JACQUES-LOUIS DAVID "LA MUERTE DE MARAT", 1793, BRUSELAS, MUSEOS REALES DE BELLAS ARTES

La pluma de Marat y el cuchillo de Corday

Sandra Mª Cerro/Perfiles de la Historia                             
Resulta inquietante contemplar el cuadro sobre la muerte de Jean Paul Maratque pintó su amigo y artista Jacques-Louis David. El cadáver del controvertido periodista francés revolucionario, descansa dentro de una bañera, con la cabeza envuelta en paños y el brazo colgando con una pluma en la mano.
La muerte de Marat (La Mort de Marat) pintura de estilo neoclásico, obra de Jacques-Louis David, amigo del popular activista. Es esta una de las imágenes más famosas de la Revolución francesa sobre el crimen del jacobino indefenso a manos de la girondina Charlotte Corday.

“Las revoluciones empiezan por la palabra y terminan por la espada”(J.P Marat)


La humillación por una muerte digamos, “poco digna”, en la intimidad y en una posición indefensa, reflejada en ese cándido rostro vuelto al espectador, la austeridad de la sala, la sábana remendada, el sencillo cajón de madera, y el billete con una nota sobre el mismo donde dice; “Entréguese este billete a la viuda con cinco hijos cuyo esposo murió por defender a la patria”, no son más que un alarde propagandístico de heroísmo y de símbolo de “amigo del pueblo” con que el artista quiso honrar a su amigo muerto.
arquehistoria.com

Comentarios

  1. Materiales y técnica: Pintura al óleo sobre tela, lienzo. 1'65x 1'28 m.2
    Valoración estilística: El estilo es el del "Clasicismo revolucionario". David combina la habilidad para la estilización y la simplificación que su educación clásica le había enseñado. Se ha fijado una impresión directa y convincente con la más simple de las formas y un mínimo de medios. La sección superior del cuadro se ha dejado impresionantemente vacía, método que David había aprendido estudiando a Caravaggio o a su escuela. El espacio en que tiene lugar la acción se indica de manera concisa y con absoluta sinceridad. Un gran bloque o cajón de madera con la lacónica inscripción "A MARAT/DAVID/se l'an deux" adelanta hacia el marco del cuadro; detrás en segundo y último plano, se extiende la bañera de color pardo grisáceo, tres cuartos de la cual están cubiertos por un tablero de madera. La cabeza y los hombros de la víctima sobresalen de la larga y estrecha caja. El pecho, con una minúscula herida, está en sombra. La cabeza de Marat está inclinada hacia atrás por la agonía de la muerte, envuelta en una especie de turbante blanco grisáceo. Debajo de éste emerge el rosto entre luz y sombra, los ojos cerrados, la boca angustiada pero con una leve sonrisa; tiene una fuerza plástica extraordinaria; es también infinitamente conmovedor. Una sencillez tan grandiosa está conseguida tan sólo mediante una composición magistral. Los tonos grises, pardos y verde petróleo aplicados en planos lisos son igualmente sencillos; su austeridad y su calculada posición procede del caravaggismo. Y es precisamente mediante estos valores delicadísimos y con moderados contrastes de luz y sombra, como se consigue una impresión pictórica y llena de color, a pesar de la ejecución contenida. La composión está también muy estructurada, lograda con unas líneas geométricas simples, con una sobriedad y desnudez huérfana de todo elemento accesorio, enfatizando así rigurosa y magistralmente la claridad visual.3
    Esta obra de David se caracteriza formalmente por el disgusto ante el ornamento innecesario y el deseo de simplicidad, claridad y gravedad4. El artista creó una figura puramente ideal empleando solamente el material que le permitía realizar su idea.5 La definición del lugar, tan precisa en primer plano, va perdiendo su precisión a medida que se va más allá: más de la mitad del cuadro está vacía, es un fondo abstracto... El borde de la bañera, la mitad está cubierta por una tela verde y la otra mitad por una sábana blanca. El espacio queda definido por la sobria, casi esquemática, contraposición entre horizontales y verticales. En esa zona exigua, zona intermedia, muere Marat6. Testimonio mudo e inamovible son los objetos. La bañera en la que estaba introducido... una caja de madera sin barnizar hace de mesa... encima de la caja hay una asignación económica. Abajo, en el primer plano, aparecen el cuchillo y la pluma. En la parte superior podemos ver dos escritos distintos. No hay ninguna idealización formal: el lado de la mesa escritorio, que fija el plano límite del cuadro, es un eje en el que se ven, con la alucinante evidencia de un trompe-l'oeil, las vetas de la madera, los nudos, los agujeros de los clavos; en el papel se pueden leer las palabras escritas y la fecha. No existe aquí ese gusto por lo narrativo que David plasma en el resto de sus obras.
    En el cuadro hay un decidido contraste entre sombra y luz, pero no hay ninguna fuente de luz que justifique ese contraste como algo natural. La luz es simbólica. La firmeza y la frialdad del contraste entre luz y sombra da al cuadro una tonalidad uniforme, lívida y apagada, cuyos extremos son la sábana blanca y la tela oscura. En medio de este colorido tan bajo destacan, sobrecogedoras, unas cuantas gotas de sangre sobre la sábana. (...)...www.uv.es

