domingo, 15 de mayo de 2016

IRENE CRUZ- SIEBER GEIST (QUERIDO FANTASMA)

EXPOSICIONES EN PONTEVEDRA

Irene Cruz - Lieber Geist (Querido fantasma)

1 voto
Irene Cruz - Lieber Geist (Querido fantasma)
Irene Cruz - Lieber Geist (Querido fantasma)

Lab_In

Rúa de Luis Taboada, 27 36201 - Vigo
Web oficial
del 13 de Mayo al 25 de Junio de 2016
Horario: 19:00 - 20:00
La galería y centro de producción digital Lab_in (Luis Taboada 27, Vigo) presenta en exclusiva la nueva serie inédita de la fotógrafa Irene Cruz.

Irene Cruz (Madrid, 1987) icono de la nueva fotografía conceptual. A pesar de su juventud ha desarrollado una carrera meteórica: Primer Premio en el II Concurso Fotográfico IBERDROLA, Primer Premio en International Best Videoart of the Year o seleccionada por el CEART para PHOTOESPAÑA 2016. Con más de 200 exposiciones tiene obra en las colecciones más importantes como la Fundación Banco Santander o la Fundación AENA . Vive y trabaja en Berlín.

LA EXPOSICIÓN
Lieber Geist (Querido fantasma) es la última serie de la artista que se formaliza en 16 fotografías de gran formato además de un pase videográfico montado en loop de sus mejores vídeos.

La serie explora el mundo del doble, de lo siniestro y lo espectral mediante figuras humanas desnudas y en movimento en escenarios naturales. La universalidad y el conflicto del tema tratado: la (in)tangibilidad de la vida espiritual, hace que sus instantáneas se revelen como fotografías de almas evocando cuestiones metafísicas.

Su fotografía explora los espacios intermedios entre el movimiento o la quietud, el día o la noche, el sueño o la vigilia manteniendo ciertas constantes que vertebran su trayectoria artística: la naturaleza, la figura sin rostro, el movimiento y un cierto tono de siniestra poética que destiñe sus acabados en unos, ya característicos, tonos azules.

A nivel estético son fotografías de gran belleza e intemporalidad. Encuadres perfectos, composiciones armoniosas y un cuidadísimo uso de la luz que retrata retrata siempre a la "hora azul", ese momento entre el día y la noche que aporta ese tono azulado a sus trabajos.

Lab_in presenta en exclusiva esta serie inédita de nueva producción que se moverá a lo largo de 2016 y 2017 por diferentes eventos y ferias internacionales.

TEXTO
Irene Cruz vuelve con una nueva serie en la que se transmuta en diversas almas perdidas, en una búsqueda solitaria de preguntas y respuestas que se arremolinan y confunden entre las hojas de un bosque cualquiera y atemporal. Todo en esta serie está caído, todo es un salto al abismo desde una realidad. Los pies descalzos de cada personaje pisan un suelo que no corresponde a su hábitat, como si la misma tierra les expulsara, tal y como ya lo hicieron los cuerpos que una vez albergaron en un contexto ya vivido. Así mismo, las imágenes transmiten una sensación de persecución, como si los seres que viven en ellas huyeran de algo, como si buscaran un refugio del reflejo de lo que fueron. Las hojas fueron arrojadas de los árboles en una especie de otoño que rememora un purgatorio, una sala de espera donde la pérdida es tan sólo un
interrogante, donde el abandono es sólo una etapa de aprendizaje cuyo único fin es superar y comprender el dolor. En estas imágenes existe un estado latente de aire contenido que revela la desolación de unas manos invisibles. Son estos mismos dedos los que intentan tantear, desde su mundo, el recuerdo inasible de una etapa feliz, es justamente esta felicidad la que se filtra en cada foto como un rayo deshecho, rayos que
a su vez forman parte de la iluminación de cada escena, como dos focos que destilan luz desde muy lejos.
(Texto: Leila Amat) ocio.farodevigo.com

4 comentarios:

