FERNAND LÉGER, MARÍA LA ACRÓBATA /MNBA
Comentario sobreMarie l´acrobate (María la acróbata)
Las imágenes circenses comenzaron a aparecer en el arte de Léger alrededor de veinte años antes que Marie l’acrobate, de 1936, impulsadas, en estilo y sustancia, por la experiencia del artista durante la Primera Guerra Mundial. A principios de su carrera, bajo la influencia de Cézanne, Léger se había embarcado en exploraciones sobre la forma que lo identificaron con el cubismo y especialmente con los artistas de la Section d’Or. Inmediatamente antes del estallido de la guerra, su obra se había desarrollado abiertamente hacia la abstracción, en experimentaciones que él llamó Contrasts of forms (1). Pero mientras estuvo en servicio, primero en el frente y luego como camillero, Léger desarrolló tanto un mayor sentido de la solidaridad con la gente que encontraba en las trincheras como una nueva valorización de la belleza subyacente en las maquinarias modernas, lo que transformó su mirada e hizo que se sintiera decidido a crear un novedoso arte relevante. Como el mismo artista evocara: “Entre [mis nuevos compañeros], descubrí al pueblo francés. Al mismo tiempo me sentí deslumbrado por la recámara de un fusil de 74 milímetros que estaba expuesta al sol: la magia de la luz sobre el metal blanco. Esto bastó para que me olvidara del arte abstracto de 1912-13” (2).
El circo fue el principal tema encarado por Léger al retomar la pintura de forma exclusiva en 1918, cuando creó siete telas para el famoso Cirque Médrano en el enclave parisino de Montmartre. Con la elección del tema, Léger celebraba el fin de las hostilidades y la reanudación de las diversiones cotidianas en tiempos de paz, aunque el circo mantendría el interés del artista a lo largo de toda su vida en su búsqueda de un vocabulario popular, ya que lo consideraba un ámbito en el cual la emoción por la performance unía a espectadores de todos los estratos sociales. En Les acrobates dans le cirque (1918, Kunstmuseum, Basilea), los acróbatas de Léger son figuras derivadas de la mecánica, cuyos miembros cilíndricos evocan la declarada fascinación del artista por la maquinaria lustrosa. Sus formas sólidas y curvilíneas están claramente definidas, pero al mismo tiempo integradas en una cacofónica composición de colores planos que se intersecan, puntuados por la lona rayada, los disfraces moteados y vistazos del público conmovido. El eje vertical que atraviesa la tela es el único elemento estable dentro del dinamismo general, donde los múltiples planos de información ofrecen un equivalente visual a la experiencia de la modernidad.
En el panorama cultural cada vez más conservador de la Francia de posguerra y su rappel à l’ordre, las formas mecánicas dislocadas de Léger cedieron cada vez más su lugar, en los años 20, a figuras de proporciones clásicas. En la década de 1930, su concepción de un arte que fuera relevante para las masas evolucionó hacia una iconografía todavía más inmediatamente legible y hacia la creación de lo que él definió como “belleza plástica” (3). Lo sustancial de la forma de Marie l’acrobate aparece por primera vez en 1933 en una obra del mismo título (colección privada) (4). Deliberadamente serena y ubicada con aplomo contra un fondo amarillo vibrante, la elegante acróbata indicaba el viraje del artista desde dispositivos pictóricos que evocaban la simultaneidad y velocidad de la modernidad hacia otros que ofrecieran alivio a su ritmo inexorable. “En esta vida acelerada y compleja que nos empuja, nos hace pedazos, debemos tener la fuerza de mantenernos desacelerados y calmos, para trabajar más allá de los elementos desequilibrantes que nos rodean, para concebir la vida en su sentido apacible y pacífico” (5). Una forma pictórica popular, en los términos del artista, debía proporcionar un respiro estético a la disonancia de la vida moderna. En su versión de 1936 de Marie l’acrobate, Léger, de modo similar, presenta una figura robusta y monumental. El brazo levantado, su pose ostensiblemente fija, su misma solidez y la firme frontalidad parecen desmentir su ocupación y las contorsiones del cuerpo con que normalmente se la asocia. En comparación con la obra anterior en la cual Léger pintó a la acróbata al lado de un aparato con balancines, aquí su figura flota serenamente contra un fondo azul, libre y despejado, excepto por dos figuras en forma de nube que suavemente redondean el espacio libre. La composición simplificada de este último trabajo refleja el interés del artista por el poder de los medios visuales contemporáneos. El aislamiento de la figura inacabada de Marie l’acrobatetraslada a la pintura el interés que Léger sentía por el close-up cinematográfico.