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  2. Interpretación iconográfica: David adoptó la tarea increiblemente difícil de convertir un terrible crimen en arte eterno. Jean- Paul Marat, un jacobino obsesivamente comprometido, sufría una enfermedad de la piel que le obligaba a realizar la mayor parte de su trabajo político en las sedantes aguas de su bañera. El 13 de julio de 1.793, Charlotte Corday, una partidaria de sus enemigos políticos, los girondinos, consiguió entrar en su casa y matarle con un cuchillo de carnicero.8 El asesinato de Marat tuvo lugar en el segundo año dei nuevo calendario francés que como el nuevo arte de David, habría de inagurar una nueva época en el mundo occidental9.
    En este lienzo de "mártir" retrata la tragedia del patriota -y en época posterior de su vida, David, todavía consideraba a Marat como tal- que, en el momento crítico del cumplimiento de sus deberes patrióticos cae víctima del puñal. David no retrata el asesinato real de Marat por Charlotte Corday. Según su propia declaración, nos muestra a Marat tal como lo había visto el día anterior a su muerte, cuando a petición del Club de los Jacobinos, había ido a visitar al enfermo. "Le encontré en una postura extraña. Tenía junto a sí un bloque de madera sobre el que había papel y tinta. Con la mano fuera de la bañera escribía sus últimos pensamientos en bien del pueblo... Pensé que sería interesante representarle en la actitud en que le había encontrado"10. Presenta a Marat muerto: se trata de una oración fúnebre dura y seca. No comenta el hecho se limita a presentarlo, a reproducir ese testimonio mudo e inamovible que son los objetos. Estos cuentan la infamia del delito y la virtud del asesinato. La bañera en que estaba metido para aliviar sus dolores y en el que escribía sus mensajes al pueblo habla de la virtud del tribuno que trata de dominar el sufrimiento para cumplir su deber11.
    El rústico cajón de madera no sólo establece, como el cubo del primer plano del Belisario, un módulo geométrico solemne y abstracto ante una imagen ideal, sino que también se transforma en una lápida funeraria, sobre la cual está inscrito: A MARAT, DAVID. L’AN DEUX, en unas sencillas letras romanas. Es una dedicatoria personal del artista a su amigo así como una especie de monumento funerario público12. La caja de madera sin barnizar expresa la pobreza, la integridad del político. Encima de la caja hay una asignación económica que, aunque escasa, va a mandar a una mujer que tiene el marido en la guerra y no puede dar comida a sus hijos. Abajo, en primer plano, aparece el cuchillo y la pluma; el arma asesina y el arma del tribuno. En la parte superior podemos ver dos escritos completamente distintos: la orden de entregar la "asignación" a esa ciudadana tan necesitada -la bondad de la víctima- y el falso suplicatorio de la carta de la reacción -la traición de la bondad-13. La definición del lugar tan precisa en primer plano, va perdiendo precisión a medida que se va más allá: más de la mitad del cuadro está vacia, es un fondo abstracto, carente de indicios de vida. De la presencia tangible de las cosas se pasa a la ausencia más desoladora; de la realidad, a la nada; del ser, al no ser. El borde de la bañera, la mitad cubierta por una sábana blanca, es la línea que separa las dos zonas: la de las cosas y la de la nada. David no describe la violencia del asesinato, ni el esfuerzo de la agonía, ni la angustia de la muerte, sino, como filósofo que es, el tránsito del ser a la nada14.
    Marat ayudaba a la viuda y en el momento en que esta lo iba a matar, Marat escribía una carta donde todas las deudas quedaban zanjadas. Le interesaba demostrar la bondad de corazón de Marat. También exaltar su soledad personal, él era capaz de vivir como ciudadano. David plasma a Marat como víctima humana. No hay figuras secundarias que enmarquen la escena ni apunten la moraleja. El hecho desnudo de la muerte domina la obra..,(...). www.uv.es

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