Entrevista a DANIEL BARRETO / Artistas Festival MOD 2014

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  1. ía Fernández y su novio Roger Short, de 23 y 24 años, confían sus anhelos al Gauchito Gil. Al caer la tarde van a la avenida Corrientes y Concepción Arenal, en Chacarita.

    Allí hay un "altar" al gaucho correntino, con las infaltables banderas rojas alrededor de un viejo árbol, dos pequeñas ermitas con imágenes y ofrendas, y unos bancos, donde LA NACION dialogó con los jóvenes.

    Habían llegado en coche. En silencio habían rezado y encendido una vela cada uno. Enfrente, otros fieles habían encendido velas y dejado botellas de agua a la Difunta Correa.

    La gente venera a la intemperie al Gauchito Gil, en Corrientes y Concepción Arenal

    La devoción por estas figuras ya no es exclusiva de los más humildes y excluidos de la sociedad. Tampoco está restringida a las fronteras de los lugares donde se originaron. Ahora se ocupan de ellas las editoriales comerciales, los medios de comunicación y los artistas plásticos. Además, ganan terreno en las santerías y fiestas religiosas.

    Desde hace pocos días, las librerías tienen en venta el libro Cuerpos resplandecientes (Sudamericana), en el que María Rosa Lojo propone un acercamiento desde la imaginación literaria a diez de estos santos populares. Sus historias son, para esa escritora e investigadora del Conicet, "una faceta de la construcción del imaginario nacional" y están estrechamente vinculadas con la historia y la identidad del pueblo. Al buscar información sobre ellas, Lojo comprobó que "la dimensión religiosa convive con el pensamiento científico, es parte esencial de nuestra relación afectiva con el mundo y nutre de sentido a nuestra vida".

    Otro de los ámbitos que se dejó permear por los santos populares es el artístico. Cuadros e instalaciones sobre estas figuras integran las muestras de arteBa desde hace cinco años.

    Entre ellos, el artista Daniel Barreto llegó a los santos populares, movido por la curiosidad ante las ofrendas que dejan los fieles en los "altarcitos" (vino, cigarrillos, golosinas) y por el estilo kitsch de esas expresiones religiosas. Ahora es, a su manera, un devoto.

    "Mis ofrendas son mis cuadros", explicó Barreto a LA NACION y contó que con su colega Juan Batalla y el fotógrafo argentino Guillermo Srodek Hart, residente en EE.UU., prepara un libro sobre el Gauchito Gil. Batalla y Barreto ya tienen publicados dos textos con fotografías y obras sobre San La Muerte y territorios sagrados.

    Sergio Gravier es otro de los artistas seducidos por el Gauchito. Hace unos años hizo una instalación en Palermo Soho, en la que representó un "altar". Fue tan fiel, que los devotos del barrio le creyeron y en poco tiempo ya nadie se acordaba de que había nacido con fines artísticos y no religiosos. Esa "paradita" del Gauchito, con objetos agregados por la gente, se mantiene al borde de las vías, en Honduras al 5300, frente a la cual más de un transeúnte se persigna.

    Símbolos de fuerza

    Según el diccionario folklórico de Félix Coluccio son más de 60 los personajes de origen argentino a los que se les atribuyen poderes desde el más allá.

    "Este es un fenómeno mundial: hay una desregulación de los símbolos religiosos que dejan de pertenecer a las instituciones que los generan", dijo el investigador, y explicó que ahora "participan cada vez más de estas devociones gente de clase media".

    Sectores medios como al que pertenece Roger, que empezó a creer en el Gauchito provocado por la fe de su novia. "Tuve muchas dudas porque en la parroquia me enseñaron que no hay que adorar a falsas imágenes", contó Roger. Y tiene razón. El Catecismo de la Iglesia dice que "el honor tributado a las imágenes es una veneración respetuosa y no una adoración, que sólo corresponde a Dios".



    www.lanacion.com.ar 5 de noviembre de 2007

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