miércoles, 7 de enero de 2015

ESTETICISMO/ MOVIMIENTO QUE DERIVARÁ EN EL SIMBOLISMO

Muchacha dormida, 1875, en la Tate Britain, Londres/ ALBERT MOORE (1841-1893)

Esta pintura esteticista  se caracteriza por las sutiles armonías de color y la atención prestada a los ropajes.
La mezcla de elementos clásicos con los abanicos japoneses denota el artificio del estudio del artista más que aludir al pasado clásico. La insinuación erótica de la desnudez bajo la tela equipara a la muchacha dormida con las flores en el jarrón en primer plano, pues presenta a ambas como hermosos objetos ofrecidos a la contemplación del espectador
La insistencia esteticista fue la independencia del arte respecto a la vida con desdén por la burguesía.
Los artistas y escritores enmarcados en este movimiento tuvieron una influencia perdurable en el arte del siglo XX.
Aunque en principio se trató de un movimiento literario  liderado por Oscar Wilde o Joris Karl Huysmans, pronto el esteticismo encontró adeptos entre pintores y creadores deseosos de liberar el arte de cualquier propósito moral, político o social.
El esteticismo se caracteriza por el interés en el arte japonés, el énfasis en el artificio. Como expresa Wilde: "Cuando más estudiamos el arte menos nos interesa la naturaleza". La naturaleza bruta no puede producir belleza: ha de intervenir el arte que crea, allí donde no había más que desorden.
Llega a la constatación de que una experiencia es tanto más valiosa cuanto más artificiosa.
Le preguntan a Wilde si cierto libro le parecía inmoral respondió "Es peor que inmoral. Está mal escrito"
Recuerdo otra anécdota de Wilde que me pareció genial. Ante la pregunta de la portera de su edificio,  por su trabajo  le responde. "Hoy he puesto una coma". Al día siguiente, ante la misma pregunta responde. "Pues hoy, he sacado la coma".
Se menciona entre los pintores esteticista: Edward Burne-Jones(1833-1898); Albert Moore (1841-1893); Gustave Moreau /1826-1898); Odile Redon (1840-1916); James Abbott Mc Neill Whistler(1834-1903).
Mármoles de Elgin

5 comentarios:

  1. En "La niña desnuda", los pliegues del vestido ponen de relieve la fascinación de Moore por la escultura clásica, un interés que nació de una visita a Roma en 1862-1863 y de las muchas horas que pasó estudiando los Mármoles de Elgin en el Museo Británico.
    La pintura incluye muchos elementos admirados por los esteticistas , las telas clásicas, el jarrón y el abanico del Lejano Oriente, la alfombra de piel de animal exótico, el cojín con un peculiar estampado bohemio y la flor detrás de la oreja.
    La forma en que la cabeza de la niña está rodeada por su brazo, perfectamente formado y posicionado, y la elegante forma de S invertida de su cuerpo contribuyen a convertir la figura de la niña en un elemento de diseño.
    Las flores pintadas con gran precisión, son más que un elemento decorativo. Permiten introducir toques de color más luminosos, y centrar la atención en la armonía cromática, serena y fría que crea.
    El color de las flores del coincide con el de la flor que lleva la niña detrás de la oreja Dan unidad a la composición.
    Moore nació en York, Inglaterra. Su padre era artista y le infundió su amor por el arte. Formó un grupo de dibujo con oros artistas. Al principio produjo paisajes en el estilo prerrafaelista.
    Tras su viaje roma se interesó por la escultura clásica. Produjo muchas obras de niñas dormidas. Tuvo un fugaz paso por la Royal Academy, pero la abandonó pocos meses después. Ante una obra suya muy similar llamada "Pensamientos" 1875 obra de arte que John Ruskin describió como consumadamente artística.
    Fuente: ARTE Toda la Historia, Stephen Farthing

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  2. Los Mármoles de Elgin es el nombre con que se conoce en Inglaterra una extensa colección de mármoles procedentes del Partenón de Atenas.

    La colección llegó a Gran Bretaña entre 1801 y 1805 de manos de Thomas Bruce, conde de Elgin, un oficial británico residente en la Atenas bajo dominación otomana, quien ordenó que se retiraran estas piezas del Partenón. Desde 1939, los mármoles se exponen en una sala habilitada especialmente dentro del Museo Británico de Londres.

    Índice [ocultar]
    1 Contenido de la colección
    2 Polémica sobre su ubicación
    3 Véase también
    4 Enlaces externos
    Contenido de la colección[editar]
    En total, la colección representa más de la mitad de las esculturas decorativas del Partenón: 75 metros de los casi 160 que tenía el friso original; 15 de las 92 metopas; 17 figuras parciales de los pedimentos así como otras piezas de arquitectura.