  1. El autor literario puede también crear un universo que, menos fantástico que el de los cuentos tradicionales, se separe del universo real por la aceptación de unos seres espirituales superiores, demonios o espíritus de difuntos. En tal caso, todo lo ominoso que habría adherido a estas figuras se disipa, en tanto constituyen las premisas de es la realidad poética. Las ánimas en el Infierno de Dante o las apariciones de espectros en Hamlet, Macbeth, Julio Cesar, de Shakespeare, pueden ser harto sombrías y terroríficas, pero en el fondo son tan poco ominosas como el festivo universo de los dioses homéricos. Adecuamos nuestro juicio a las condiciones de esa realidad forjada por el autor y tratamos a ánimas, espíritus y espectros como si fueran existencias de pleno derecho, como nosotros mismos lo somos dentro de la realidad material. También en este caso está ausente la ominosidad.
    La situación es diversa cuando el autor se sitúa en apariencia en el terreno de la realidad cotidiana. Entonces acepta todas las condiciones para la génesis del sentimiento ominoso válidas en el vivenciar, y todo cuanto en la vida provoca ese efecto lo produce asimismo en la creación literaria. Pero también en este caso puede el autor acrecentar y multiplicar lo ominoso mucho más allá de lo que es posible en el vivenciar, haciendo que ocurran cosas que no se experimentarían -o sólo muy raramente- en la realidad efectiva. En alguna medida nos descubre entonces en nuestras supersticiones, que creíamos superadas; nos engaña, pues habiéndonos prometido la realidad cotidiana se sale de ella. Reaccionamos ante sus ficciones como lo hubiéramos hecho ante unas vivencias propias; cuando reparamos en el engaño ya es demasiado tarde, ya el autor ha logrado su propósito, pero me veo precisado a sostener que no ha alcanzado un efecto puro. Permanece en nosotros un sentimiento de insatisfacción, una suerte de inquina por el espejismo intentado, como yo mismo lo he registrado con particular nitidez tras la lectura del cuento de Schnitzler «La profecía» y parecidas producciones que coquetean con lo milagroso. Empero, el escritor dispone de otro recurso mediante el cual puede sustraerse de esta rebelión nuestra y al mismo tiempo mejorar las condiciones para el logro de sus propósitos. Consiste en ocultarnos largo tiempo las premisas que en verdad ha escogido para el mundo supuesto por él, o en ir dejando para el final, con habilidad y astucia, ese esclarecimiento decisivo. Pero, en general, se confirma lo antes dicho: que la ficción abre al sentimiento ominoso nuevas posibilidades, que faltan en el vivenciar.
    Todas estas variantes sólo se refieren en sentido estricto a lo ominoso que nace de lo superado. Lo ominoso generado desde complejos reprimidos es más resistente, sigue siendo tan ominoso en la creación literaria -si prescindimos de una condición- como en el vivenciar. Lo otro ominoso, que viene de lo superado, muestra ese carácter en el vivenciar y en la creación literaria que se sitúa en el terreno de la realidad material, pero puede perder parte de su efecto en las realidades ficticias creadas por el escritor.
    *
    En este blog el 8 de agosto de 2011. Párrafo de Lo Ominoso, texto de Freud de 1919.

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  2. Sergio Rocchietti, en este blog el 26 de junio de 2013.
    > Una ruptura de la realidad provocada por distorsión de los escenarios visuales que nos proveen la coordinación equilibrada de realidad y fantasma.
    Cuando vivimos en nuestra realidad, cuando la surcamos sin sobresaltos, estamos en una realidad equilibrada y coordinada entre espacios exteriores (realidad) y espacios interiores (fantasma). Utilizamos esta distinción clásica para mostrar una "realidad normal", la del principio de realidad freudiano, que está perfectamente ensamblada en sus lugares de ajuste y acoplamiento.
    Por supuesto que seguimos afirmando que lo siniestro aparece en una de las grietas de la ruptura de la realidad pero hay otras grietas y hay otras rupturas. Y ni que hablar de la realidad. No la establecemos nosotros. Ya está establecida y uno la acepta o no. Los modos de aceptar la realidad, de participar de ella, de intervenir en ella no nos atañen.
    Volvemos a establecer: Lo siniestro aparece en las grietas de la realidad cuando ésta se rompe siguiendo o consiguiendo condiciones en su ruptura.
    Freud, estableció el criterio de lo ominoso, basándose, en el creador literario, que nos introduce en una realidad fantástica.
    En este caso se trata de la fotografía, el pictorialismo lo llamaría. Se trata de mirar, hombres y mujeres en un bosque, diría en el bosque del fantasma de la creadora, en este caso. Como partícipes de este mundo iremos despejando la selva de nuestros fantasmas.
    Desafío muy comprometido para cada quien.

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  3. Se refiere a la experiencia en la práctica analítica diciendo que el analizante habla de su síntoma para lamentarse, en cambio busca consuelo en el fantasma del que no habla, ya que la vergüenza lo hace permanecer inconfesable.

    El síntoma es enigma, "opacidad subjetiva" a descifrar (a diferencia de "la opacidad del síntoma" presente en el título de nuestras próximas jornadas donde ya no hay nada a descifrar…) y el fantasma fundamental no es objeto de interpretación sino de construcción. Se trata de pasar de la selva fantasmática a su formalización con la posibilidad que, al final, el sujeto cambie su relación con él.

    Hay un residuo de la operación analítica sobre el fantasma al que llama cara "real" del fantasma, "fantasma reducido" (como podemos leer en la p. 31 de "Síntoma y Fantasma"), inmodificable, "escritura de la fijación del sujeto por un objeto especial".