La consiguiente ausencia de narrativa en Marie l’acrobatetambién señala la posición del propio artista en relación con los debates que agitaban a Francia acerca del rol del arte en la sociedad y el pedido a los artistas de crear trabajos accesibles, ilustrando los heroicos temas sociales del momento.
Mientras que Léger buscaba una audiencia amplia para su obra y demostraba su interés en las técnicas populares de filmación, la fotografía y la publicidad, evitaba los temas exaltados y el estilo pseudodocumental exigido por el realismo socialista. La inocencia deliberada en la construcción anatómica de Léger en Marie l’acrobate, y los elementos abstractos de su ropa, afirman la autonomía del artista para decidir la forma de la obra. Si los críticos argumentaban que el pueblo no tenía acceso al arte moderno, en la mente de Léger la falla estaba en el orden social que les negaba el tiempo necesario para apreciar el arte: “Tiempo libre […] es el punto fundamental de esta discusión… En ningún período de la historia del mundo los obreros han tenido acceso a la belleza plástica, el motivo es que nunca han tenido el tiempo y la libertad de mente necesarios” (6).
La convicción que tenía Léger de que la educación estética era imposible sin tiempo libre alimentó su interés en ver cómo pasaba su tiempo de ocio la clase trabajadora, y Marie l’acrobate fue uno de los tantos trabajos que consecuentemente celebraron esas formas de recreación popular. Su elección del circo y sus actores como parte de una iconografía accesible también fue motivada por el deseo del artista de involucrar al público en una serie de experimentaciones formales que de otra manera hubieran tenido un atractivo mucho menor. El motivo siguió apareciendo en el trabajo de Léger tanto durante la Segunda Guerra Mundial como después, en un tiempo en que el tema del esparcimiento público ofrecía una distracción a las ansiedades generadas en el frente y luego sería precursor de un regreso a las diversiones en tiempos de paz (7). En 1948, Léger publicó una litografía con el mismo título, que copiaba en gran parte la composición de la pintura original, pero variando los arreglos de color: una acróbata enfundada en un traje azul aparecía frente a un fondo rojo vibrante, en el que se cernía una sola figura verde en forma de nube (8).Kate Kangaslahti
El circo fue el principal tema encarado por Léger al retomar la pintura de forma exclusiva en 1918, cuando creó siete telas para el famoso Cirque Médrano en el enclave parisino de Montmartre. Con la elección del tema, Léger celebraba el fin de las hostilidades y la reanudación de las diversiones cotidianas en tiempos de paz, aunque el circo mantendría el interés del artista a lo largo de toda su vida en su búsqueda de un vocabulario popular, ya que lo consideraba un ámbito en el cual la emoción por la performance unía a espectadores de todos los estratos sociales. En Les acrobates dans le cirque (1918, Kunstmuseum, Basilea), los acróbatas de Léger son figuras derivadas de la mecánica, cuyos miembros cilíndricos evocan la declarada fascinación del artista por la maquinaria lustrosa. Sus formas sólidas y curvilíneas están claramente definidas, pero al mismo tiempo integradas en una cacofónica composición de colores planos que se intersecan, puntuados por la lona rayada, los disfraces moteados y vistazos del público conmovido. El eje vertical que atraviesa la tela es el único elemento estable dentro del dinamismo general, donde los múltiples planos de información ofrecen un equivalente visual a la experiencia de la modernidad.
En el panorama cultural cada vez más conservador de la Francia de posguerra y su rappel à l’ordre, las formas mecánicas dislocadas de Léger cedieron cada vez más su lugar, en los años 20, a figuras de proporciones clásicas. En la década de 1930, su concepción de un arte que fuera relevante para las masas evolucionó hacia una iconografía todavía más inmediatamente legible y hacia la creación de lo que él definió como “belleza plástica” (3). Lo sustancial de la forma de Marie l’acrobate aparece por primera vez en 1933 en una obra del mismo título (colección privada) (4). Deliberadamente serena y ubicada con aplomo contra un fondo amarillo vibrante, la elegante acróbata indicaba el viraje del artista desde dispositivos pictóricos que evocaban la simultaneidad y velocidad de la modernidad hacia otros que ofrecieran alivio a su ritmo inexorable. “En esta vida acelerada y compleja que nos empuja, nos hace pedazos, debemos tener la fuerza de mantenernos desacelerados y calmos, para trabajar más allá de los elementos desequilibrantes que nos rodean, para concebir la vida en su sentido apacible y pacífico” (5). Una forma pictórica popular, en los términos del artista, debía proporcionar un respiro estético a la disonancia de la vida moderna. En su versión de 1936 de Marie l’acrobate, Léger, de modo similar, presenta una figura robusta y monumental. El brazo levantado, su pose ostensiblemente fija, su misma solidez y la firme frontalidad parecen desmentir su ocupación y las contorsiones del cuerpo con que normalmente se la asocia. En comparación con la obra anterior en la cual Léger pintó a la acróbata al lado de un aparato con balancines, aquí su figura flota serenamente contra un fondo azul, libre y despejado, excepto por dos figuras en forma de nube que suavemente redondean el espacio libre. La composición simplificada de este último trabajo refleja el interés del artista por el poder de los medios visuales contemporáneos. El aislamiento de la figura inacabada de Marie l’acrobatetraslada a la pintura el interés que Léger sentía por el close-up cinematográfico.