    Las adquisiciones de Elgin incluían también piezas de otros edificios de la Acrópolis ateniense: el Erecteión, reducido a ruinas durante la guerra de independencia de Grecia (1821–1823), los Propileos y el Templo de Atenea Niké.


    Detalle del friso.
    Los mármoles de Elgin incluyen, por tanto, algunas estatuas procedentes de los pedimentos, las metopas que describen enfrentamientos entre lapitas y centauros, así como el friso del Partenón que decoraba la parte interior del templo.

    En la actualidad, aproximadamente dos terceras partes del friso están en Londres y el resto permanece en Atenas y disperso en otros museos. El friso se cree que representa la procesión de las panateneas, una procesión en la que participaban todo el pueblo de Atenas para llevar a la diosa Atenea un peplo de lana recién tejido. Es en recuerdo a épocas antiguas en las que las esculturas de los dioses llevaban ropajes reales en lugar de estar tallados.

    La procesión del friso termina al este del Partenón y representa a los dioses griegos sentados a cada lado del templo con sus sirvientes en el centro. Esta sección del friso está aún en restauración, trabajo que comparten Londres y Atenas.

    Polémica sobre su ubicación[editar]
    Lord Elgin no fue el primero, ni el último, en dispersar elementos históricos de sus localizaciones originales. El Museo Británico posee también otros fragmentos de esculturas del Partenón adquiridas de otras colecciones y que no están relacionados con Elgin.

    Existe un profundo debate sobre lo que se tenía que haber hecho con los mármoles. Si bien el motivo de Elgin era protegerlos de un ambiente contaminado, mucha gente, especialmente el gobierno griego, considera que se deberían devolver a Atenas para exponerse en el Museo de la Acrópolis. El Museo Británico sigue defendiendo su derecho a conservar y exponer los mármoles. La posición griega hace referencia a la integridad del monumento, ya que los mármoles no son piezas independientes sino que fueron arrancadas, desmembradas de un único monumento.es.wikipedia.org

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  3. Réquiem por la naturaleza
    Joris-Karl Huysmans
    Al revés, 1884

    El tiempo de la naturaleza ha pasado.
    Ya he agotado la paciencia de los
    espíritus refinados con la empalagosa
    monotonía de sus paisajes y de sus cielos.

    Desinterés por la naturaleza
    Oscar Wilde
    La decadencia de la mentira, 1889
    Mi experiencia es que cuando más estudiamos el arte
    menos nos interesa
    la naturaleza. Lo que el arte nos revela
    realmente es la ausencia de un diseño
    en la naturaleza, su curiosa falta
    de refinamiento, su extraordinaria
    monotonía, su absoluta condición
    de cosa no acabada.
    Umberto Eco, Historia de la Belleza

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  4. Redon en la abadía de Fontfroide

    Abbaye de Fontfroide
    © Henri Gaud
    Fue durante el otoño de 1908 que Redon descubre por primera vez la abadía de Fontfroide, situada al pie de las Corbières, a unos diez kilómetros de Narbona. Le había invitado el propietario, su amigo Gustave Fayet (1865-1925), un pintor oriundo del sur de Francia que cultiva sus tierras vitícolas y colecciona obras de artistas de su época, en particular de Gauguin y de Odilon Redon.

    Fayet adquirió en 1908 la abadía cisterciense de Fontfroide , fundada al final del siglo XI y dejada al abandono desde 1901. Junto con su esposa Madeleine, emprende grandes obras de restauración y decoraciones, acudiendo a Redon en 1910 para realizar paneles destinados al antiguo dormitorio común de los monjes, transformado en biblioteca.

    El color y la decoración
    Desde comienzos de los años 1890, el arte de Redon ha cambiado radicalmente. Ha abandonado la litografía y el carboncillo de sus famosos Negros para dibujar pasteles y pintar cuadros con colores resplandecientes.

    pintura
    Odilon Redon
    Margaritas
    © RMN-Grand Palais (Musée d'Orsay) / Hervé Lewandowski
    No es nada sorprendente que esta evolución le conduzca al final hacia el arte decorativo, tanto esta cuestión atravesó todo el final del siglo XIX. Redon es de la misma generación que los impresionistas. Ya en 1876, Monet decoraba el castillo de su amigo Ernest Hoschedé, mientras que Renoir nunca dejó de pensar en "decoración" y "alegría en los muros vacíos". Además, Redon es un admirador de Puvis de Chavannes. También está muy cerca de los jóvenes pintores Nabis, para quienes el arte debe entrar en la vida cotidiana. Convergen en ello con la fórmula del escritor y crítico Albert Aurier: "No existen cuadros, solo existen decoraciones".