    Nos presenta ese "a", como producto del discurso analítico, coincidente con la caída del Otro, es lo reducido, lo inmodificable (términos con los que solemos aludir también al síntoma).

    Podemos ver la implicación del fantasma en el síntoma, cosa que ya es notable en el grafo entre s(A) -lugar del síntoma- y $ <> a -lugar del fantasma.
    El fantasma es una pequeña historia que se rodea de silencio, ´resenta dificultades para su confesión, guarda un goce encapsulado, inaceptable.
    Lacan, Habla en su texto "La tercera" de "reventar el síntoma" y Miller propone "reventar el fantasma".
    En este fotos se ha visto algo que no debía se visto. Se ha visto algo de lo que nada debo decir.
    En estas fotos he visto algo que me cuesta decir. No he visto nada.
    Referencia: virtualia.eol.org

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  4. (...)Hace 35 años o más, pasé unos días en Murre (Suiza) y estaba experimentando con placas. Me interesaban las nubes y su relación con el resto del mundo, las nubes por sí mismas, y las que eran difíciles de fotografiar, casi imposible. Desde entonces, las nubes han estado en mi mente, a veces de una forma muy poderosa y siempre supe que continuaría ese experimento hecho hace 35 años. Siempre observaba las nubes. Las estudiaba. Tuve oportunidades extraordinarias aquí mismo en esa ladera. Lo que dijo Frank me molestó y también lo que dijo mi cuñado. Estaba en pleno misticismo de mi verano fotográfico, intentando sumar a todo lo que sabía, al trabajo que había hecho. Siempre evolucionando -profundizando cada vez más en la vida- en la fotografía.

    Mi madre estaba muriendo. Nuestra finca se hacía pedazos. Al viejo caballo de 37 años lo había mantenido vivo el cochero de 70. Me llenaba el sentimiento del ahora: todo a mi alrededor se desmoronaba, despacio pero infalible: los castaños estaban muriendo, todos los castaños del país llevaban años muriendo, los pinos también estaban sentenciados, enfermos. Y yo, pobre pero trabajando. El mundo era un absoluto desastre, el ser humano se había convertido en un bicho raro, no tan digno como nuestro gigante castaño de la colina.

    Alfred Stieglitz Equivalents
    Alfred Stieglitz. Equivalents
    Así que decidí lo que les contestaría al señor Frank y a mi cuñado. Por fin haría algo que tenía en mente hace años. Haría una serie de fotografías de nubes. Se lo conté a la señora O’Keeffe. Quería fotografiar nubes para ver lo que había aprendido de fotografía en 40 años. A través de las nubes expresar mi filosofía de vida, demostrar que mis fotografías no pueden reducirse al contenido y sus temas -ni árboles, caras, interiores peculiares, ni privilegios especiales- las nubes estaban ahí para todo el mundo, sin pagar impuestos aún, gratis.

    Así que empecé a trabajar con las nubes y era muy emocionante todos los días durante semanas. Cada vez que revelaba estaba muy nervioso, siempre creía que casi había conseguido lo que buscaba, pero había fallado. Le dije a la señora O’Keeffe que quería series de fotografías que cuando las viera Ernest Bloch (el gran compositor) pudiera exclamar: “¡Música! ¡Música! ¡Hombre, porque esto es música! ¿Cómo lo has conseguido?” Y señalaría los violines, las flautas y los oboes, y los instrumentos de viento, lleno de entusiasmo y diría que tendría que escribir una sinfonía llamada “Nubes”. No como la de Debussy sino mejor, mucho mejor.

    Y cuando finalmente tuve mi serie de fotos reveladas y Bloch las vió, lo que dije que quería que ocurriera, ocurrió palabra por palabra.

    Fotografías directas, todas en papel gaslight, excepto una en platinotipo. Con el poder de los fotógrafos de todos los tiempos, y satisfecho de haber aprendido algo durante estos cuarenta años. Este año hará cuarenta años que empecé en Berlín con Vogel.

    Ahora si las series de nubes se deben a mis poderes de hipnotismo me declaro “Culpable”. Sólo algunos “fotógrafos pictorialistas” cuando venían a una exposición parecían totalmente ciegos ante las fotos de nubes. Mis fotografías parecen fotografías y a sus ojos no pueden ser arte. Como si tuvieran alguna idea sobre arte o fotografía -o la más mínima idea sobre la vida. Mi objetivo es hacer fotografías que cada vez se parezcan más a fotografías que, a no ser que alguien tenga ojos y vea, pasen desapercibidas y que una vez que alguien las haya visto, no las olvide jamás. No sé si queda claro.(...)
    sientateyobserva.com

    En este blog, el 23 de septiembre de 2011

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