nosotros, sino de un defecto de la voluntad, que, por encima del intelecto, puede dar su asentimiento a lo que no es claramente conocido. No siendo, por consiguiente, una privación querida por Dios, sino un acto libre de nuestra voluntad, el error siempre puede ser evitado (Meditación cuarta).

    La tercera prueba de la existencia de Dios es el argumento ontológico. A la esencia de Dios, que es el ser provisto de todas las perfecciones, no puede faltarle la existencia, que es una perfección; luego Dios existe. En el concepto de los demás objetos, en cambio, no está comprendida la existencia como propiedad necesaria(...) (Meditación quinta).biografiasyvidas.com

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  4. Qué pasó acá, ante estas Meditaciones de Descartes? Aparece Freud con su descubrimiento del inconsciente y viene a decir: Soy donde no pienso. Casi nada¡¡¡ Trastoca el cogito, lo invierte.

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  5. En la obra de Jacques Lacan, hay muchas referencias a la famosa frase de Descartes “Cogito ergo sum” (“Pienso, por lo tanto existo”, como se traduce habitualmente).
    Suele referirse a ella simplemente como “el cogito” y considerar que representa la filosofía completa de Descartes, además de un hito fundamental en el desarrollo del pensamiento occidental. Está claro que, en cierto sentido, el cogito —que reenvía a aquello de lo que no se puede dudar y, por lo tanto, fundamenta la existencia— concentra el concepto occidental moderno del yo, basado en la autosuficiencia y la autotransparencia de la conciencia, y la autonomía del yo. Si pienso, existo, ya que, en la medida en que pienso, estoy existiendo (no puedo dudar de eso) y me pienso como existente. (Recordemos que, en el momento solipsista del pensamiento cartesiano, esta se convierte en la única certeza posible; luego, por conveniencia, se reintroduce el concepto de divinidad. De una manera u otra, ambos resultan relacionados diferidamente.) Lacan, en verdad, no considera que ese concepto occidental moderno del yo haya sido inventado por Descartes (ni por nadie); más bien, surgió en la época en que Descartes desarrolló su pensamiento, como un emergente (siglos XVI y XVII). Y, aunque esta noción pueda parecer natural, es en realidad un constructo cultural y social reciente. Su “naturalidad” es un efecto ideológico retroactivo. Lacan afirma, por el contrario, que la experiencia psicoanalítica lleva a oponerse a cualquier filosofía que derive directamente del cogito. Ciertamente, el descubrimiento del inconsciente por parte de Freud subvierte el concepto cartesiano de la subjetividad al refutar la equivalencia “sujeto = yo = conciencia”. (Una de las principales criticas lacanianas a la psicología del yo es que esta traiciona a Freud regresando al concepto prefreudiano, “cartesiano”, de un yo autónomo.) Por otra parte, ciertas ideas de Lacan implican que el cogito contiene en sí las semillas de su propia subversión, al plantear un concepto de subjetividad que socava el concepto moderno del yo. Esto es, la existencia de un “sujeto de la ciencia”, al que se le niega todo acceso intuitivo al conocimiento y se le deja solamente la razón como camino hacia el saber. Oponiendo el sujeto al yo, Lacan va a proponer que el sujeto del cogito cartesiano es en realidad uno y el mismo sujeto del inconsciente. Entonces, el psicoanálisis puede trabajar con un método “cartesiano”: avanzar desde la duda hasta la certidumbre, pero con la vital diferencia de que no parte de un “pienso” sino de un “eso piensa”. De ahí que Lacan reescriba la frase de Descartes de varias maneras; por ejemplo: “Pienso donde no soy, por lo tanto soy donde no pienso”.psiconotas.com

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