    Fue gracias a un primer encargo que Redon aborda las grandes superficies en 1900-1901, realizando cerca de quince paneles para el castillo que el barón Robert de Domecy acaba de construir en el Yonne. En dicha ocasión, escribe a su amigo Albert Bonger "Cubro los muros de un comedor de flores, flores de sueño, de la fauna imaginaria; todo ello mediante grandes paneles, tratados con un poco de todo, temple, aoline (sic), óleo, pastel, con el que incluso llego a tener un buen resultado actualmente, un pastel gigante."
    En 1902, diseña la decoración del salón de música de la mansión parisina de la viuda del compositor Ernest Chausson, y luego, en 1908, la manufactura de Gobelins le encarga cartones de tapicería. Pero la biblioteca de Fontfroide será la gran realización de Redon, en materia de decoración.

    Bajo las bóvedas de Fontfroide


    Ricardo Viñes
    Gustave Fayet en la biblioteca de la abadía de Fontfroide
    © Famille Fayet
    Redon tiene total libertad para elegir el tema. Regresa a París y empieza la realización del primero de los grandes paneles, El Día, del que acude para supervisar la instalación al final del verano de 1910, antes de empezar in situ, el segundo panel, La Noche. En una carta a Bonger, describe la atmósfera en la que se desarrollan estos trabajos: "Le escribo bajo la bóveda de la gran sala que estoy decorando, en el viejo claustro. Me he traído el trabajo para continuarlo aquí.El Negro en una superficie grande es terrible. No hay que abusar de él, ya lo veo. Eso no se sabe, solo se aprende a lo largo de una ejecución. Es la primera vez que me atormento delante de semejante superficie […]. Llevo la cosa, rodeado de una sociedad de invitados muy animados, joviales, bajo el alegre y luminoso sol del Mediodía. Bella región, no muy lejos de aquella que representó Cézanne, y también Van Gogh. La veo con otros ojos, naturalmente".


    Biblioteca dell'abbazia di Fontfroide - Il Giorno
    © Henri Gaud




    musee-orsay.fr

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  5. El Día, La Noche, El Silencio
    Tanto en su oposición temática, como en los temas representados, ambos paneles pueden ser percibidos como una síntesis del arte de Redon. El amarillo brillante que domina El Día, la exuberancia de las flores que invaden las partes laterales, son características del Redon del segundo periodo, el que se apasiona por el color.

    Biblioteca dell'abbazia di Fontfroide - Il Giorno
    © Henri Gaud
    El motivo de la cuadriga, homenaje a Delacroix y a su decoración del techo de la galería de Apolo del Louvre, también forma parte de aquellos que reencontramos con frecuencia en los cuadros del final de la carrera del artista.

    En cuanto a La Noche, resucita formas a menudo presentes en los Negros de los años 1870-1880: ángel caído, cabezas aladas, mujeres con velo… Pero estas visiones parecen más suaves, menos inquietantes que las criaturas de antaño. A los rostros sonrientes o apaciguados, Redon ha dado los rasgos de los habitantes de Fontfroide y de sus amigos: ambas mujeres con velo son Madeleine Fayet y su hija Simone, en los fuegos fatuos que alborotan a la derecha del árbol, reconocemos los perfiles de Camille Redon, de Gustave Fayet y de sus dos hijos, Léon y Antoine…
    También están presentes muchos músicos, el compositor Déodat de Séverac, el pianista Ricardo Viñes o Robert Schumann, lo que recuerda la influencia esencial de la música en Redon, el que afirmaba: "la música es un arte nocturno, el arte del sueño".


    Biblioteca de la abadía de Fontfroide - La Noche
    © Henri Gaud
    Pero que se trate del Día o de La Noche, de la época de los Negros o del periodo coloreado, una misma constante une toda la obra de Redon: el carácter misterioso y onírico de sus creaciones. Esta atmósfera está en perfecta adecuación con el contenido de la biblioteca de la abadía de Fontfroide que rebosa de obras que tratan de ocultismo y de esoterismo, ámbitos que apasionan a los intelectuales franceses de finales del siglo XIX.

    Como un último guiño a las obsesiones de Redon y a las características del lugar, el último panel, por debajo del que pasamos al salir de la biblioteca, representa a un misterioso personaje de rostro sombrío que pone su dedo índice sobre sus labios, en medio de halos dorados. Titulada El Silencio, esta obra parece invitar al espectador a la calma y a la serenidad, propias de una biblioteca y de una abadía, aunque guardando el secreto del mundo ambiguo e indefinido de los sueños.
    musee-orsay.fr

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