JOSÉ ANTONIO FERNÁNDEZ MURO,

José Antonio Fernández Muro

Nació el 3 de enero de 1920 en Madrid (España). En 1938 llegó a la Argentina e inició sus estudios artísticos en el taller del pintor catalán Vicente Puig. En Buenos Aires realizó su primera exposición, que se llevó a cabo en la galería Witcomb en 1944. En 1948 expuso en la Galería Buchholz de Madrid. Formó parte del Grupo Artistas Modernos, creado por Aldo Pellegrini, con el que expuso en Buenos Aires, Amsterdam, Río de Janeiro y Santiago de Chile. En 1958 consiguió una beca de la UNESCO para estudiar Museología en la escuela del Louvre y asistir a un curso de Arte Contemporáneo impartido por Francastel en La Sorbona. El mismo año recibió la Medalla de Oro de Pintura en la Feria de Bruselas y en 1960 el Premio Guggenheim. Vivió en Nueva York entre los años 1962 y 1969, donde asimiló las influencias del graffiti, la palabra escrita y el Pop. En 1970 se trasladó a España, donde vivió hasta su muerte, el 14 de marzo de 2014. Sus obras se encuentran en importantes colecciones; entre ellas, las del Museo Español de Arte Contemporáneo, Madrid; Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires; Stedelijk Museum, Amsterdam; Museum of Modern Art (MoMA), Nueva York; Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York; Museo de Bellas Artes, Caracas; Museo de Arte Abstracto Español, Cuenca; ARCO Art Collection, Los Ángeles; Metropolitan Museum, Miami; Blanton Museum of Art (Austin, Texas).

En rojos (clic para ampliar)
En rojos 
1959 
Óleo sobre tela 
116 x 116 cm 


Pintura (clic para ampliar)
Pintura 
1958 
Óleo sobre tela 
116 x 116 cm 


Rojos y Purpuras (clic para ampliar)
Rojos y Purpuras 
1960 
Óleo sobre tela 
130 x 97 cm 
 www.artedelaargentian.com.ar

Comentarios

  1. José Antonio Fernández Muro se trasladó en 1938 a la Argentina junto a su familia a causa de la guerra civil española. Aquí inició sus estudios artísticos en el atelier del pintor catalán Vicente Puig, taller muy transitado por los artistas argentinos en la década del 30. Su obra de este período es de carácter figurativo; paulatinamente, a lo largo de la década del 50 fue abandonando los resabios representativos para involucrarse cada vez más en las problemáticas abstractas.
    En 1952, Fernández Muro participó de la formación del Grupo de Artistas Modernos de la Argentina bajo la conducción de Aldo Pellegrini. Este grupo congregaba diversas líneas de artistas no figurativos: por un lado, al grupo de artistas concretos –Maldonado, Hlito, Prati, Iommi y Girola– y por otro lado, a un conjunto de artistas independientes, entre ellos Fernández Muro junto con Sarah Grilo, Miguel Ocampo y Hans Aebi. El Grupo de Artistas Modernos de la Argentina se diferenciaba claramente de las agrupaciones invencionistas de los años 40: no solo no proponían una apuesta programática sino que en cuanto agrupación no apuntaban mucho más allá de lo que su impulsor definía como “pura visualidad” (1). Si bien su trayectoria fue más bien breve realizaron dos muestras internacionales muy significativas: una de ellas en el Museu de Arte Moderna en Río de Janeiro, que luego se presentó en el Stedelijk Museum de Ámsterdam (2). Evidentemente, se trataba de un momento de decantación de búsquedas abstractas en la cual el dogmatismo concretista cedía a la conciliación con otras propuestas generándose nuevas y fructíferas interrelaciones. En este sentido, Aldo Pellegrini ha señalado en su libro Panorama de la pintura argentina contemporánea que en este grupo hubo una verdadera interacción entre sus componentes: “los independientes asimilaron la concepción de rigor y sobriedad de los concretos y se inclinaron cada vez más hacia la abstracción geométrica, mientras que los concretos sufrían la saludable influencia del espíritu menos dogmático de los independientes” (3).
    Efectivamente, Pintura da cuenta de este proceso. En esta obra Fernández Muro trabaja a partir del círculo como elemento compositivo central. Luego de definir este elemento en magenta en el margen izquierdo de la tela, el artista descompone esta figura con diversas operaciones. Trabaja con la media circunferencia lineal y con el medio círculo articulando estas formas sobre el eje horizontal de la obra. A nivel cromático, el azul violáceo actúa como el color que homogeneiza la obra aunque utiliza acentos en negro y en magenta para definir las figuras. Esta obra es, sin duda, representativa de la articulación entre el formalismo geométrico y un cromatismo más lírico, síntesis a la cual se refería Aldo Pellegrini.
    María Amalia García
    www.bellasarte.gob.ar

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