La consiguiente ausencia de narrativa en Marie l’acrobatetambién señala la posición del propio artista en relación con los debates que agitaban a Francia acerca del rol del arte en la sociedad y el pedido a los artistas de crear trabajos accesibles, ilustrando los heroicos temas sociales del momento.
Mientras que Léger buscaba una audiencia amplia para su obra y demostraba su interés en las técnicas populares de filmación, la fotografía y la publicidad, evitaba los temas exaltados y el estilo pseudodocumental exigido por el realismo socialista. La inocencia deliberada en la construcción anatómica de Léger en Marie l’acrobate, y los elementos abstractos de su ropa, afirman la autonomía del artista para decidir la forma de la obra. Si los críticos argumentaban que el pueblo no tenía acceso al arte moderno, en la mente de Léger la falla estaba en el orden social que les negaba el tiempo necesario para apreciar el arte: “Tiempo libre […] es el punto fundamental de esta discusión… En ningún período de la historia del mundo los obreros han tenido acceso a la belleza plástica, el motivo es que nunca han tenido el tiempo y la libertad de mente necesarios” (6).
La convicción que tenía Léger de que la educación estética era imposible sin tiempo libre alimentó su interés en ver cómo pasaba su tiempo de ocio la clase trabajadora, y Marie l’acrobate fue uno de los tantos trabajos que consecuentemente celebraron esas formas de recreación popular. Su elección del circo y sus actores como parte de una iconografía accesible también fue motivada por el deseo del artista de involucrar al público en una serie de experimentaciones formales que de otra manera hubieran tenido un atractivo mucho menor. El motivo siguió apareciendo en el trabajo de Léger tanto durante la Segunda Guerra Mundial como después, en un tiempo en que el tema del esparcimiento público ofrecía una distracción a las ansiedades generadas en el frente y luego sería precursor de un regreso a las diversiones en tiempos de paz (7). En 1948, Léger publicó una litografía con el mismo título, que copiaba en gran parte la composición de la pintura original, pero variando los arreglos de color: una acróbata enfundada en un traje azul aparecía frente a un fondo rojo vibrante, en el que se cernía una sola figura verde en forma de nube (8).Kate Kangaslahti
A pesar de que el cubismo fue creado por Picasso y Braque, no sería una vanguardia exclusiva de ellos. En 1909 Fernand Léger (1881-1955) había comenzado a extraer del estudio de Cezanne lecciones similares a las suyas y Jean Metzinger (1883-1956), en 1910, se incluyó en la tendencia. Es a partir de 1911 cuando el cubismo se hace público en el Salón de los Independientes, primera exposición de obras cubistas, donde no participan Picasso ni Braque. En esa ocasión mostraron sus obras artistas seguidores del cubismo muy diferentes en sus planteamientos: Albert Gleizes (1881-1953), Juan Gris, Robert Delaunay (1885-1941), Henri Le Fauconnier (1881-1946), Roger de La Fresnaye (18851925), Jean Metzinger, Fernand Léger, Andre Lhote (1885-1962), Georges Valmier (1885-1937), entre otros.
ResponderEliminarMás adelante, se les unieron Francis Picabia (1879-1953), Frantisek Kupka (1871-1957), y los hermanos Duchamp-Villon ,Gaston (1875-1963), Raymond (1876-1918) y Marcel (1887-1968); igualmente un gran número de críticos y poetas que se reunían para discutir sobre arte en la casa de Villon en Puteaux. Todos ellos se agruparon y crearon el Grupo de Puteaux, el cual reaccionó contra el cubismo de Braque y Picasso por considerarlo estático y formalista. Son más bien partidarios de una pintura a la que se le devuelva la vitalidad a través de la aplicación del color.
En 1912 se lleva a cabo la célebre exposición de la Sección de Oro, en la Galerie de la Boetie de París, con la finalidad de mostrar la imagen global del movimiento y su evolución de los últimos tres años, la cual probaría que no había ya uno sino múltiples cubismos. De todos los pintores mencionados, Juan Gris fue el único que se mantuvo fiel a los descubrimientos de Picasso y Braque, siendo capaz de profundizar en ellos. Las obras de los otros artistas eran En este blog, el 2 de mayo de 2011