viernes, 2 de diciembre de 2016

ENTREVISTA CON NORBERTO GÓMEZ CON MOTIVO DE SU MUESTRA

“Ya no tengo ganas de ser irónico. No tengo ganas de hablar de injusticia social. No tengo ganas de hablar de la muerte. Estoy agotado de eso”, comenta (sorprendiendo) en esta entrevista con Clarín el gran escultor Norberto Gómez, quien el martes estará inaugurando en el Museo Nacional de Bellas Artes su muestra, Norberto Gómez. Esculturas.
Auténtico como pocos, Gómez es un monstruo sagrado de la escultura argentina y mundial: junto a Juan Carlos Distéfano son dos de los artistas más respetados por mantenerse sinceros en la búsqueda de expresión. Tiene 76 años y habla sobre su próxima muestra.
Parrilla. Una obra de Norberto Gómez que golpea.
Parrilla. Una obra de Norberto Gómez que golpea.
Décadas más tarde de sus reconocidas series de “las parrillas” realizadas durante los años 70 (obras significativas que aludían a cuerpos torturados durante la Dictadura) y después de realizar su sólido grupo de esculturas sobre el poder (irónicamente críticas y por fuera de toda categoría), ahora Gómez estuvo trabajando en otra cosa: una serie de trabajos de lo más inesperado.
-¿Cómo definiría usted a estas obras nuevas, Norberto?
-No lo sé. Sólo sucedieron. Está relacionado en parte con mi estado físico (en este momento estoy imposibilitado de caminar). El físico también hace que la obra se adapte a uno. Uno busca las estrategias, los medios para seguir haciendo. Por eso, no se trata solamente de la escultura. Físicamente, se me acabó el cuerpo. Y la escultura está absolutamente relacionada con el cuerpo.
Formas. De la nueva producción de Norberto Gómez.
Formas. De la nueva producción de Norberto Gómez.
-¿La tecnología es una ayuda?
-La tecnología ayuda mucho. Si sabés utilizarla como herramienta puede ser salvadora. Yo pude hacer muchas cosas con la tecnología.
-¿Cómo intervino la tecnología en relación a esta exposición?
- Algunas de las obras que presento ahora son reconstrucciones de trabajos de los años 60. Las pude lograr gracias a que pasé fotos casi deshechas de obras viejas a 3D, en digital. Así pude reconstruir junto a mi asistente Maxi trabajos antiguos. Después, esas imágenes 3D las llevé a la madera.
Gómez se refiere a obras relacionadas con sus estructuras primarias minimalistas de los años 60. Fueron recreadas ahora en madera y pintura; estaban destruidas o desaparecidas. Pero por otro lado, el escultor presenta un conjunto de trabajos nuevos que huyen de cualquier previsión o imaginario común: sus ángulos atrapan. Sus direcciones desconciertan. 
El hombre. Norberto Gómez
El hombre. Norberto Gómez
-Las obras nuevas que presenta en el museo son de lo más raras… Son como cuando aparece una idea de manera inesperada, pero esta vez en forma de volumen.
-Se relacionan con la pureza. Las que tienen que ver con los trabajos que hice en el año 67 son como algo en tránsito: no tienen nada quieto. Mientras las hago, puedo comenzar con un cilindro, aplastarlo y luego desplazarlo (originan movimiento).
-¿De qué se hace y cómo se hace una escultura?
-En la escultura los materiales son instrumentos. Cuando uno maneja un instrumento es como si compusiera. Toda la propuesta de las obras que expongo ahora está en esto: son cuerpos, volúmenes que pueden ser frases, estar horizontales o verticales, leerse de izquierda a derecha (o viceversa), mirarse desde arriba o desde abajo. Ahí está todo. Es simple (dice Gómez, sintetizando el complejo y difícil pensamiento de un escultor). Pasa que estamos acostumbrados a observar todo de frente.
-A veces dicen que sus obras refieren a un estilo.
- Lo que hago no tiene un estilo, no es un estilo. Siempre me dicen lo mismo. Actualmente, el estilo es eso que no puede cambiarse porque el mercado no lo permite. Si se cambia, el mercado se viene abajo porque odia la creatividad libre: pasa que con la creatividad uno se sale del “estilo” y entonces quita “valor”. Pero no todos los que hacen obras tienen que vender en las librerías, ni hacer discos ni tener una galería. Eso es un problema de otro tipo.
-¿De qué tipo de problema estamos hablando?

-Ser libre no significa ser obediente. Le gente quiere entender eso pero no. Es un problema de otro tipo: comprar se compra ropa. El mercado no es un problema de un artista.
www.clarin.com-16 de octubre de 2016-Mercedes Pérez Bergliafa

1 comentario:

  1. Me parece escuchar las voces de artistas argentinos de los años sesenta, en relación a su vínculo con el mercado, también con las Bienales.
    Dice Gómez en la es-cultura, los materiales son un instrumento. Si nos remontamos en el tiempo las primeras hazañas culturales fueron el uso de instrumentos, la domesticación del fuego, la construcción de viviendas. Refiere Freud en el "Malestar en la Cultura".
    La satisfacción sustitutiva como la que ofrece el arte son ilusiones respecto de la realidad, mas no por ello menos efectivas, psiquicamente,merced al papel que la fantasía se ha conquistado en la vida anímica.
    No está dispuesto a regirse al canon dictado por el mercado y no se priva de las satisfacciones como la alegría del artista en el acto de crear; de corporizar en su obra el momento histórico y cultural que le ha tocado vivir.
    Desde las parrillas y los rostros grotescos de los años setenta, a una presentación muy actual representada por esculturas con varios relieves abstractos, en blanco.
    Johann Joachim Winckelmann consideró la blancura una característica distintiva de la escultura griega, como expresión de la pureza y del idealismo. Además, me pareció, que organiza las formas como un todo.
    El resurgimiento de su obra, pareciera una aclaración, una puntuación de su postura frente a los medios tecnológicos. Constituyen herramientas. Tiene muy claro, que el malestar siempre es vigente. A pesar de la estrategia comunicacional que parece reinar. Se habla de Redes Sociales, que quizás constituyan enreda-mientos constitutivos de un malentendido, propio del Malestar en la cultura.
    El escultor Gislebertus probablemte pasó diez años a partir de 1125 trabajando en la Iglesia de San Lázaro ( ahora catedral de Autun). Su juicio final es una afirmación magistral y terrorífica, sobre la elección a la que se enfrenta el creyente cristiano.Encuentro cierto paralelismo con su obra de los años sesenta y setenta.

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